Opinión

Familia y escuela, baluartes en la reconstrucción nacional

Familia y escuela, baluartes en la reconstrucción nacional

Familia y escuela, baluartes en la reconstrucción nacional

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El país se degrada a pasos acelerados. El orden y la cohesión social de México sucumben ante la violencia y por el efecto corrosivo de males como la ilegalidad, la impunidad y la corrupción. Pero sería un error pensar que estos males se van a superar sólo con buenos policías y buenos jueces.

Porque la base del problema es fundamentalmente cultural. Lo que falló en las últimas seis décadas fueron los mecanismos de socialización, o sea, la formación básica de conocimientos, actitudes, valores morales y conductas que toda sociedad bien ordenada transmite a las nuevas generaciones para lograr que éstas ayuden a configurar una convivencia armoniosa y pacífica.

La vorágine de violencia social es indicador alarmante no únicamente del crecimiento del crimen organizado y de la ineficacia de la policía, sino también del fracaso de la familia y de la escuela en su tarea de formar buenos ciudadanos y buenas personas. Estas décadas de malestar han sido también décadas de crisis en las familias y en las escuelas. El rezago educativo entre los adultos, la proliferación familias nucleares, el aumento de los divorcios, la multiplicación de familias uniparentales, el desempleo, la extensión y profundización de la pobreza (sobre todo en el sur del país), etc., estos elementos son síntomas indiscutibles de la decadencia que ha sufrido la familia en tanto ámbito educativo.

¿Y qué decir de la escuela? La expansión acelerada de la matrícula desde 1960 no fue acompañada de reformas de carácter cualitativo (adecuada formación de profesores, materiales educativos pertinentes y de calidad, planes de estudio flexibles y adaptables a las diversas realidades socioculturales del país, etc.) y esa omisión dio por resultado tasas muy bajas de aprendizajes y una educación deficiente de niñas, niños y jóvenes.

Una omisión histórica es la educación inicial. Se puede afirmar que sólo hasta ahora, con la administración que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador, se está tratando que el Estado intervenga para hacer que la educación de los niños en edad temprana (entre 0 y 3) sea un derecho universal. Las madres de familia, los padres de familia y todos aquellos que tienen a su cargo la crianza de los pequeños deben recibir una información básica para estimular el desarrollo afectivo, motor, cognitivo y moral de los pequeños.

Se aspira a que los hogares, o los espacios sustitutos (guarderías, casas de cuna, etc.) no serán más depósitos aburridos y silenciosos de niños que viven separados de sus padres y que se conviertan, en cambio, en centros que, en toda la regla, se ocupen de educar a los pequeños.

Los objetivos educativos de la Cuarta Transformación son cada vez más visibles y claros. Se quiere reorganizar en muchos aspectos el sistema educativo nacional tratando, por un lado, de combatir la inequidad acometiendo el no-aprendizaje y lograr con ello una elevación significativa de los indicadores nacionales.

Para lograrlo se ha puesto en práctica el sistema de becas más amplio que haya tenido México a lo largo de su historia y se lanzarán numerosas acciones y programas que habrán de beneficiar a los maestros. Se eliminará todo efecto laboral de la evaluación docente y se pondrá en práctica un poderoso programa de formación de maestros. En fin, se introducirán innovaciones en muchos planos a fin de construir una Nueva Escuela Mexicana que sea capaz, a través de su función educativa, de contrarrestar las graves calamidades que azotan a la sociedad mexicana actual.