Opinión

Formación a distancia y teletrabajo: La adaptación continua a una realidad cambiante

Formación a distancia y teletrabajo: La adaptación continua a una realidad cambiante

Formación a distancia y teletrabajo: La adaptación continua a una realidad cambiante

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Nunca como hoy, a causa de la pandemia de COVID-19 y del confinamiento y distanciamiento social que ha traído consigo, la humanidad ha enfrentado una serie de retos y desafíos, aprendiendo, entre otras cosas significativas, a potenciar el uso de las tecnologías de la información y comunicación (TIC) para desarrollar en una “nueva normalidad” un sinfín de actividades en nuestra vida cotidiana, escolar y laboral.

En este contexto, la Secretaría de Educación Pública (SEP) implementó la modalidad educativa a distancia que, además de las TIC, ha exigido otros elementos esenciales como la conectividad y el acompañamiento virtual de docentes, aunado a una activa participación de los padres o tutores, quienes han compartido la responsabilidad formal e informal de educar, y en donde la supervisión y la orientación, en su justa dimensión y proporcionalidad, ahora se perfilan compartidas y correlacionadas, teniendo una función primordial la comunicación establecida entre los actores.

En este contexto, resultan trascedentes los resultados de la Encuesta para la Medición del Impacto COVID-19 en la Educación (ECOVID-ED) 2020, presentada por el INEGI. En el ámbito de acompañamiento familiar, los resultados indican que es principalmente la madre quien apoya a los alumnos, el caso más alto se presenta en preescolar con 84.4%, seguido del nivel primaria con 77% y finalmente secundaria con 60.2%. Para adaptarse rápidamente a la nueva forma de aprendizaje, las herramientas digitales más utilizada por el alumnado fue el teléfono inteligente con 65.7%; la computadora portátil con 18.2%, la computadora de escritorio con 7.2%; la televisión digital con 5.3% y la tablet con 3.6%.

Así mismo, la ECOVID-ED, si bien reporta una serie de beneficios que ha traído el confinamiento, como el no poner en riesgo la salud de los alumnos (56.4%); el aumento de la convivencia familiar (22.3%), y el ahorro en gastos diversos como el transporte, uniformes y materiales escolares (19.4%), también ha señalado algunas opiniones que como desventajas se refieren a que no se aprende o se aprende menos (58.3%); falta de seguimiento al aprendizaje (27.1%), y carencia técnica o de la habilidad pedagógica de padres o tutores (23.9%).

Es oportuna señalar que en esta crisis ocasionada por la pandemia de COVID-19, el desarrollo de las TIC aplicadas a la educación ha sido predominante, sin embargo, no debemos perder de vista que el confinamiento también incrementó la digitalización de las empresas (como lo hemos señalado en otras ocasiones), aumentando la exigencia de profesionales egresados en estas carreras informáticas, fenómeno indetenible que seguramente cambiará la relación de la oferta y demanda educativa con vistas al ingreso, permanencia y ascenso en el mercado de trabajo, lo que desde ahora, para todos los niveles y modalidades educativas deberá ser tomado en cuenta, atendiendo también a aquella comunidad que ve en la educación el futuro de una estabilidad económica y de movilidad y posicionamiento social.

Dentro de esta digitalización de las empresas, y al igual que la educación no presencial o teleeducación, que con frecuencia se lleva a cabo en los hogares, el teletrabajo es otro de los fenómenos que se ha acrecentado con el confinamiento, provocando (diríamos que incluso de manera prematura) el agotamiento digital derivado de las actividades remotas durante pandemia.

Según Microsoft Work Trend Index 2021, más de la mitad de los empleados en el mundo reconocieron sentirse agotados por el exceso de trabajo a distancia. La intensidad digital ha aumentado sustancialmente desde el año pasado y el tiempo dedicado a las reuniones de Microsoft Teams, por ejemplo, se ha duplicado a nivel mundial.

El mayor impacto de esto recae en aquellos trabajadores que han pertenecido a la generación “Z” (personas entre 18 y 25 años) que, aunque hayan utilizado internet desde muy temprana edad y se sienten cómodos con la tecnología y las redes sociales, se sienten más aislados con la educación a distancia y con el teletrabajo.

Para regular esta modalidad laboral en México, la reforma a la Ley Federal del Trabajo fue aprobada y publicada el pasado 11 de enero de 2021, en la que se establecen las obligaciones que tanto empleadores como las personas trabajadoras deben cumplir. Entre las primeras se encuentran: proporcionar, instalar y encargarse del mantenimiento de los equipos necesarios; asumir los costos derivados de este tipo de trabajo, y respetar el derecho a la desconexión de las personas al término de la jornada laboral; entre los segundos: tener el mayor cuidado en la guarda y conservación de los equipos; informar con oportunidad sobre los costos pactados para el uso de los servicios de telecomunicaciones y del consumo de electricidad, y atender las políticas y mecanismos de protección de datos utilizados en el desempeño de sus actividades.

Sólo con una auténtica realización holística del estado del arte de la educación a distancia y del teletrabajo que nos pueda ofrecer diferentes niveles de comprensión y alternativas de estudio sobre la problemática que cada una plantea en este contexto contemporáneo, comprenderemos que ambas esferas son manifestaciones de una realidad en la que se encuentran potencial y permanentemente en interacción y que necesariamente tendrán que converger en un proyecto intergeneracional, aunque por el momento se aborden de manera diferenciada.

Pero en lo inmediato, debemos hacer de la educación un ejercicio flexible de la inteligencia y el saber, y de la práctica docente, una actividad proactiva que se adecue y a la vez encause una realidad cambiante y compleja, pandémica y pos pandémica que se extiende hasta los límites del teletrabajo. En este sentido, la maestra Delfina, Titular de la SEP, en su inicio, con un signo distintivo, señaló el espíritu y esencia de una práctica que al parecer será una constante: “La pandemia llevó al Sistema Educativo Nacional a la necesidad de adaptarse continuamente, mientras se avanza en la lucha contra el COVID-19”.

Próximamente tendrá lugar la designación de la persona que tendrá la titularidad de la dirección de la Escuela Superior de Economía del IPN. En la terna aprobada por el Pleno del Consejo Técnico Consultivo Escolar, se encuentra el Mtro. Alejandro Hernández Sánchez. Hombre probo, previsor, reflexivo y humano, incesantemente ha manifestado con entusiasmo que, de llegar a ese puesto, hará que ese centro de estudio e investigación se consolide como una de las mejores instituciones públicas de formación profesional y de investigación de la ciencia económica, donde se eduquen profesionistas de elevada calidad intelectual y académica, sensibles, con pensamiento crítico y compromiso social. Su propuesta de trabajo presentada por el Mtro. Alejandro Hernández Sánchez, para ocupar la Dirección de la Escuela Superior de Economía alcanza su máximo nivel de calidad, compromiso, claridad y excelencia, acorde con el contexto económico y educativo contemporáneos. Desde aquí le deseo no la suerte, sino el éxito merecido.

El pasado jueves 24 de marzo se llevó a cabo un mitin frente a la rectoría de la UNAM, precedido por un gran número de paros de actividades en escuelas y facultades. Se habla que 30 mil profesores de asignatura (sin duda una gran mayoría respecto al número de profesores de carrera de tiempo completo) están contratados en condiciones precarias; con sueldos famélicos, y, al término de cada semestre, cargando con la incertidumbre de su recontratación. Además, en las condiciones actuales de la pandemia, han tenido que solventar los gastos de conexión a internet y soportar el retraso en el pago de salarios devengados. Los profesores de asignatura merecen el reconocimiento y respeto de sus autoridades universitarias. Expreso mi solidaridad para que se les dé un trato justo y digno por su labor.