Opinión

Indígenas y mestizos

Indígenas y mestizos

Indígenas y mestizos

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El sábado 16 de noviembre, Andrés Manuel López Obrador señaló que los adultos mayores indígenas recibirán sus apoyos a los 65 años, en tanto que los mestizos a los 68 años. Las reacciones en pro y en contra de esta decisión no se hicieron esperar. Por ejemplo, la senadora Kenia López publicó en su cuenta de Twitter: “Lamentable y alarmante que este gobierno tome decisiones en función de la raza y sobre todo que lo externe el propio Presidente de la República; necesita leer sobre derechos humanos. #LopezRacista.” En contraste, Gerardo Esquivel tuiteó: “‘Todos somos mexicanos. No dividan. No nos discriminen.’ Todos los que durante años han tratado de invisibilizar o negar la marginación y discriminación de la que ha sido víctima la población indígena.” Se sabe que cuando se incluyen temas raciales en la definición de políticas públicas, por lo general se levantan discusiones acaloradas.

Una pregunta que me parece pertinente es: ¿en qué punto se fijará la distinción entre indígenas y mestizos? La aclaración es necesaria porque, en realidad, entre indígenas y mestizos no hay una división tajante sino un continuum. Además, normalmente se piensa que los indígenas se integran en comunidades rurales; en contraste, los mestizos se encuentran en las ciudades. No obstante, dentro de algunas comunidades indígenas hay mestizos. Es un hecho que muchos indígenas viven en lugares diferentes de sus comunidades (incluido Estados Unidos).

Hay “un pequeño detalle” que se le olvidó a AMLO: México no sólo está conformado por indígenas y mestizos, sino también por población de origen africano. A esa vertiente demográfica se le llama “la Tercera Raíz”. No tomar en cuenta a los afro-mexicanos sí es muestra de un talante excluyente. En efecto, López Obrador, a quien tanto le gusta la historia, omitió que la población mexicana está compuesta por una combinación de razas, lo que dio origen, en la época colonial, a las castas. En esa época hubo un sistema discriminatorio que se basó en “la pureza de la sangre”.

El constitucionalismo liberal, que ha tenido un hilo conductor (1824,1857 y 1917), fue haciendo a un lado esas pautas raciales hasta desaparecerlas y concretar las garantías individuales y los derechos políticos. Así avanzó México.

Lo que ha hecho Andrés Manuel López Obrador al establecer “la pureza de la sangre” como regla para otorgar la ayuda a los adultos mayores es contrario al espíritu y a la letra de nuestra Constitución. Ciertamente, se trata de una discriminación “al revés”; pero, de todas maneras, introducir una pauta según el grupo étnico al que se pertenece es hacer retroceder a la nación a tiempos ya fenecidos. Esas épocas en las que se resaltaba el origen racial fueron superadas por la modernidad liberal-democrática.

Como en tantas otras declaraciones y acciones, en este caso AMLO ha sacado a relucir su conservadurismo y antijuarismo.

Pero, ¿por qué se fue a meter él solito en este berenjenal? Hay por lo menos dos razones para explicar la visión discriminatoria de AMLO: por un lado, aún no ha pasado de moda la corriente de pensamiento llamada “multiculturalismo”, que tiene como principales exponentes a Charles Taylor y Will Kymlicka. Esta línea afirma que el liberalismo plantea una falsa igualdad. Lo que existen, en realidad, son grupos que se distinguen por su pertenencia genética, lingüística, cultural, histórica y que, por tanto, tienen derecho a regirse según sus usos y costumbres. El multiculturalismo reivindica el “derecho a la diferencia”.

Esta corriente rechaza que haya un Estado nacional o una (ficticia) identidad nacional. Lo que existe, realmente, son diversidades culturales y, en consecuencia, promueve el separatismo como el de Quebec en Canadá o Cataluña en España. Los multiculturalistas esgrimen, en consecuencia, la desaparición de las Constituciones liberal-democráticas y reivindican los derechos colectivos, la superioridad de la comunidad sobre los individuos.

Como se puede deducir fácilmente, se trata de una vertiente de pensamiento ultraconservadora y antimoderna. No obstante, conviene resaltar sus rasgos principales porque dentro del equipo de AMLO hay personas que defienden a capa y espada al multiculturalismo. No es descabellado pensar que estos multiculturalistas-morenistas le hayan vendido la idea al tabasqueño y éste. feliz y contento, se las compró porque coincide con su conservadurismo.

Por otro lado, entre las banderas del neopopulismo están el nacionalismo y el racismo. Desde Donald Trump hasta Vladimir Putin, pasando por Viktor Orban, Matteo Salvini y Geert Wilders, han sacado a relucir el tema de la “pureza de la sangre”.

No eludo la situación de pobreza y marginación que afecta a los grupos indígenas. La cuestión es si puede resolverse ese problema dentro del marco liberal-democrático. La respuesta es sí. Sobre todo, sin tener que contraponerlos a los mestizos.

Una posible solución es la que ha planteado Pascal Beltrán del Río (“Indígenas y Mestizos”, Excelsior 20/XI/2019). Pascal cita la experiencia empresarial ecoturística del ejido San Cristóbal en el Estado de Hidalgo.

El reto no es convertir a los indígenas en clientes del caudillo, sino que haya una colaboración entre gobierno y comunidades para trabajar en proyectos específicos. O sea, sin tener que recurrir a pensiones diferenciadas según criterios raciales.

Twitter: @jfsantillan

Email: jfsantillan@tec.mx