Opinión

Gobernanza

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La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Es muy difícil gobernar con sabiduría y justicia. Sin embargo, es el único camino que el gobernante debe transitar. Un gobernante que lo hace, es amado por su pueblo y trasciende en la historia.

Cada vez que se desea cambiar una costumbre de la población, esta debe realizarse a través del consenso y reflejarse en las leyes; si no, el gobernante corre el riesgo de ser vapuleado y no respetado, pues ningún pueblo acepta que le impongan reglas que no desea.

El pueblo siempre observa a sus gobernantes y emite juicios. La vida privada de los gobernantes se convierte en vida pública. Por ello, lo importante de que quienes ejercen el poder tengan en su actuar un comportamiento ético que muestre al pueblo que son dignos de dirigirlo hacia metas más altas. Porque el pueblo no es tonto. Siempre acaba desenmascarando a los tiranos, a los corruptos y a los ignorantes.

Es importante que los gobernantes sepan que la amistad que muchas personas les ofrecen es por interés, sobre todo si son subordinados. Estos difícilmente pueden ofrecer amistad y lealtad sincera, pues están pensando principalmente en la seguridad que obtienen a través del jefe. Donde no existe igualdad de condiciones es difícil que surja verdadera amistad. Algo semejante ocurre con aquellos que siguen a un gobernante para hacer negocios y obtener dinero. Todos están simulando que le valoran, pero no es cierto, ya que su propia libertad está coartada desde el principio. El gobernante debe saber que la adulación es como una peste de la que hay que alejarse, porque los halagos son para el puesto, no para la persona.

En realidad, el gobernante siempre está solo con su consciencia, y eso se constata muy claramente cuando deja el puesto.

Ejercer el poder es una prueba espiritual de primer orden, pues el poder debe utilizarse para servir a los semejantes. Sin embargo, muchas personas que lo ejercen se convierten en prototipos de prepotencia, egoísmo y corrupción sirviendo a sus propios intereses y obviando las necesidades populares. Por ello, quién sale incólume de esta prueba vivirá en paz, en esta vida y en las que vienen.

Comprendamos asimismo que nuestros gobernantes son humanos y que aun obrando de buena fe pueden cometer errores porque no son infalibles. Quién manda normalmente sabe cómo hacer muchas cosas, pero no puede saberlo todo. Mandar trae su propia carga y responder por ella no es cosa simple. Tener poder es un privilegio accidental en la vida que debe ejercerse con responsabilidad.

Todos debemos tener conciencia de nuestra igualdad esencial. Todos tenemos derechos que reclamar y obligaciones que cumplir.

Las enfermedades nos atacan a todos por igual, la vejez también. Todos nos doblegamos ante los embates físicos de la vida ya que nuestra humanidad es igual para todos. La enfermedad, los miedos, los ataques, a todos nos estremecen por igual.

Ninguna riqueza ni poder amortigua estos males y ninguna pobreza ni falta de poder los aumenta. Esto hace que recordemos nuestra fragilidad humana y nuestra finitud terrena.

Mail: corzoalma17@yahoo.com.mx