Escenario

Espíritus del Mar

Es dentro de este choque ideológico donde la película Espíritus del Mar (Kaiju no Kodomo) navega en múltiples metáforas acerca del origen del universo, desencadenando una experiencia visual onírica de la cual se desprende una leyenda de nuestra propia procedencia.

Espíritus del Mar

Espíritus del Mar

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy
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La inquietud por romper los límites del conocimiento es generada por una inherente necesidad que el ser humano ha desarrollado al intentar descifrar aquellos terrenos inexplorados que amenazan su normatividad; un conjunto de leyes que son constantemente desafiadas por aquellas voces encaminadas por la posibilidad de un origen espiritual. Es dentro de este choque ideológico donde la película Espíritus del Mar (Kaiju no Kodomo) navega en múltiples metáforas acerca del origen del universo, desencadenando una experiencia visual onírica de la cual se desprende una leyenda de nuestra propia procedencia.

Realizando una combinación de la tradicional animación japonesa con pequeñas pinceladas de CGI, el director Ayumu Watanabe se encarga de utilizar el concepto del mar como una referencia constante de unificación de la filosofía del micro y macrocosmos, la cual es racionalizada por medio de emotivas leyendas que los personajes van contraponiendo ante su propia historia.

Ruka, una típica estudiante con problemas de adaptación e interacción social, conoce a dos chicos llamados Umi y Sora, quienes han sido criados por manatíes durante muchos años, logrando una adaptación física y mental con su entorno acuífero. Estos hermanos servirán como intermediarios entre el mundo humano y la caja de pandora que el océano está a punto de abrir.

Si bien la película inicia con las reiteradas capas dramáticas que hemos observado en trabajos como Kimi no Na wa (2016) o Koe no Katachi (2016), con el peligro de estacionarse en dichos lugares comunes, la evolución de los vínculos entre los protagonistas con los secretos que surgen del fondo del mar, logra crear una atmósfera de misticismo, así como una necesidad por llegar al final de este viaje.

Ante nuestra pantalla se reúnen mágicas criaturas con las que el ser humano aprenderá a cohabitar, dando origen a una existencia cíclica alimentada por melodías que relatarán nuestra unión con el todo, creando sutiles discursos paralelos a conceptos como la inclusión o la ruptura de fronteras territoriales.

Pocas veces el público tiene la oportunidad de construir una reflexión profunda con este tipo de trabajos, como en su momento lo llegó a lograr La Tortuga Roja (2016) con su poética visión acerca de la conexión del individuo con su ser social, o el poder de la perseverancia reflejado en El Cuento de la Princesa Kaguya (2013); historias que desgraciadamente no llegan a ser tan mediáticas como su propio mensaje.

Entrando en los últimos filtros de la carrera por el Oscar a Mejor Película animada, no cabe la menor duda que Kaiju no Kodomo se convertirá en una fuerte contendiente para este circuito de festivales cinematográficos.