Opinión

Fake news y redes socio-digitales en tiempos de pandemia

Fake news y redes socio-digitales en tiempos de pandemia

Fake news y redes socio-digitales en tiempos de pandemia

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Vivimos en la era de la posverdad, de un tiempo a esta parte hemos dejado de creer en los hechos, la ciencia, la verdad objetiva y sólo creemos en nuestra propia verdad y la verdad de los que piensan como nosotros. Nuestro único criterio de verdad es lo que sentimos. Vivimos, todos, en nuestra propia burbuja. Una burbuja creada por la información que recibimos a través de los medios de comunicación masivos diariamente, minuto a minuto, segundo a segundo.

En la actualidad el periodismo como práctica profesional dejó de orientarse por la verdad, en estos tiempos de posverdad, las noticias se han convertido en historias y el story telling se ha puesto de moda en la comunicación mediática. Los periodistas se han transfigurado de reporteros a auténticos cuenta cuentos, propagandistas, francotiradores o influencers, que buscan, por todos los medios y, particularmente a través de las redes socio-digitales, captar la atención de una audiencia apelando a sus emociones primarias. Aquellas emociones que derivan de la exposición a imágenes de violencia, sexo, muerte, que provoquen estados de ánimo de indignación, sorpresa, admiración o deseo. De ahí que hoy exista una tendencia muy marcada hacia el uso del amarillismo, y la nota roja como recursos mediáticos para elevar el rating de los medios de comunicación tanto en periódicos como en radiodifusoras, televisoras o sitios en Internet.

Sin embargo, los hechos siguen siendo hechos y existe una verdad fáctica, una verdad socialmente legítima, construida con base en criterios racionales e intersubjetivos que hemos acordado todos para poder relacionarnos con el mundo y entre nosotros de manera civilizada. Existe información fidedigna y existe, también, información falsa que difunden los medios de comunicación masivos y las redes socio-digitales, desinformando a la población sobre lo que realmente sucede. El reto de los ciberciudadanos es aprender a distinguir entre un tipo de información y otra, para formarse un criterio propio y de esta forma evitar ser manipulado por intereses ajenos.

En este contexto, aparecen las fake news o noticias falsas, que han proliferado en las redes socio-digitales de manera exponencial. Este fenómeno se ha manifestado de forma particularmente muy aguda durante la pandemia del COVID-19, recientemente la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) creó el término Infodemia para referirse a la proliferación acelerada de información falsa en los medios de comunicación y las redes socio- digitales sobre todo lo relacionado con la pandemia.

La desinformación que se promueve a través de las fake news se ha convertido en un problema social de consecuencias muy graves, tanto en el plano psicológico, provocando una serie de padecimientos mentales entre la población como: ansiedad, angustia, depresión; como en el plano social, derivando en acciones con efectos en la política y la economía de las sociedades que pueden afectar la integridad y la salud física de las personas.

La crisis sanitaria que ha provocado la pandemia del COVID-19 en todos los países del mundo es un caso emblemático de esta problemática por varias razones. Primeramente, se trata de una enfermedad desconocida hasta hace poco más de un año. El SARS-CoV-2 es un virus nuevo, causante de un síndrome respiratorio agudo severo, que apenas se está estudiando por la comunidad científica mundial. Este desconocimiento da lugar a que se realicen toda clase de conjeturas y de especulaciones sobre sus síntomas, tratamiento, prevención y demás, que al filtrarse a los medios de comunicación derivan en la difusión de información falsa que confunde a la población generando toda clase de reacciones irracionales. Esto es lo que sucede también con el tema de las vacunas que no han tenido mucho tiempo para probarlas entre la población y su eficacia es puesta en tela de juicio, abriendo el espacio para la fabricación de absurdas teorías de la conspiración que luego se difunden rápidamente por los medios tradicionales y las redes socio-digitales.

El uso de la mentira y la desinformación en la política no es algo nuevo se ha utilizado desde tiempos inmemoriales como mecanismo de ejercicio del poder y de control social por parte de los gobiernos y los distintos actores políticos. No obstante, en el caso de la pandemia del COVID-19 la politización de la información sobre la crisis sanitaria ha creado condiciones propicias para una descomunal proliferación fake news e información falsa de toda índole que se usa y se pone a circular en las redes socio-digitales, con el fin de golpear a adversarios políticos.

Por ejemplo, en México es muy evidente cómo la politización de la pandemia, por parte de partidos políticos de oposición y grupos de poder actuantes en el la esfera pública, ha dado lugar al uso de los medios de comunicación para manipular a la opinión pública, desacreditando las políticas sanitarias del gobierno de la 4T e impidiendo con esto que se produzca la unidad entre los mexicanos en torno a esta grave crisis, como sería lo esperable en una emergencia nacional y, al mismo tiempo, obstaculizando la implementación de las políticas sanitarias y los programas, como el de vacunación, divulgando fake news e información falsa a través de periodistas a sueldo, líderes de opinión o influencers en los periódicos de circulación nacional, la radio, la televisión y, por supuesto, en las redes sociodigitales.

A reserva de profundizar en estos tópicos en otra oportunidad, inicialmente pensaría en tres ejes de acción política: 1) la corroboración permanente de datos y fuentes informativas del discurso público; 2) la promoción intensiva de programas de alfabetización digital crítica a través del sistema educativo nacional (formal y no formal) y, 3) de manera urgente, la intervención del Estado para regular en conjunto con las corporaciones globales de telecomunicaciones la operación de estas plataformas tecnológicas para poder conciliar los principios del bien común y la libertad de expresión.

Para concluir una sugerencia práctica que podemos llevar a cabo todos los días los ciberciudadanos: no compartir lo que no sabemos si es cierto o falso en las redes sociales.

* Mauricio Andión Gamboa es profesor-Investigador del Departamento de Educación y Comunicación de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana y Doctor en Educación y Comunicación (UCLA).