Opinión

Feminismo y oportunismo

Feminismo y oportunismo

Feminismo y oportunismo

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Es tal en nuestro país el rezago de las mujeres frente a los varones, en cuanto a derechos y libertades, que cualquier cosa que se haga para tratar de equipararlos debiera merecer respaldo unánime.

En lugar de eso, es claro y resulta candoroso negarlo, intereses políticos buscan manipular y apropiarse del movimiento feminista que tendrá como clímax marchas y un paro nacional, el 8 y 9 de marzo.

Lo políticamente correcto es respaldar sin más, de modo acrítico, el llamado a la huelga de mujeres, cuyo costo económico para el país algunos han calculado en la friolera de 150 mil millones de pesos. Rudo golpe cuando el palo no está pa cucharas.

Se entiende que así, unánime, deba ser el apoyo, si se repara en que la convocatoria emergió en el marco de inconcebibles e intolerables hechos de barbarie en contra de mujeres.

Surgió para respaldar la exigencia a las autoridades de combatir la violencia inaudita que como a todos los estamentos sociales, ya alcanza a las mujeres y a los niños.

Cuesta trabajo, no obstante, simpatizar con un exhorto a la movilización en el cual se ha consentido la adhesión inmediata y con entusiasmo de personajes, gremios e instituciones con cuyos representantes uno pensaría dos veces antes de aparecer codo a codo en una manifestación.

La convocatoria ha sido adoptada como propia por políticos logreros como Felipe Calderón Hinojosa, en pos, junto con su cónyuge Margarita Zavala, de una microempresa electoral.Por dirigentes empresariales como el madrugador aspirante presidencial Gustavo de Hoyos, de la Coparmex, afanoso de llevar agua a su molino.

Y hasta por jerarcas de la iglesia refractarios a reconocer los derechos más elementales de las mujeres y una multiplicidad de organizaciones sin más identificación entre sí —admítase o no— que el interés de combatir el obradorismo por lo que hace y por lo que no hace.

La legítima, noble y procedente protesta está siendo perifoneada con fruición en los medios por algunos de los más conspicuos y sistemáticos contradictores de un gobierno surgido de las urnas —como por fortuna no ha sido de otro modo desde la Revolución— con amplio respaldo popular.

Brincan en una pata estos obcecados antagonistas ante la perspectiva, producto menos de la reflexión que del deseo, de que la marcha resulte igual de exitosa que la de 1975 en Islandia, cuando 90 por ciento de la población femenina salió a las calles.

Hacen cuentas alegres sobre el impacto global que tendría y el golpe demoledor que significaría para la 4T, el que la historia de aquella isla se reeditase en México, con unos 65 millones de mujeres —90 por ciento del total— marchando en nuestras ciudades, y por consiguiente tumbando de la noche a la mañana al gobierno de López Obrador.

Obnubilados por el aborrecimiento, realizan comparaciones extralógicas y pierden de vista diferencias monumentales, evidentes para cualquiera que procure un acercamiento intelectualmente honesto a la realidad.

Islandia, que en la actualidad tiene unos 350 mil habitantes, hace casi medio siglo estaba tan poblado como está hoy el municipio mexiquense de Texcoco —240 mil pobladores— por lo que linda con la estulticia el establecer parangones con un país de 130 millones de habitantes.

Visto así el asunto y si hemos de llamar pan al pan y vino al vino, la movilización en el marco del Día de la Mujer puede ser denominada como se prefiera; pero esconde indisimulables ánimos golpistas y cacerolistas, a despecho de quienes gestaron la idea de emprenderla.

Se puede aspirar, eso sí, a que como resultado de la jornada Un día sin nosotras en nuestro país ninguna mujer vuelva a cobrar por igual trabajo menos salario que un hombre.

Aquella nación del norte de Europa tiene el mérito de ser la primera en el mundo en haber obligado a los empresarios a demostrar que pagan el mismo salario, con independencia del género, etnia, sexualidad o nacionalidad del trabajador.

Más aun, se puede y se debe aspirar a corregir muchas de las deficiencias de todo orden que colocan a las mujeres mexicanas en un plano de inadmisible inferioridad frente al hombre.

Por ejemplo, obligar a los más de 35 mil integrantes del sindicato patronal que capitanea De Hoyos a cumplir los requerimientos mínimos de espacio y tiempo de sus trabajadoras inherentes a la maternidad, el embarazo y la atención y alimentación de sus bebés.

La huelga al amparo del lema El nueve nadie se mueve tendrá para nuestro país un indiscutible efecto deseado únicamente por quienes como Calderón Hinojosa se esfuerzan para profundizar la crisis económica y atizar el descontento social.

Tan patentes resultan las intenciones político-electorales del exmandatario en cuyo gobierno fueron asesinadas centenares de mujeres, entre ellas Ernestina Ascencio, que su excorreligionaria —para que la cuña apriete— Tatiana Clouthier lo exhibió de manera vergonzosa:“Si cuando Calderón gobernó hubiera trabajado como tuitea: con esa fuerza, “imparable", tope donde tope, otra Luna cantaría", le dijo, pisándole el juanete que más le duele, el encarcelamiento por narco de su colaborador consentido, Genaro García Luna.

Además de su efecto económico, el paro de mujeres afectará la imagen del país ya lesionada con las versiones de que aquí se mata a las mujeres “por el sólo hecho de ser mujeres”, algo que al parecer ni en Kabul o Teherán ocurre.

No será, pues, una huelga inocua y hasta divertida, como las denominadas protestas de piernas cruzadas que sin alharaca pero con eficacia, emulando la decisión de Lisístrata hace 2,500 años, se han adjudicado logros notables en diversas latitudes.

De Liberia a Colombia y de Kenia a Filipinas, pasando por Bélgica y Turquía, las huelgas de sexo han sido eficaces recursos de lucha ya sea para lograr la paz o forzar acuerdo políticos.

En una encrucijada de violencia idéntica a la que sufre nuestro país, hace ya cerca de un cuarto de siglo, en 1997, el jefe de la Fuerzas Armadas de Colombia, Manuel Bonnet, convocó a una huelga de sexo entre las esposas y novias de guerrilleros, paramilitares y narcos.

El llamado a las mujeres a decir “de aquello nada” formaba parte de una estrategia complementaria para lograr un alto el fuego, en una idea que a partir de entonces ha sido empleada con éxito en al menos media docena de ocasiones.

Ha sido usada unas veces para para lograr la pavimentación de una carretera o inhibir el pandillerismo, otras para restablecer los servicios de energía eléctrica o agua potable, o conciliar poblados enemistados por problemas de linderos.

El paro nacional en nuestros lares será más traumático. Y podría terminar beneficiando menos a sus convocantes que a quienes con oportunismo pretender tripularlo. Cuidado.

aureramos@cronica.com.mx