Opinión

Estrategia ante la emergencia sanitaria

Estrategia ante la emergencia sanitaria

Estrategia ante la emergencia sanitaria

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Una de las estrategias más útiles y eficaces para contener la epidemia de COVID-19 y en general de cualquier enfermedad viral respiratoria es evitar que quienes están enfermos o incubando la enfermedad entren en contacto físico o cercano con quienes no la tienen. En el caso del COVID-19, los datos de que disponemos por lo que ha pasado en China y países de Europa, es que la enfermedad es benigna en el 90% de los casos. Como pasa con la gripa común o con la influenza, son enfermos que desarrollan un cuadro gripal de leve a moderado y que se curan solos. No necesitan ir al hospital y el tratamiento es similar al de la gripa común: hidratación y tratamiento sintomático para el dolor, fiebre o malestar. Quien enferma debe quedar aislado durante varios días y quienes tuvieron contacto cercano con el enfermo deben permanecer aislados por espacio de 14 días, que es el máximo reportado entre el contacto y el desarrollo de la enfermedad, aunque la mayoría de quienes enferman lo hacen de 4 a 8 días después del contacto. Un porcentaje que va del 5 al 10% desarrolla la enfermedad en forma más grave, lo que puede incluir una neumonitis extensa que requiere de asistencia ventilatoria mecánica y que puede producir la muerte. En México tenemos una mortalidad de 1.8% (16 casos de 848). Afortunadamente baja en comparación con otros países.

Los datos muestran que desarrollar la forma grave de la enfermedad no es estocástico. Más bien, ocurre en personas que tienen debilitado al sistema inmune y por tanto su capacidad para responder adecuadamente a la enfermedad. Los adultos mayores son un caso. Esto pasa también con la influenza y muchas otras enfermedades más. Por eso a nuestros adultos mayores, particularmente de 65 años para arriba hay que cuidarlos. Que permanezcan en casa. La manera de demostrarles en este momento nuestro cariño es asegurarnos de que tengan todo lo necesario para estar cómodos y alimentados. Organizar a la familia para que les llevemos lo que necesiten y en caso de visitarlos o vivir con ellos, lavarnos muy bien las manos al llegar a casa y permanecer en todo momento al menos a dos metros de distancia de ellos. Cuando pase la epidemia ya tendremos la oportunidad de volverlos a abrazar. El otro grupo de personas que están en riesgo de desarrollar la forma grave de la infección por COVID-19 son todos los enfermos crónicos con padecimientos que debilitan al sistema inmunológico. Diabetes mellitus, enfermedades autoinmunes como el lupus eritematoso generalizado, cualquier tipo de cáncer y más si el paciente está en fase de quimio o radioterapia y en especial, las neoplasias hematológicas. Así mismo, enfermos con VIH/SIDA, pacientes que han recibido algún tipo de trasplante y aquellos con insuficiencia renal crónica en hemodiálisis. Lo que acabo de describir es exactamente el universo de pacientes que atendemos desde hace 74 años en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán. Ahora que el sistema de salud enfrenta la creciente epidemia de COVID-19 se ideó un plan para la atención de los enfermos que van a desarrollar la forma grave de la enfermedad durante las siguientes semanas. De los trece Institutos Nacionales de Salud, se escogió a dos para ser los centros receptores de estos pacientes. Por razones de la experiencia clínica de cada Instituto, se designaron a los Institutos Nacionales de Enfermedades Respiratorias y el de Ciencias Médicas y Nutrición como los dos Institutos que la Secretaría de Salud utilizará para atender a los enfermos graves. En las semanas siguientes Hospitales Generales como el de México o el Juárez podrían también sumarse al esfuerzo.

Volviendo al principio, la mejor estrategia para evitar el contagio y el desarrollo de una enfermedad grave es separar a los enfermos de COVID-19 y sus familiares, que son potenciales enfermos, de los individuos con alto riesgos para desarrollar las formas graves de la enfermedad. Por este motivo, parte de la respuesta ante la emergencia sanitaria, y en aras de proteger a nuestros pacientes, se tomó la decisión de convertir al Instituto en un centro para atención únicamente de pacientes con las formas graves de COVID-19 y derivar a nuestros enfermos regulares a otros sitios para ser atendidos. No sería de ninguna manera conveniente que en la misma sala en donde tengamos pacientes y familiares con infección por COVID-19 estén también nuestros enfermos con los padecimientos graves y debilitantes que mencioné arriba. El riesgo para ellos es muy alto.

Se han diferido las consultas que pueden aplazarse sin problema y se han instalado diversos medios para resolver las consultas que se puedan por vía remota. Se han tomado algunos acuerdos para poder seguir resolviendo problemas que no pueden esperar. Por ejemplo, el Instituto Nacional de Rehabilitación ha otorgado el acceso a nuestros cirujanos y ha puesto a su disposición camas en ese Instituto para que puedan realizar las cirugías programadas que no pueden detenerse. En la página del Instituto (www.innsz.mx) se puede encontrar mucha información sobre qué hacer y adónde acudir. Existe muy buena disposición de ayuda e interacción entres los Institutos para resolver los problemas que se presenten, todo adecuadamente orquestado y organizado desde la Coordinación de los Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad.

Son tiempos difíciles. Pero como en ocasiones anteriores ya lo demostramos, los habitantes de la Ciudad de México somos solidarios, sabemos organizarnos y lo mejor de nosotros emerge ante la adversidad.

Gerardo Gamba es director de investigación del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán y miembro del Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM.