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Israel vota hoy entre el populista Netanyahu o un general moderado

Encrucijada. El premier se juega un quinto mandato con una promesa radical que equivale a perpetuar el conflicto palestino: la anexión de parte de Cisjordania. Es, lógicamente, el candidato de la guerra y el favorito de Trump. Al frente, el veterano Gantz es una luz al final del túnel

Encrucijada. El premier se juega un quinto mandato con una promesa radical que equivale a perpetuar el conflicto palestino: la anexión de parte de Cisjordania. Es, lógicamente, el candidato de la guerra y el favorito de Trump. Al frente, el veterano Gantz es una luz al final del túnel

Israel vota hoy entre el populista Netanyahu o un general moderado

Israel vota hoy entre el populista Netanyahu o un general moderado

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Todas las encuestas coinciden: las elecciones de Israel que se celebran hoy son las más reñidas de la década y el alto número de indecisos no ayuda a prever quién será el ganador, si el primer ministro Benjamin Netanyahu o el general Benjamin Gantz, un derechista moderado, lo más cercano que los israelíes han podido encontrar para echar del poder al halcón que se niega a hacer la paz con los palestinos, tras el derrumbe del laborismo histórico y de la izquierda pacifista. Qué lejos quedan ya los tiempos en que Isaac Rabin se daba la mano con Yaser Arafat, mientras ambos eran abrazados por Bill Clinton.

Alarmado por unas encuestas que anuncian que ganaría las elecciones, aunque por estrechísimo margen, su rival de la plataforma centrista Azul y Blanco, Netanyahu ha entrado en pánico, y tiene motivos: la fiscalía israelí quiere llevarlo ante un juez para que respondan por varios casos de ­corrupción. Apuesta a que, si gana un quinto mandato, será más difícil que él y su esposa acaben tras las rejas. Pero para ello debe lograr el siguiente objetivo: sumar más escaños que su rival entre la ristra de cuarenta partidos que acuden mañana a las urnas.

Rehén de los ultras. Con apenas 120 escaños en la Knesset (Parlamento), las encuestas anuncian que al Likud de Netanyahu no le salen las cuentas ni de lejos, por lo que, una vez más, tendrá que echarse en brazos de los partidos ultraortodoxos y ultranacionalistas, que cada vez elevan más y más el listón de sus exigencias.

Consciente de ello, el mandatario ha hecho una promesa de última hora que significaría una declaración de guerra para los palestinos: la anexión de asentamientos judíos en Cisjordania, una clara violación de todas las resoluciones de la ONU, pero que contaría con la bendición del mejor aliado posible: el presidente Donald Trump, el mismo que en plena campaña dijo que los Altos del Golán son israelíes y no territorio arrebatado a Siria.

Existe una lógica detrás de todo esto. Trump y Netanyahu no sólo son aliados contra Irán sino piezas clave para el renacimiento de la civilización judeocristiana que dirige desde la sobra su exasesor político en la Casa Blanca, el siniestro Steve Bannon.

“Esperanza contra extremismo”. Con este panorama, no es de extrañar que el principal rival de Netanyahu declarase ayer en la radio del Ejército que Israel debe elegir hoy entre “una dirección de unidad y esperanza” con su candidatura o una de “extremismo” bajo el actual primer ministro.

El mensaje del general Gantz no va dirigido desde luego a los extremistas colonos, cuya esperanza sería la expulsión de los palestinos de lo que llaman Judea y Samaria (Cisjordania), sino a ese 10 por ciento de israelíes que aún no sabe a cuál de los dos Benjamines votar.

La apuesta de Gantz es alertarlos no sólo del peligro que significa esa promesa de anexión, sino del peligro de que Israel acabe perdiendo la esencia laica y social de sus fundadores, que dio a los laboristas tres décadas de hegemonía, y acabe convirtiéndose en un Estado teocrático como ocurrió precisamente con su mayor enemigo: la República Islámica de Irán.

“Que regresa la izquierda”. Aunque Gantz no es de izquierdas, la apuesta de Netanyahu es mentir al electorado y alertar de que, con él, Israel corre el peligro de que acabe con en manos de “traidores de izquierda”, que aceptarían todas las exigencias de los palestinos, empezando por la proclamación de Jerusalén Este como capital de su futuro Estado.

“¡Que viene la izquierda!” es para Netanyahu el equivalente al “Hagamos a EU grande de nuevo” de Trump. Al presidente populista de EU le funcionó y el premier populista israelí espera que le funcione hoy. De hecho, hace cuatro años logró, con todas las encuestas en contra, ganar las elecciones con el siguiente lema: “¡Que vienen las hordas árabes!”, que sería el equivalente al “¡que vienen los criminales mexicanos!” que decía su amigo Trump.

fransink@outlook.com