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“Estamos vivas, aunque con estragos”, mujeres sitiadas en templo de Nicaragua

Tras seis días de huelga de hambre, policías rodean la iglesia e impiden entradas y salidas. Régimen responde a críticas internacionales: “No tenemos oídos para palabras que alteren la paz”

Tras seis días de huelga de hambre, policías rodean la iglesia e impiden entradas y salidas. Régimen responde a críticas internacionales: “No tenemos oídos para palabras que alteren la paz”

“Estamos vivas, aunque con estragos”, mujeres sitiadas en templo de Nicaragua

“Estamos vivas, aunque con estragos”, mujeres sitiadas en templo de Nicaragua

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Al cumplir hoy una semana en huelga de hambre, las comunicaciones de las 11 madres de presos políticos que se encuentran sitiadas en la parroquia de San Miguel Arcángel, en Masaya, Nicaragua, son cada vez más escasas.

“Estamos vivas, aunque con estragos”, escribió una de ellas desde su celular, que sólo pueden cargar gracias a lo que queda de batería del coche del párroco, después de que el régimen de Daniel Ortega les cortara la luz y el agua en el templo al iniciar la protesta el pasado jueves.

La intención de las 11 madres es no sólo reclamar la libertad de sus hijos, sino la de más de 150 presos políticos, jóvenes detenidos en el marco de las protestas contra Ortega iniciadas hace más de un año y medio.

Además de cortar la luz y el agua, el régimen sandinista sitió el lugar con un cerco policial. La situación afecta no sólo a las mujeres, sino que mantiene encerradas y, en consecuencia, en huelga de hambre forzosa a otras cinco personas: el párroco Edwin Román, que es diabético, la defensora Yonarqui Martínez, el opositor Santiago Fajardo, el periodista Marlon ­Pawell y un empleado de la parroquia.

“El padre está sin comida ni medicinas, pero aquí luchando para la liberación, somos rehenes de la Policía Nacional”, agregaron las mujeres, en otro mensaje emitido en redes sociales. La familia del sacerdote alertó que el martes se desmayó dos veces por la falta de insulina y que ”su situación es precaria”.

Al iniciarse la huelga de hambre, trece jóvenes trataron de llevar agua a los sitiados, pero fueron arrestados y este martes, el régimen los acusó de transportar armas peligrosas.

OÍDOS SORDOS. Las críticas a estas maniobras de Ortega han arreciado tanto dentro como fuera del país. Recientemente aparecieron imágenes de periódicos de los años setenta, en que se refleja que el dictador Anastasio Somoza, a quien Ortega contribuyó a derrocar, permitió la ayuda humanitaria en los momentos más críticos de la revuelta.

Sin embargo, ante las denuncias de la comunidad internacional, la vicepresidenta Rosario Murillo, aseguró ayer: “No tenemos oídos para palabras que alteren la paz, o que sean reflejo de sentimientos innobles, impropios”.