Opinión

Izquierda de derecha

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La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Los votantes griegos acudieron a las urnas el fin de semana pasado, probablemente con la percepción de que un gobierno de izquierda que en la práctica se ha comportado como si fuera de derecha, no merecía la pena prolongarse en el encargo. Los resultados electorales han supuesto el término del gobierno izquierdista de Syriza y del primer ministro Alexis Tsipras, en favor del derechista partido Nueva Democracia (ND) y de su candidato Kyriakos Mitsotakis, con cerca del 40 por ciento de los votos (158 escaños) contra poco más del 30 por ciento de Syriza (86 escaños). No deja de ser paradójico que en 2015, ND perdió el poder por razones similares a las que ahora han prevalecido para castigar al gobierno de izquierda, particularmente por la aplicación de programas de rescate económico y la austeridad que ello supone. Cabe recordar que hace cuatro años, Syriza logró acceder a la primera magistratura al lograr una mayoría parlamentaria sobre la base de sus propuestas antiestablishment y en contra de la austeridad y la severidad de las medidas de ajuste impuestas al país por las instituciones financieras internacionales y de la Unión Europea.  Es casi proverbial lo dicho en aquel entonces por un portavoz del gobierno alemán, de que el pueblo griego tenía el derecho de elegir a quien mejor le pareciese, pero que ellos —los inversores— tenían el derecho a no financiar más la deuda de ese país. Era claro que el triunfo de Syriza había alarmado a los mercados por su disposición a combatir los privilegios de la oligarquía griega y la tecnocracia europea, como lo estimó el entonces candidato y ahora próximo ex primer ministro.

En las pasadas elecciones locales, regionales y al parlamento europeo, celebradas en mayo, los electores habían enviado ya un primer mensaje de hastío a Syriza, el cual no solamente obligó al gobierno a adelantar los comicios al mes de julio toda vez que el mandato de Tsipras acababa en octubre, sino que acabó de confirmar su salida del poder. ¿Para qué quedarse con el deseo de Syriza de parecerse a la centro-derecha si es posible tener a la centro-derecha? Se pregunta retóricamente David Adler, miembro del colectivo DiEM25, en alusión al resultado de estas últimas elecciones. (“The three mistakes behind Syriza’s demise in Greece”, The Guardian, 8julio2019, www.theguardian.com)

Es probable que una mayoría de votantes se haya hecho la misma pregunta que Adler, pues si bien parecía obvio que un re­dimensionamiento de la crisis del país por las avenidas de la izquierda era muy complejo, algo mejor era posible, aunque fuera mínimo, a pesar de las constricciones dic­tadas por la economía y la pertenencia de Grecia al espacio europeo. Al parecer nadie que le hubiera otorgado su respaldo esperaba que la ortodoxia de la derecha fuera adoptada por la izquierda. De hecho Adler extrae tres lecciones de estos comicios: la primera es que el caso de Syriza muestra que imitar mímicamente a la derecha contribuye muy poco a dete­ner su avance; la segunda, claramente una crítica a la figura de Tsipras, es no invertir todas las esperanzas en un político, ya que solamente un partido que tiene una base suficientemente cimentada en un movimiento social puede permanecer fiel a sus principios, particularmente en un contexto tan volátil como el griego, y tercera, mantener la flama de la rebelión encendida, en alusión a que cuando Syriza se convirtió en el promotor de la injusticia —como una crítica en relación con la gestión del gobierno, el deterioro progresivo de las condiciones de los trabajadores, las clases medias y los sectores más desprotegidos de la sociedad, y la dureza de su gestión de los flujos migratorios en su país—, su espíritu de rebeldía se perdió, y con ello su base de apoyo se colapsó.

gpuenteo@hotmail.com