Metrópoli

“Es difícil empeñar cosas de mis hijos, pero es peor no darles de comer”

Empeñar todo aquello por lo que se luchó. Ahora toca a microempresarios, exitosos hace unos meses, probar la Ley del Monte

“Es difícil empeñar cosas de mis hijos, pero es peor no darles de comer”

“Es difícil empeñar cosas de mis hijos, pero es peor no darles de comer”

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Anahí acompaña a su padre al Monte de Piedad ubicado en la calle Victoria número 66, colonia centro de la capital; él acaba de pagar un refrendo por la laptop que le había dado. El Monte le presto 2 mil pesos, dinero que ha estado utilizando para comprar alimentos.

“La situación no es nada sencilla, sobre todo cuando se es padre soltero. Para mí es difícil empeñar las cosas de mis hijos, pero más difícil es no darles de comer “, comenta Javier.

Sin un empleo fijo, Javier y sus dos hijos salen diariamente a las calles del centro, desde Artículo 123 hasta la calle de Luis Moya, recorren los locales del centro ofreciendo aguas frescas.

Los ingresos son insuficientes, “las ganancias apenas le alcanzan para comer”.

En la casa de empeño, la larga fila a la que se integran padre e hija parece no terminar: hombres, mujeres, ancianos, familias, todos acuden a empeñar o pagar un refrendo.

Entre estas personas se encuentra Felipe quien cuenta a Crónica que hace dos meses, a causa de la emergencia sanitaria y la crisis económica, se vio en la necesidad de cerrar su negocio, una dulcería ubicada en las calles de la Merced donde además empleaba a dos trabajadoras. Con el cierre vino la falta de ingresos y la necesidad de empeñar.

“Los gastos de la renta han sido la razón principal para cerrar el local, ya no puedo solventar el gasto del personal y menos para poder surtirnos, me duele admitirlo… pero es que no se está vendiendo nada”, comenta.

Su fuerte eran las fiestas infantiles, comuniones y bautizos. Con la restricción de eventos sociales las ventas se desplomaron en menos de un mes.

Comenta que jamás vivió una crisis similar a esta, “es triste ver como todo lo que te has esforzado en crear, desaparece; no me queda nada”.

Ha empeñado sus televisores y alhajas de su madre tratando de ayudar a solventar los gastos de su hogar.

De acuerdo con el personal del Monte, muchas de las personas que acuden a empeñar son micro, pequeños o medianos empresarios. Gente nueva para el negocio, aseguran los empleados que llevan años en este lugar. Alhajas, anillos, esclavas y hasta aretes de oro son prendas que se ofertan en los últimos días, el 70 por ciento de los empeños son aparatos electrónicos, como celulares, tabletas, pantallas y videojuegos; el resto son herramientas, instrumentos musicales, artículos varios, automóviles, joyería y motocicletas.

Para Alejandro, otro empeñador, la idea de recuperar sus bienes no parece algo factible pues los intereses llegan a ser mayores que el préstamo. Prefiere perder la prende a pagar el interés. “Te prestan 3 mil y quieren que les pagues 5 mil, esto parece no terminar y las deudas se siguen acumulando”.