Opinión

Increíble grado de maldad

Increíble grado de maldad

Increíble grado de maldad

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

No me importa si un animal es capaz de razonar.

Sólo sé que es capaz de sufrir, y por ello lo consideromi prójimo

Ludwig Philipp Albert Schweitzer

1875-1965

Misionero médico en África, filósofo, teólogo y músico franco-alemán.

Premio Nobel de la Paz 1952

Para este miércoles, obvio es que se hubiera esperado de mí, la reseña de algunas de las medidas tomadas a favor o en contra de aplicar regulaciones más o menos fuertes al comercio de especies animales bajo riesgo. Ello, como resultado de las propuestas discutidas en la CoP 18 de la CITES que justo finaliza hoy, en Ginebra, Suiza. En lo personal especialmente estaba preocupada por lo relativo a las jirafas, que ante su muda extinción requieren ya restricciones duras y puras para su manejo comercial, y por lo tanto, una mayoría de los 183 países participantes (menos México que sesgada y sospechosamente se abstuvo) así lo entendieron, votando por su ingreso al Apéndice II. Igualmente me interesaba pronunciarme sobre lo concerniente a elefantes, cocodrilos, tiburones y nutrias, y particularmente respecto al asunto vaquita-totoaba-Profepa-CITES que estuvo a punto de colapsar, de no haber sido por una acción eminentemente diplomática que pospuso las fuertes sanciones económicas programadas para nuestro país ante los nulos avances en la protección de la vaquita marina y el combate a la pesca ilegal de totoaba, práctica esta última que como se sabe, tiene a la endémica marsopa a un minuto de la extinción. Fuimos salvados por la campana, pero entendiéndose que las determinaciones solo fueron postergadas para ser nuevamente puestas sobre la mesa el año entrante, cuando México, sí o sí, tendrá forzosamente que acreditar resultados eficientes y enérgicos en EL TEMA, más allá de las alegres cifras con las que a mi juicio la titular de la Profepa, Blanca Mendoza Vera, perdió el tiempo. En ello estaba, cuando…Al momento en que tal información iba dándose y al parejo se festejaba en las redes sociales el #InternationalDogDay, su servidora cambió de rumbo al recibir un video documentando un caso de extrema crueldad acontecido en Huehuetlán el Chico, Puebla; perversa acción realizada con absoluta premeditación, alevosía y ventaja sobre un perro callejero blanco y de talla grande, que mientras estaba totalmente distraído en su propósito de equilibrarse sobre un bote de basura, para buscar en su interior desperdicios que le quitaran el hambre, fue víctima de un traicionero y radical corte de cola a vil tijera jardinera que un desalmado ente enfermo le aplicó hasta riéndose, mientras otra torcida mente le grababa el hecho para luego hacerlo público y prender ideas. Lamentablemente no se conoce el destino del pobre animal, que incluso a saber si sobrevivió a tamaña agresión, lo que seguramente dificultará el juicio a los criminales, porque ha de saberse que el Código Penal poblano y también su reciente Ley de Bienestar Animal sancionan —uno como delito y la otra con multas— este tipo de desgraciadeces, situación que aparte cuenta con un indiscutible testimonio como es la misma filmación hecha pública y como tal, suficiente fundamento para aceptarse como denuncia popular que logre cárcel para la pareja de miserables a los que les deseo les pase algo similar, aunque sea políticamente incorrecto expresarme así. Me vale. Lo correspondiente es que paguen su fechoría partiendo de que sin duda son un verdadero y real peligro potencial para la comunidad humana. Puntualmente para niños, niñas y personas de avanzada edad. Sin embargo…Cuando doy cuenta de la falta de castigos ejemplares sobre hechos que involucran a menores abusados y a mujeres que tras ser violentadas luego son asesinadas, me pregunto qué poder esperar para los animales no humanos. Estoy desolada, y solo espero que el comunicado emitido por la Secretaría de Medio Ambiente del Estado de Puebla y que respalda su titular Beatriz Manrique (@Betymanrique), sea en efecto un compromiso para dar con los tipejos, evidenciarlos, y para que la ausencia del cuerpo victimado no sea pretexto para que la libren impunemente. En pueblo chico todos se conocen y hasta trabajan para el mismo patrón: el Municipio.

Desde luego este caso no es el primero al que me enfrento y tampoco el más delicado, pero lejos de acostumbrarme, los años están haciendo mella en mi fortaleza y ya no estoy aguantando.

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