Opinión

¿Informe o discurso de campaña?

¿Informe o discurso de campaña?

¿Informe o discurso de campaña?

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Según algunos analistas, el presidente Andrés Manuel López Obrador llegó fuerte al Segundo Informe de Gobierno porque cuenta con una popularidad del 58 por ciento. Allí está el problema de la ciencia política numerológica que confunde popularidad con fortaleza; en realidad, son dos cosas distintas. Cierto, a pesar de la pandemia del Covid-19 y de la crisis económica, el nivel de aceptación de López Obrador es alto; pero eso no significa que sea un Presidente fuerte.

Me explico: el sistema presidencial mexicano producto del Régimen de la Revolución se basó en instituciones fuertes. De allí que, durante décadas ese sistema presumiera de haber logrado garantizar la estabilidad política y la paz social. La paz priista se sustentó en la hegemonía del partido oficial, el verticalismo y el autoritarismo. El proceso de democratización trajo consigo la pluralidad, la horizontalidad y la negociación entre los partidos como mecanismo privilegiado para llegar a acuerdos.

En contraste, lo que ha hecho el tabasqueño desde que asumió el cargo de Jefe del Ejecutivo es debilitar las instituciones del Estado. Dice estar en contra del neoliberalismo, que es la teoría y la práctica de la limitación del poder y, en consecuencia, favorable al Estado Mínimo (Robert Nozick). Por eso los tecnócratas (de Miguel de la Madrid hasta Enrique Peña Nieto) hablaron de “adelgazar el Estado”. Pues ahora—avatares del destino—el hombre de Macuspana resultó más neoliberal: está poniendo en práctica la doctrina del Estado ultramínimo que ha dado por resultado un mayor debilitamiento de éste.

Tenemos aquí una paradoja porque López Obrador quiere revivir las glorias del viejo presidencialismo, pero ese presidencialismo fuerte se sustentó en instituciones fuertes, mientras que el presidencialismo de Andrés Manuel es débil porque está sostenido en instituciones débiles.

A los sistemas donde el hombre en el mando es superior a las instituciones y las leyes se les conoce como “sultanatos” (Giovani Sartori, Il Sultanato, Roma-Bari, Laterza, 2009) Por eso digo que la afirmación de la ciencia política numerológica según la cual El Peje llegó fuerte al Segundo Informe de Gobierno porque disfruta de altos índices de aceptación, no se sostiene en pie.

Entre las muchas frases que han sido destacadas del documento leído por el Jefe del Ejecutivo Federal (que más pareció un discurso de campaña) una destaca por su arrogancia:

“En el peor momento contamos con el mejor gobierno”. Pues los hechos lo desmienten. Y lo desmienten por la misma razón que hemos expuesta arriba: al debilitar a las instituciones, éstas no logran cumplir cabalmente sus funciones. Tomemos como referencia las tres prioridades del país: la pandemia, la crisis económica y la violencia.

El reporte hasta el 2 de septiembre de 2020 sobre el Covid-19 en México era de: 65,816 defunciones y 610,957 casos de contagio. Aunque al Peje no le guste que se mencione, nuestro país ocupa el tercer lugar entre las naciones que más muertes registran por coronavirus; está ubicado en los últimos lugares entre los países que menos pruebas realizan. Sabemos de las pésimas condiciones en que trabajan los hospitales, del desabasto de insumos básicos, del peregrinar de los familiares para encontrar dónde atiendan a sus enfermos.

Para nadie es un secreto las desavenencias que existen entre el Dr. Hugo López- Gatell y varios gobernadores acerca de las políticas a seguir en cuanto a la lucha contra la epidemia, los recursos económicos y suministros asignados, así como respecto del número real tanto de defunciones como de personas infectadas en diversas entidades de la república.

Por lo que hace al tema económico, López Obrador dijo que el comportamiento de la crisis muestra una tendencia en “V”, o sea, una caída producto de la epidemia y una pronta recuperación; pero de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, México registra una de las tres contracciones más profundas del planeta con un desplome del PIB de 10.5% en 2020. La recuperación va a ser mucho más lenta de los vaticinios del Peje.

Por lo que hace a la violencia también hubo una frase que conviene resaltar: “Ya no manda la delincuencia organizada”. En sentido opuesto a esta afirmación, Clara Jusidman (quien durante mucho tiempo fue simpatizante lopezobradorista) dijo que el 60% del territorio nacional está en manos del crimen organizado; o sea, el Estado, como monopolio de la violencia física legítima, ha perdido esa característica. En el mejor de los casos tenemos un Estado imperfecto; con muchos boquetes, como queso gruyere.

De acuerdo con Luis Estrada, director general de SPIN, mintió 101 veces en 45 minutos (Contrapeso Ciudadano, 01/09/2020)

Una última cosa: López Obrador dijo que para el 1 de diciembre estarían sentadas las bases de la 4T. Salta la pregunta: ¿Es un cambio de régimen? Varios analistas dicen que no. Pero, es evidente que nuestra democracia ha sufrido un grave deterioro: el tabasqueño ha polarizado al país, hostiga a la prensa y a los periodistas que no se alinean con su forma de pensar, ha debilitado al sistema de partidos, quiere centralizar todo lo que se pueda.

Estamos transitando de un régimen democrático a una autocracia populista (el sultanato).

Twitter: @jfsantillan

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