Opinión

Experiencias educativas en el COVID-19: Metaformación para futuras emergencias sanitarias

Experiencias educativas en el COVID-19: Metaformación para futuras emergencias sanitarias

Experiencias educativas en el COVID-19: Metaformación para futuras emergencias sanitarias

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

La mayoría de los registros oficiales coinciden en que diciembre de 2019 fue la fecha del brote de “un tipo de neumonía” que aún no se relacionaba con el virus SARS-CoV-2 y no se conocían sus dimensiones y el impacto que tendría en todas las esferas de la actividad humana, por lo que bien podríamos llamar a esta fecha el zero-day attack biológico del mundo.

Sin embargo, existe un dato inquietante: en septiembre del mismo año, la Junta de Vigilancia Mundial de la Preparación (fundación del Banco Mundial y la OMS), en su Informe anual sobre las emergencias sanitarias, denominado Un Mundo en Peligro, menciona la inevitable emergencia sanitaria mundial que se vislumbraba como una amenaza real de “una pandemia fulminante” que afectaría a millones de personas y a la economía mundial, aceptando sin evasivas que “el mundo no está preparado para ello”.

Más allá de la intencionalidad, o no, de limitar la difusión oportuna de esta información a nivel mundial para que los países tomaran sus respectivas providencias, lo cierto es que este vacío, desde los orígenes de esta pandemia, fue cubierto por las teorías conspirativas, por la inexactitud y falsedad de la información que se propagaron profusamente, generando en nuestro país una inopinada desconfianza y animadversión hacia los trabajadores y directivos del sector salud; escepticismo ante las medidas de protección sanitaria, e incluso la negación absurda y total de esta enfermedad viral, lo que ha repercutido negativamente en la salud integral de la población.

Pero también ha quedado demostrada una vez más la gran capacidad de respuesta colectiva con que el ser humano ha contenido y hasta neutralizado las consecuencias de sus propias acciones u omisiones y los efectos de los fenómenos naturales, así como de la creación o modificación de condiciones para coexistir en una inédita e ineludible nueva normalidad, en que la educación ha sido vanguardia de todo este proceso.

En este sentido, basta mencionar que con la llegada del Covid-19 la realidad oculta se hizo manifiesta: representó para el campo pedagógico la invaluable oportunidad de diseñar nuevos modelos educativos, cada vez más integrales y holísticos en los que sin duda el desarrollo de las tecnologías de la información y de la comunicación adquirieron una singular relevancia con la educación a distancia, digital y en línea, abanderada indudablemente por el programa de la SEP Aprende en Casa, el cual fue reconocido por la Unesco.

Y sin embargo, en su perfeccionamiento evolutivo, necesariamente éste y otros programas educativos tendrán que buscar fórmulas que permitan la armonización con modelos mixtos semipresenciales, necesarios no sólo por la oportunidad que éstos representan en el ingreso, permanencia y continuidad educativa, sino también por el insustituible intercambio dialógico-narrativo-conversacional de vivencias y experiencias individuales y colectivas en la formación de seres multicompetentes que ayuden a conocer la complejidad de los efectos del Covid-19 y la resolución de las problemáticas a través de la transdisciplinariedad cognitiva, lo que implica necesariamente la transformación integral del Sistema Educativo Nacional.

Así mismo, la educación no formal a través de cursos y módulos de formación de adolescente y adultos, y de la educación informal que se da en la convivencia cotidiana de grupos de iguales o en la familia, deben jugar un papel complementario pero igualmente importante en el reforzamiento de los hábitos higiénicos de la vida cotidiana, que se han transformado en esta pandemia, así como de los lazos solidarios y tolerantes de nuestras relaciones personales, familiares, laborales y comunitarias que impuso el confinamiento, pero también en la erradicación de toda manifestación que tenga que ver con el atroz contenido de la frase atribuida a Albert Camus: “Lo peor de la peste no es que mata los cuerpos, sino que desnuda las almas y ese espectáculo suele ser horroroso”.

Aun así, todos estos aprendizajes, saberes, conocimientos e información acumulados, ineludiblemente deben asociarse crítica y autocríticamente a los que se han adquirido en este periodo del Covid-19 para su restructuración en ideas innovadoras, conceptos y proposiciones cualitativamente superiores que permitan personal, colectiva y socialmente asumir los retos y desafíos que aún tenemos frente a nosotros y que no podemos legar a nuestras futuras generaciones.

En este sentido, la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (como parte de la Nueva Escuela Mexicana de la 4T), está convocando a las comunidades escolares a participar en la Encuesta sobre experiencias educativas durante el confinamiento por Covid-19, a fin de documentar las experiencias educativas obtenidas por docentes, directores, estudiantes y sus familias durante la pandemia.

Sin duda esta iniciativa se inscribe en una renovada relación entre ciudadanía y gobierno que internacionalmente deberá ser emulada en su sentido más amplio de gobernanza global, fomentando la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones y en los procesos de políticas públicas orientadas a la construcción de estrategias educativas para futuras situaciones de emergencia humana y sanitaria, esto a través de una metaeducación no solamente de corte comunitaria socializadora, sino ciudadana político participativa que permita, con un liderazgo asertivo, la corresponsabilidad en la preservación eficaz y oportuna de vidas humanas, evitando la desestabilidad económica y la ominosa anarquía social.

Twitter: @UlisesLaraCDMX