Opinión

Inéditos saberes tras el COVID-19 y la innovación educativa en la nueva escuela mexicana

Inéditos saberes tras el COVID-19 y la innovación educativa en la nueva escuela mexicana

Inéditos saberes tras el COVID-19 y la innovación educativa en la nueva escuela mexicana

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Dos expresiones que están siendo aforismos en este tiempo del coronavirus, sin duda son: “después de esta pandemia ya nada será igual” y “vamos a aprender mucho de todo esto”; locuciones cuya intencionalidad rebasan (o deben rebasar) lo meramente motivacional, la enunciación vacua o las moralejas propia de las fabulas candorosas.

Por las dimensiones, impactos y consecuencias del COVID-19 en la condición humana de nuestro tiempo, debemos partir de estas expresiones para el desarrollo riguroso de grandes axiomas de vida, estableciendo principios fundamentales para una nueva educación y de los pasos primigenios para la acción consecuente de su ejercicio y prácticas cotidianas.

Al momento evoco los comentarios que recientemente hizo el titular de la Secretaría de Educación Pública en el sentido de que, superada la emergencia sanitaria, las universidades deben estudiar a fondo su oferta educativa, determinando las carreras que deberán ser impulsadas para vincularlas al sector privado, pero con la responsabilidad de que sus egresados impacten en la sociedad, así como el de determinar las opciones educativas que respondan a la nueva realidad.

Lo anterior, en el contexto actual, resulta ser oportuno para la redefinición y desarrollo de inéditos saberes y competencias que tendrán que ser comprendidos y practicados no solamente por los estudiantes de todos los niveles y modalidades educativas, sino por los docentes, padres de familia y tutores, sin excluir, obviamente, a quienes realizan actividades científico-investigativas, generando necesariamente el pensamiento y la actitud de apertura que requieren el cambio y la transformación.

Estos saberes tienen que ser edificados no solamente para profundizar sobre el conocimiento y manejo (como competencias extraordinarias) de las tecnologías de la información y comunicación o de aquellos dirigidos para el ingreso y movilidad en el mercado laboral, sino también para responder con mayor amplitud e innovación a las demandas de una realidad dinámica y compleja que a la vez exige la transformación holística del ser humano.

Así, consideramos que estos conocimientos, habilidades, aptitudes y capacidades que se vislumbran necesarios y pertinentes, son aquellos dirigidos a la autorreflexión y crítica, tanto del conocimiento alcanzado como del requerido; a la resolución de situaciones diversas mediante el manejo adecuado de las emociones y de los conflictos; al desarrollo de principios, valores y normas que den sentido de pertenencia respecto a la colectividad humana; al descubrimiento y reconocimiento de sí mismo y de los demás para el ejercicio de la solidaridad orgánica y la tolerancia constructiva.

Como referencia ineludible también debemos hacer alusión a los saberes propuestos por el Dr. Edgar Morin para la educación del futuro: características mentales y culturales del conocimiento humano; relaciones e influencias recíprocas entre las partes y el todo en un mundo complejo; organización de los conocimientos dispersos de las ciencias de la naturaleza y humanas, la literatura y la filosofía; sensibilizar para una coexistencia respetuosa; afrontar los riesgos, lo inesperado y lo incierto; entender las causas de cualquier forma de discriminación, racismo y xenofobia, y establecer la finalidad ético-política para una relación de control mutuo entre la sociedad y los individuos por medio de la democracia.

Con todo ello, si bien apunta a la adquisición de conocimientos integrales e innovadores, consideramos como condición fundamental que el educando comprenda y desarrolle la metacognición, es decir, la consciencia sobre sus diversos saberes: qué aprendió, cómo lo aprende y para qué los está aprendiendo.

Para realizar esta majestuosa tarea resulta imprescindible la concomitancia y simultaneidad de las diversas dimensiones humanas, de los campos cognitivos, áreas de estudio y especialidades científicas, articuladas de tal forma que a través de una transdisciplinariedad sean capaces de trascender los confines de sus propios cánones y preceptos.

En este contexto, impostergablemente debemos replantear y reorganizar los conocimientos mediante una aproximación e interacción entre innovación y educación, en el que el proceso de enseñanza-aprendizaje se caracterice por la estructuración de saberes, de su complementariedad, interconexión e integridad; libres de conceptos, escenarios y recursos educativos fragmentados, lineales, deterministas, unidimensionales y reduccionistas.

Es así que la Innovación Educativa refiere una serie de tácticas y estrategias en las que, a través de la liberación de la creatividad en la toma de decisiones, el capital humano, las estructuras, los sistemas, los procesos y las acciones se dirijan a la obtención de mejoras sustantivas, posibilidades y alternativas de nuevas teorías, métodos, contenidos y prácticas pedagógicas en busca de la calidad y excelencia educativas.

Ante ello, la Nueva Escuela Mexicana, siendo en sí misma un modelo innovador, tiene el enorme desafío, pero a la vez la inmensa oportunidad histórica de cumplir con la función suprema que le otorga la Ley General de Educación de propiciar un diálogo continuo entre las humanidades, las artes, la ciencia, la tecnología y la innovación como factores del bienestar y la transformación social.

Twitter: @UlisesLaraCDMX