Opinión

Frontera del Terror

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Frontera del Terror

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Después de aplicar ahí una de las primeras medidas lopezobradoristas: incentivos fiscales, baja en el precio de gasolinas y aumento en el salario mínimo, la frontera norte aparece como la única región del país con despunte económico en el año de gobierno, pero también con crecimiento en tragedia, violencia, empobrecimiento y crisis social, lo que ha empezado a revertir la vocación de aceptación migratoria de la franja norte,  ahora hacia el rechazo, la indignación, el miedo y la organización, también, de autodefensas.

En la frontera norte, el crecimiento del 5.7 por ciento en producción manufacturera reportada por el  Instituto Nacional de Geografía e Informática (INEGI), va de la mano con el aumento en la tasa de homicidios, daño en propiedad ajena y violaciones surgida este año;  630 veces más que la registrada en el resto del país.

Sin embargo, las voces de esa frontera que alcanzan a escucharse a nivel nacional son las de los conflictos postelectorales, ansias de poder, actitudes antidemocráticas, pugnas partidistas y de nuevo, un abandono total de la sociedad y de la migración que ahí va concentrando una verdadera mezcla explosiva.

A lo largo de 2018 y 2019, Tijuana en Baja California Norte, ha ocupado mes con mes la nada orgullosa posición como el municipio más violento del mundo, sí, del mundo con un promedio de 139 homicidios por cada 100 mil habitantes,  seguido solamente por Acapulco y Caracas, comparativamente con los 22 por cada 100 mil que se registraron a nivel nacional durante el primer semestre del 2019.

La llegada de grupos migrantes chinos, haitianos, africanos, además de las caravanas procedentes de Centroamérica a ciudades de Baja California, particularmente a Tijuana, ha provocado un gran impacto en la sociedad que han empuñado ya banderas de protesta y solicitud de ayuda, sin que hasta el momento las autoridades hayan prestado atención al rápido incremento también de desapariciones, extorsión y robo que empiezan a pintar el registro con señales de crimen organizado trasnacional.

Para las asociaciones sociales estudiosas de la migración en la región, el incremento en ese tipo de delitos tiene directa relación con una mayor presencia del crimen organizado en toda la península, algo muy alarmante si se recuerda que la federación tardó más de 50 años en combatir a los grandes cárteles que ahí se encumbraron, aliándose con el poder económico y político.

Los diputados federales por Baja California, Héctor Cruz Aparicio y María Rossete, representantes del Partido Encuentro Social han sido en varias ocasiones amenazados por denunciar la proliferación de grupos criminales que acosan a la población tijuanense, que operan mediante un bien delineado plan por colonias y que sí tienen relación y vínculos no sólo con la migración, sino con el crimen organizado.

Confirman ambos legisladores que la situación en Tijuana se ha descompuesto rápidamente, que hay hartazgo en una sociedad que otrora abría las puertas a la migración y hoy ha manifestado de muchas formas su hartazgo y protesta por la inseguridad, el descontrol gubernamental de los grupos migrantes, el aumento en la basura, las condiciones de deterioro y degradación de la infraestructura urbana, etc.

La situación ha modificado comportamientos y hábitos que reflejan miedo entre los habitantes. Los tijuanenses, siempre aliados de la migración, ahora están reacios.

Lo más grave del tema no es la indiferencia del gobierno federal y las fuerzas armadas, ni siquiera la ausencia del gobierno estatal del panista Kiko Vega que, como Peña Nieto, se deslindó de la responsabilidad de su ejercicio de gobierno en cuanto la población sufragó por Jaime Bonilla, abanderado de Morena. No.

Mayor preocupación es la organización incipiente, pero clara, de grupos de un tipo de autodefensas que empiezan a operar.

Nadie aún en Baja California Norte se atreve a mencionar con otro nombre lo que está sucediendo en esa frontera. Nadie se atreve siquiera a ponerle nombre a la existencia de escuadrones de la muerte que de manera privada pudieran proveer seguridad a los ciudadanos, a las empresas o a algunas de las élites sociales.

Nadie se atreve, pero es urgente que lo hagan. Es urgente que se analice la grave y creciente situación de violencia en la entidad, porque las autodefensas de Michoacán nacieron como presuntos ciudadanos a la sombra de un gobierno que después perdió el control. Autodefensas que a la fecha juegan su propia estrategia de presión y violencia.

La muy preocupante idea de algo similar en la frontera norte, bajo el símbolo de escuadrones de la muerte para combatir la inseguridad, ya sea de crimen, organizado, común o migrantes pondría a los gobiernos estatales y al federal de México en absoluta desventaja, en descontrol y sometimiento en una región que concentra el mayor mercado de drogas, armas, migración ilegal y trata de personas.

Sin embargo, la única ocupación federal en esa entidad a la fecha es una consulta a mano alzada para la ampliación de mandato de Jaime Bonilla para gobernar a una ciudadanía que de nuevo, como lo hizo hace más de una década, tendrá que crear sus propios mecanismos de recuperación de la paz y la convivencia pública.

Twitter: @Ethelriq