Opinión

En alto riesgo, el pulmón de la humanidad

En alto riesgo, el pulmón de la humanidad

En alto riesgo, el pulmón de la humanidad

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Aunque todavía faltan algunos meses para que termine el 2019, este año será recordado como uno de los más catastróficos no sólo por el daño derivado de la gran contaminación que hemos ocasionado al planeta, sino también por los enormes incendios que han desbastado algunos de los principales patrimonios culturales y ambientales, como la catedral de Notre Dame en Francia, así como grandes extensiones de selvas y bosques en nuestro país y en la región de la Amazonia en Brasil, declarado como el pulmón de la tierra.

Dentro de la gran preocupación muchos expertos han llegado a la conclusión de que estos incendios en el área del Amazonas han sido producto de la gran deforestación que vive esta zona en las últimas décadas propiciada por la creciente actividad ganadera, agrícola y la de la industria maderera.

Entre 1970 y el 2016 ha desaparecido casi el 20% de la superficie de la selva, lo que implica un daño ecológico irreparable y un eminente peligro para la humanidad.

De acuerdo con el gobierno brasileño, estos incendios forestales se deben a la temporada seca de la región; sin embargo, el Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonía ha señalado en diversas ocasiones: “No hay nada anormal en torno al clima o las precipitaciones en la región amazónica este año, el alarmante aumento en los incendios se debe en gran parte a la mano del hombre y no a la temporada de seca”.

Por su parte, el Instituto Nacional de Investigación Espacial del Brasil informó que desde el mes de enero de este año son más de 74 mil  incendios registrados en la Amazonía y “Brasil mostró la alarmante cifra de un aumento de incendios forestales Alrededor del 83%, en comparación con el año 2018”.

Esta grave situación que vive la región de la Amazonia no debe verse como una simple afectación para algunos países de América del Sur, sino como un gravísimo problema ambiental que afecta a todo el planeta, cuyos  daños son, por ejemplo: la afectación inmediata de la cuenca fluvial más grande del mundo, con una superficie de 7 millones de km2; más de seis mil especies de animales están en peligro de extinción ya que La Amazonía “alberga el 40% de la selva tropical restante en el mundo, el 25% de su biodiversidad terrestre y más especies de peces que cualquier otro sistema fluvial. En la región vive cerca de un millón de indígenas divididos en cerca de 400 pueblos; y es uno de los principales reguladores del clima del planeta, ya que controla gran parte del ciclo hidrológico y almacena una gran cantidad de carbono.

Para quienes habitamos este planeta conservar la Amazonia debe ser una obligación, es por ello que esta devastación debe ser abordada como una crisis de alcance global en la cual debe haber una enérgica y persistente participación de la comunidad internacional. Como dice un proverbio anónimo: “O Cambiamos de conducta o tendremos que cambiarnos de planeta”.

* Coordinadora del Grupo Parlamentario del Partido Verde ­Ecologista de México en el ­Congreso de la CDMX