Opinión

Estrellas fugaces de playoff

Estrellas fugaces de playoff

Estrellas fugaces de playoff

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Aunque la jornada de juegos de comodín del playoff de la NFL dejó muchas cosas para comentar, quizá nada se acerca a la grata sorpresa que dejó ese mariscal novato que abrió por Washington ante Tampa Bay. Su nombre, Taylor Heinicke, un perfecto desconocido para todos hasta la noche del sábado anterior en que dejó a más de uno con la boca abierta por la manera en que dirigió la ofensiva de Washington.

Su historia y antecedentes son de no creer que algún día llegaría a ser el abridor para un conjunto de la NFL y menos aún en un juego de playoff; sin embargo lo hizo y, aunque perdió el equipo del coach Ron Rivera ante los Bucaneros, la promesa que dejó Heinicke es enorme. Y es que para ser su segundo juego como titular en la Liga y haber jugado como lo hizo sin duda le abre las puertas de la oportunidad para llegar a otro equipo o de plano quedarse en Washington con la seria posibilidad de pelear por la titularidad a un Alex Smith que ya se ve de salida y a un Kyle Allen que goza de toda la confianza del coach Rivera.

No obstante, y aunque seguramente de aquí hasta el inicio de la llamada temporada baja Heinicke gozará de gran atención de entrenadores, gerentes generales y buscadores de talento, este chico bien podría seguir el mismo camino de muchos otros jugadores que dieron una postemporada de ensueño pero que quizá sólo fue eso: un breve periodo de lucidez.

En la NFL, como en cualquier otra Liga deportiva del mundo, muchas ocasiones lo difícil no es llegar sino mantenerse, y algunos jugadores llegaron a su máximo punto en unos playoffs, sin embargo no pudieron mantener ese nivel que de un momento a otro los proyectaba como estrellas al futuro.

UNA HISTORIA DE QUARTERBACKS

El caso de los quarterbacks es recurrente y quizá uno de los más sonados sea el de Vince Ferragamo, aquel número 15 de los Carneros de Los Ángeles que, tras la lesión del estrella Pat Hayden, debió tomar las riendas. Su accionar fue tan efectivo que eliminó a los mismísimos Vaqueros de Tom Landry en lo que fue el último juego de Roger Staubach en enero de 1980.

Ferragamo cargó con el equipo angelino y lo llevó hasta el Super Bowl XIV ante los Acereros de Pittsburgh donde hasta el último cuarto mantuvo el duelo parejo ante Terry Bradshaw. Al final los Carneros sucumbieron, pero la carrera de Ferragamo apuntaba muy alto.

La historia fue otra muy diferente, pues aunque llevó a los Caneros a un par de postemporadas jamás volvió a ser el audaz pasador que acarició un título. Terminó perdido en Buffalo y al final en Green Bay en 1986.

Otros mariscales que logaron llegar al Super Bowl pero jamás se arraigaron en una carrera verdaderamente exitosa fueron Jeff Hostetler, Colin Kaepernick y Nick Foles.

Hostetler tomó la titularidad de los Gigantes de Nueva York en 1990 al quedar fuera de acción Phil Sims, el indiscutible abridor. Hos, como le llamaban, tuvo una postemporada de ensueño y logró ganar con los Gigantes de Bill Parcells el Super Bowl XXV a los Bills de Buffalo.

Su trabajo lo catapultó de manera tal que pasó a los Raiders de Oakland como el hombre que regresaría al equipo a los primeros planos tras una década sin una estrella en la posición desde Jim Plunkett. La realidad fue que sólo alcanzó en una ocasión los playoff y su carrera se fue diluyendo hasta terminar como suplente en Washington en 1997.

De Kaepernick muchos recordarán la historia: una sensacional postemporada en el 2012 y en su momento la máxima tracción de la Liga con los 49ers de San Francisco. En un Super Bowl (XLVII) muy discutido por aquel misterioso apagón que permitió el regreso de los 49ers, Kap tuvo su último gran juego. Su magia le duró quizá otro año pero no al mismo nivel de la temporada anterior. Su estrella se fue apagando lentamente hasta que pasó a ser más reconocido como un activista que como un gran quarterback. Para muchos su carrera se fue a pique por dedicar más tiempo a su imagen que a su trabajo como mariscal de campo. La fama lo deslumbró.

De Foles, parece una maldición: la brillantez con Filadelfia y la sombra en otros equipos que ha militado: Carneros, Jaguares y Osos. Pareciera que el destino se empeña una y otra vez en convencer a ambas partes (Foles y Águilas) de que deben permanecer juntos. Y es que al igual que Heinicke, Foles mostró lo mejor de sí en playoffs (ganó el Super Bowl LII), pero no ha sido la estrella que prometía.

DE LO SUBLIME AL OLVIDO

Finalmente, ningún jugador ejemplifica mejor esa estampa de estrella en playoff para después apagarse que Timmy Smith, aquel corredor de los Pieles Rojas de Washington. Pequeño y explosivo, tomó la titularidad tras la lesión que dejó fuera de combate al poderoso George Rodgers en 1987.

Después de pasar inadvertido en la banca toda la temporada con apenas esporádicas actuaciones en que sólo sumó 126 yardas, durante los playoffs se destapó de tal forma que cuenta la historia que días antes del Super Bowl XXII ante Denver, el titular George Rodgers estaba listo para iniciar el juego, sin embargo en una junta de coaches, encabezada por Joe Gibbs, el gran entrenador de ese equipo, se dijo tal cual: “George esta sano, pero Timmy está caliente, así que vámonos con Timmy”.

La decisión fue tal que Smith corrió para 204 yardas y perdura como una marca imbatible desde entonces. Lo triste fue que Timmy no pudo mantener ese nivel, se perdió en la fama y apenas duró dos años más en la NFL, uno más con Washington y el último como un suplente olvidado con Dallas en 1990. Se despidió de la NFL con sólo 26 años.