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Enero, el mes cuando más se incrementan los suicidios

El doctor Eduardo Calixto señala que este proceso depresivo se da en algunas personas solas, pues ya no se produce el exceso de dopamina por las fiestas

El doctor Eduardo Calixto señala que este proceso depresivo se da en algunas personas solas, pues ya no se produce el exceso de dopamina por las fiestas

Enero, el mes cuando más se incrementan los suicidios

Enero, el mes cuando más se incrementan los suicidios

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Ahora que han concluido las festividades navideñas y de Año Nuevo, el reto para algunas personas acostumbradas a toda esa alegría que se vive durante las fiestas decembrinas, las luces y adornos de la navidad, los villancicos, será procesar este cambio para no caer en depresión.

El doctor Eduardo Calixto, jefe del Departamento de Neurobiología del Instituto Nacional de Psiquiatría, explica en entrevista con Crónica, que este proceso depresivo se da en algunas personas que están solas, lo que se suma al hecho de que en invierno oscurece más temprano y tenemos menos horas de luz solar, así como a la falta de producción excesiva de la dopamina que se produce ante las fiestas decembrinas.

Señala que el cerebro, en invierno, particularmente en diciembre, entra en un proceso social festivo y desde el punto de vista biológico comienza a liberar neuroquímicos que hacen que en el cerebro vayan disminuyendo poco a poco y gradualmente la lógica y la congruencia.

En consecuencia, abunda, las emociones positivas tienen un efecto benéfico y nos vamos haciendo menos reticentes, menos críticos y, al estar felices, eso nos hace aceptar más cosas.

“El hecho es que comenzamos  a sentirnos felices a partir de la liberación de dopamina, que es el neurotransmisor relacionado con este evento y entre más dopamina liberamos más felices nos sentimos”.

Lo que hace la dopamina, agrega, es generar un proceso de efusividad, de sensación de estar bien, de plenitud y esta emoción va gradualmente exigiéndole más al cerebro para que lo busque de una manera mucho más intensa.

Lo paradójico de este proceso, es que, entre más felices somos,  llega el momento en el cual ese motivo que nos hizo felices nos va desensibilizando, por lo tanto el cerebro va aprendiendo qué nos hizo sentir felices y va exigiendo cada vez más.

“El cerebro aprende qué lo hizo sentir feliz y en consecuencia cada vez pide más, para volver a tener la misma sensación… aquí, la paradoja es ésa: que el mismo motivo que nos hizo felices ya no funciona tanto después y por eso tiene que venir acompañado de otros factores que estén motivando esa liberación de la felicidad”, tal es el caso, ejemplifica, de los regalos, que generan una sorpresa o expectativa de si será o no lo que esperamos.

Recuerda que desde el punto de vista cultural hemos aprendido a ser felices desde muy pequeños “y en esta época del año debemos ser felices aunque no tengamos porqué serlo”, por eso muchas personas, cuando llega la  temporada navideña, lo asocian con la infancia, con sus elementos positivos o negativos.

Además, el 70 por ciento de la población relaciona el fin de año con el cierre de ciclos y con ello, la esperanza de volver a empezar un nuevo ciclo, se elevan los niveles de dopamina ante esta expectativa de querer empezar algo nuevo.

La dopamina además de ponernos felices, nos quita filtros sociales, de tal manera que si una persona nos pide perdón, aun sabiendo que nos hizo daño, podemos perdonarla, porque al cerebro le gusta que le digan “te quiero”, “eres parte de mi vida”, “sin ti no lo hubiera hecho”, porque está hecho para sentir que lo quieren y se lo hagan saber con palabras o con reforzadores como los regalos.

EL RETO DE AÑO NUEVO. El especialista subraya que luego de estos altos niveles de dopamina, hay varios factores que están involucrados en estos procesos, como el hecho de que el cerebro, entre más luz solar tenga, mayor liberación de dopamina, serotonina y adrenalina tiene, por eso de marzo a abril es cuando más a gusto nos sentimos.

Pero cuando los días son muy cortos, a partir de noviembre hasta enero, disminuye la liberación de serotonina y por eso son más frecuentes las crisis de depresión, esto influye, aunque no es definitivo, ya que aquel individuo que se siente ajeno a las fiestas navideñas también libera endorfinas.

Aquel que dice que no le gusta la Navidad y disfruta diciendo que no le gustan los regalos ni le gusta ir a fiestas, también tiene un factor que lo motiva, porque después de que lo dice y comienza la sensación de sentirse solo su cerebro libera endorfina que lo hace sentirse bien y lo que busca en realidad es reafirmar que su soledad tiene algún beneficio y es la liberación de la betaendorfina.

Por lo tanto aquellos individuos que buscan y dicen que su soledad los hace sentirse bien, en el fondo eso tiene una explicación neurobiológica: efectivamente están buscando sentirse bien autofustigándose o reclamándose que ellos no son aceptados.

De ahí, que enero sea el mes cuando más se incrementan los suicidios “de hecho, este mes es cuando se presenta el día más triste del año, que es el tercer lunes de enero”, porque es cuando ya pasaron todas las fiestas, ya estamos en otra dinámica y a volver al ritmo de trabajo, cuando ya la mayoría de la gente se enganchó en sus actividades cotidianas… Es ese tercer lunes de enero cuando nos sentimos más tristes, porque ya disminuyó nuestro estado neuroquímico.

Varias estructuras cerebrales están involucradas en este proceso. Uno de ellos es el hipotálamo, el cual también trabaja de manera distinta cuando estamos de vacaciones, que cuando estamos trabajando; cuando estamos en espera de que nos sucedan puras cosas bonitas, a cuando no hacemos nada, entonces el cerebro es uno de los órganos que defiende la biología en su máxima expresión, que es la máxima eficiencia, con el mínimo gasto de energía. Por lo tanto, al cerebro, si usted le garantizar que una persona va a estar contenta y alegre, rápidamente se ambienta a eso; pero si usted lo rompe, no le gusta, no se ambienta, entonces genera un fenómeno de aversión, de tristeza y regresar otra vez a su rutina de estar trabajando no es muy grato. Sin embargo, hay que entenderlo y tener una explicación de este evento favorece que se vuelva a vivir.

De ahí, asevera el doctor Eduardo Calixto, la importancia de procesar este cambio: que ya estamos en un nuevo año y verlo de esa manera, establecer las estrategias que nos permitan adaptarnos a esta vuelta a la cotidianeidad.