En Roma conviven edificios, monumentos y espacios sagrados de distintas religiones, épocas y estilos, por lo que transitar las calles empedradas de esta ciudad parece confirmar el mito de la eterna Roma. No obstante, no se puede tener una fecha exacta de cuándo ni cómo se construyó esta idea, pero sí se puede revisar su historia a través de la exposición virtual Roma æterna o la construcción de un mito.

Durante el acto inaugural, celebrado por autoridades italianas y del Instituto Nacional de Antropología e Historia, la curadora María Margarita Segarra Lagunes puntualizó que la muestra reúne más de 150 obras “que van desde la antigüedad hasta nuestros días”, distribuidas en seis ejes temáticos: La construcción de un mito; Uso, reutilización y estratificación; La recuperación de la antigüedad; El triunfo del Barroco; El redescubrimiento de la antigüedad: Roma en el México centenario.

“Estos temas que conciernen las etapas de decadencia u obscuras de los últimos 2 mil 500 años, como las ha considerado la historiografía, en realidad vuelven a constituir el motor que permite a Roma volver a proponerse en el panorama mundial y que han dado lugar a algunos de los más extraordinarios momentos culturales de toda la humanidad. Estoy hablando, por ejemplo, del Renacimiento o del Grand tour”

El Grand tour, explicó el director del Instituto Italiano de Cultura, Gianni Vinciguerra, era un rito de paso obligatorio para las clases dominantes europeas, que vivió su edad de oro a partir de la segunda mitad del siglo XVIII. “Durante décadas un sinfín de viajeros visitaron Italia, que, en aquella época, requería años para hacerlo, además de mucha perseverancia y espíritu aventurero. El viaje era agotador, pues había muchos cruces de fronteras entre pequeños estados y compañeros de viaje que a veces se volvían insoportable, sin tomar en cuenta que viajar no estaba exentos de peligros”.

Este viaje tenía la función de ampliar horizontes culturales, ayudar a moldear el carácter y la personalidad, así como crear una red internacional de contactos sociales y profesionales, “además de coronar la conclusión de los estudios del vástago aristocrático de las cortes europeas y, posteriormente, al Grand tour se incorporó la clase intelectual burguesa europea.

“Los eruditos, escritores y poetas querían ver, aprender y comprender con sus propios ojos. Esperaban sacar sabia nueva de Roma para su propia inspiración artística, cuando en el 1786 Johann Wolfgang Goethe, autor de la novela Las desventuras del joven Werther, inició su estancia de casi dos años en Roma, el Grand tour se enriqueció con un nuevo elemento: la nostalgia por Italia y por Roma”.

Con este fenómeno, añadió, estalló la fiebre por Roma, la cúspide del viaje a Italia. Sitio para buscar el sentido artístico y el autoconocimiento. “La continua estancia de estudiosos y artistas internacionales en la ciudad eterna había permitido algo único: la gran circulación de la cultura cosmopolita. En roma se cumpliría la aspiración tan idealizada por el siglo de las luces de una cultura cosmopolita que, al expandir el concepto de Patria y ciudadanía, se oponía al localismo y al nacionalismo”.

COLABORACIÓN. Diego Prieto Hernández, director general del INAH, destacó que han sido muchos los vínculos con L'Università degli Studi Roma Tre, pues además de la exposición, colaboran en la restauración de bienes culturales afectados por los sismos de 2017.

Luca Pietromarchi, magnífico rector de L'Università degli Studi Roma Tre, puntualizó que colaboran con en tres proyectos específicos: el exconvento agustino de la Inmaculada Concepción y el del antiguo Templo y Convento de San Juan Bautista, en Morelos; y el Templo de la Gualupita, en Amecameca.

Exposición virtual está disponible en https://www.romaeternadigitale.it/