Japón cierra hoy martes la era Heisei (paz) del emperador Akihito, el periodo más pacífico que ha tenido el país en su reciente historia, iniciado en 1989 tras el fallecimiento del emperador Hirohito, el mismo que impulsó la invasión de China y Corea y quien se vio obligado a declarar la capitulación de su imperio ante las tropas de Estados Unidos, días después del lanzamiento de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki.

Con la renuncia este martes de Akihito, que pasa a convertirse en emperador emérito, comienza el miércoles la era Reiwa (bella armonía) con la jura de su hijo Naruhito como emperador, el primer relevo en vida en el Trono del Crisantemo en dos siglos.

La última vez que hubo una abdicación imperial en Japón fue el 7 de mayo de 1817, cuando lo hizo Kokaku. Los emperadores de entonces no solían superar los 40 años al frente del Trono del Crisantemo, pues fallecían jóvenes o eran forzados a abdicar.

Ley especial. Akihito, de 85 años, anunció el 8 de agosto de 2016 que por su avanzada edad y su quebrantada salud le resultaba difícil cumplir con sus funciones, pero no anunció oficialmente su deseo de abdicar, porque la ley de entonces no lo permitía. Fue necesario aprobar una ley especial, con la que el gobierno de Shinzo Abe anunció el 1 de diciembre de 2017 que la sucesión trono se haría entre el 30 de abril y el 1 de mayo de este 2019.

La ceremonia de abdicación durará unos diez minutos en el Palacio Imperial de Tokio, en donde se espera que Akihito pronuncie sus últimas palabras como emperador y entregue uno de los símbolos del Trono del Crisantemo que ha custodiado durante tres décadas: la legendaria espada Kusanagi.