Opinión

Gambito de dama y Andrés López Obrador

Gambito de dama y Andrés López Obrador

Gambito de dama y Andrés López Obrador

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada

Reina, torre directa y peón ladino

Sobre lo negro y blanco del camino

Buscan y libran su batalla armada.

No saben que la mano señalada

Del jugador gobierna su destino,

No saben que un rigor adamantino

Sujeta su albedrío y su jornada.

También el jugador es prisionero

(La sentencia es de Omar) de otro tablero

De negras noches y de blancos días.

Dios mueve al jugador, y éste la pieza

¿Qué dios detrás de Dios la trama empieza

De polvo y tiempo y sueño y agonías?

Jorge Luis Borge

Yo no sé jugar ajedrez, nunca lo he intentado, pero me da la impresión que es que el juego de los dioses. Surgió en la India, en el siglo VI d.C ( y en qué otro lugar podría ser, si allí la divinidad se encuentra dentro de cada indio. ¨Me inclino ante mi dios interno¨, dice un famoso mantra : Om Namah Shivaya) . Primero se llamó Chaturanga o juego del ejército y, como sucede en todo, hasta con las pandemias de la Edad Media y el Renacimiento, se difundió mediante las rutas comerciales. Primero, se sabe que llegó a Persia, luego al imperio bizantino y finalmente al entero continente asiático. Los árabes estudiaron los diferentes movimientos que el juego permitía y escribieron tratados sobre el ajedrez y también desarrollaron el sistema de notación algebraica.

El análisis de los mecanismos que pueden seguir los dos jugadores de un partido de ajedrez se aprecian, aunque no se entiendan si no se conoce el juego de ajedrez, en una de las series más exitosas de Netflix, la hoy muy famosa Queen´s Gambit, en español Gambito de dama, basada en una novela de suspenso del escritor estadounidense Walter Tevis, publicada por primera vez en 1983. No he leído el libro. Veo capítulos de la serie a la hora de la comida y casi estoy por terminarla. Como a todos los espectadores me intriga la pasión desbordada de la protagonista, Beth Harmon, una joven huérfana adoptada por una dulce mujer alcohólica, a quien el marido abandona en cuanto siente, me imagino, que Beth será una compañía para su esposa. La fascinación por el ajedrez la desarrolla Beth desde los ocho o nueve años en el orfanatorio donde crece. El portero es quien le enseña el juego divino. Entonces comienza la extraordinaria historia de una obsesión por el ajedrez, los posibles pasos de las figuras para cercar al contrincante y ganarle, el universo casi infinito de posibilidades sobre el tablero. Beth lee con afán libros de ajedrez y se inscribe en torneo escolares, estatales y finalmente internacionales. La actriz que interpreta a Beth, Anya Taylor-Joy, la dirección, el escenario de la década de los sesenta (hasta donde voy) y la trama, siempre desde el mundo íntimo, personal de Beth, y los constantes encuentros ajedrecísticos, resultan, en mi opinión, hipnóticos. Me subyugan.

El juego de ajedrez apareció en Europa entre los años 700 y 900, a través de la conquista del Islam. Curiosamente, se sabe que lo practicaban los vikingos. La era moderna de este juego ocurre en el siglo XV. Desde ese tiempo, las piezas han conservado las mismas formas hasta hoy y, como el tablero y sus cuadros, unas son blancas para un jugador y para el otro , negras. Cada ajedrecista tiene 16 piezas, que se sitúan en el tablero, dividido en 64 casillas. Cada uno de los dos participantes inicia con un rey, una reina (o dama), dos alfiles, dos caballos, dos torres y ocho peones. Es un juego de estrategia, como la guerra y como la diplomacia, analogía de mi hijo Sebastián, que me soltó en una llamada por teléfono. Yo, que generalmente me guió por la intuición, sería la peor estratega, una nulidad como militar o como política. El quid de todo el asunto es que uno de los jugadores no pueda proteger a su rey durante las diversas tiradas y entonces su contrincante le da jaque mate. Allí termina el encuentro, ante el azoro del público presente en los encuentros importantes.

El título del libro y de la serie de Netflix, Gambito de dama, se refiere a una apertura del juego, en la que el jugador inicial ofrece una pieza a su contrincante. Es una estrategia y, desde luego, el juego se complica después. Se trata de una maniobra que uno esperaría sucediera en la arena política de hoy y que la adoptara el presidente Andrés Manuel López Obrador para principiar la relación con el presidente electo (a todas luces ganador) de los Estados Unidos, el demócrata Joe Biden. Así me lo planteó mi hijo, que estudió Relaciones Internacionales. Secundo a Sebastián y no así al señor presidente, que ha detenido, como imagen congelada de Zoom, la relación bilateral más importante de nuestro país.

Cosas veredes. No dejen de ver la serie.