Opinión

Ganar o morir: Carrusel de intercambios de QBs

Ganar o morir: Carrusel  de intercambios de QBs

Ganar o morir: Carrusel de intercambios de QBs

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Pocas veces hemos presenciado una fiebre de intercambios de quarterback como en este 2021; es más, me atrevería a decir que jamás en donde hayan estado involucrados tantos mariscales de campo de muy alto nivel, en sus mejores años y más impresionante aún que sean ellos mismos los que de una u otra manera pidieron salir de sus equipos. Lo anterior es señal inequívoca de que las lealtades de hace décadas han quedado muy, pero muy en el pasado.

No obstante, quizá todo es el reflejo de cada época, y esta es la actual NFL: la de ganar o morir ya. Esperar pierde sentido, después de todo, cuántos grandes jugadores a pesar de contar con ilustres carreras jamás ganaron de verdad, jamás supieron lo que era jugar en unos playoffs y menos aún en su Super Bowl.

Pero vayamos al motivo de esta reflexión: tres quarterbacks de alto nivel dejaron en claro que ya no querían seguir en sus equipos: Matthew Stafford de Detroit, Deshaun Watson de Houston y Carson Wentz de Filadelfia.

Cada uno, por razones muy válidas y respetables, pidió su cambio. Stafford fue claro y logró un acuerdo de manera mutua y amistosa con los Leones para salir. Harto de no ganar, rodeado de un talento a medias al ataque y una defensiva siempre porosa se fue. A sus 32 años el tipo aún está en un alto nivel de juego. Tras el interés mostrado por varios equipos, fueron los Carneros quienes lograron llevárselo a cambio de varias selecciones colegiales y de deshacerse de su otrora gran promesa como QB, Jared Goff, al enviarlo también a Detroit.

Un movimiento como éste ha dejado más que claro que en esta era en la Liga no existe paciencia para ganar: es aquí y ahora. Sencillamente no hay tiempo ni ganas de desarrollar a nadie y menos a un mariscal de campo.

Sean McVay, coach de los Carneros, no se tentó el corazón a la hora de buscar la pieza que piensa es la única que falta para ganar y volver a echar a andar su maquinaría ofensiva al traer a Stafford.

Con este movimiento la división Oeste de la NFC ha dejado en serios problemas a los 49ers de San Francisco que, al hacerlo cada vez más notorio, no están ya cómodos con Jimmy Garoppolo, quien tiende a lesionarse continuamente y pone al equipo en un predicamento, pues mientras que Seattle, Los Angeles y Arizona ahora cuentan con pasadores de calibre de playoff con Russell Wilson, Stafford y Kyler Murray, respectivamente, San Francisco queda como el equipo más inestable en la posición dentro de la cuarteta de la Oeste.

Y es precisamente aquí en donde entra otro de los mariscales que pidió salir de su equipo: Deshaun Watson. Molesto porque no se le tomó en cuenta para elegir al gerentee general y menos aún para contratar al nuevo entrenador, pidió ser cambiado. Con apenas 25 años de edad y un potencial enorme, ha visto como sus cuatro años en la NFL se han ido sin la certeza de que los Texanos van por el camino correcto. Y ciertamente no van en esa dirección.

Watson pidió contrataran a Eric Bienemy, el coordinador ofensivo de Kansas City, un tipo que sacaría jugó a su estilo de juego, sin embargo la directiva se decidió por un tal David Culley, ex asistente de John Harbaugh en Baltimore, y en donde era el responsable del ataque aéreo. En ese renglón, los Cuervos fueron el último lugar en la liga. Vaya decepción para Watson al saber quien era su nuevo entrenador. Ante eso, no tuvo más que decir que se iba. Saber si lo logrará es otra historia, pues es bastante complicada la negociación, aun así, son los 49ers quienes ya han levantado la mano para hacer de Watson un quarterback.

Es sabido sobre la agresividad de negociación que tiene Johnny Lynch, gerente general de los 49ers, para hacerse de jugadores, y además siendo un gran amigo de Kyle Shanahan, no suena descabellado que ambos ya se frotan las manos para exprimir el talento de Watson en la ofensiva de Shanahan, donde la habilidad y sobre todo movilidad del mariscal afroamericano puede ser lo que necesitan para ganar un título.

San Francisco ha puesto sobre la mesa varias selecciones colegiales y al mismo Garoppolo en el paquete que lo enviaría a Houston, sin embargo no hay que dejar de lado que en Nueva Inglaterra suspiran por repatriar a Jimmy G, quien bajo el mismo sistema de bolsa de protección sin grandes demandas de movilidad que hizo grande a Tom Brady, podría rehacer su carrera, después de todo, Garoppolo es un pasador muy certero detrás de una línea ofensiva de mamuts que le den tiempo para elegir sus blancos sin tener que moverse demasiado.

El tercero en la lista es Wentz, quien a pesar de su enorme talento, las fricciones con el ahora ex coach de Filadelfia (Doug Pederson) y el sentimiento de no haber ganado el Super Bowl que logaron las Águilas, acabó con su confianza, misma que fue aún más deteriorada con la llegada del ex mariscal de Oklahoma, Jalen Hurts. Eso acabó por derramar el vaso de su paciencia.

Todo apunta a que Wentz terminará en Indianápolis, reuniéndose con el coach Frank Reich, su ex coordinador ofensivo en Filadelfia y con quien alcanzó su máximo nivel, aun así existen varios equipos que necesitados en la posición seguro buscarán hacerse de sus servicios como Chicago, Washington o Denver, por nombrar a algunos.

Sin más, la realidad es que sorprende la facilidad con que hoy en día un jugador puede hacer presión para jugar en donde quiera. De cierta manera es muy válido si el equipo al que pertenece o va a llegar no ofrece una clara oportunidad de ganar. Y ya no digamos de ganar en el corto plazo sino de mostrar por lo menos que va en la dirección correcta.

Si nos vamos décadas atrás quedan ejemplos muy marcados de eso como la negativa de John Elway a firmar con los Potros en 1983 y que forzó su cambió a los Broncos, o el disgusto de Eli Manning en 2004 (más bien de su papá Archie Manning) cuando los Cargadores lo seleccionaron. El berrinche hizo que los Gigantes aceptarán un intercambio, por lo que reclutaron a Philip Rivers y luego lo mandaron a San Diego por el menor de los Manning.

Así que, viendo todo este movimiento, nos preguntamos qué tanto más habrían logrado hacer jugadores tan talentosos como el mismo Archie Manning, quien nunca pudo salir de Nueva Orleans, un equipo entonces gris y perdedor en donde sólo él brillaba como un muy buen mariscal de campo, o aquel temido linebacker Dick Butkus de Chicago, que jamás supo lo que era jugar en un playoff.