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Johnson maniobrará en el G7 para acercarse a EU y presionar a la UE

En su primera aparición en la escena internacional como primer ministro británico, Boris Johnson, maniobrará en el G7 para acercar al Reino Unido a la órbita comercial de EU y presionará a los líderes europeos para que acepten renegociar el acuerdo del "brexit" o salida de su país de la UE.

Johnson maniobrará en el G7 para acercarse a EU y presionar a la UE

Johnson maniobrará en el G7 para acercarse a EU y presionar a la UE

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

En su primera aparición en la escena internacional como primer ministro británico, Boris Johnson, maniobrará en el G7 para acercar al Reino Unido a la órbita comercial de EU y presionará a los líderes europeos para que acepten renegociar el acuerdo del "brexit" o salida de su país de la UE.

Johnson está aparentemente determinado a abandonar la Unión Europea (UE) el 31 de octubre, incluso si no ha logrado pactar para entonces unos términos de salida, por lo que aspira a formalizar cuanto antes un tratado comercial con Washington, aunque sea parcial, para mitigar los efectos de ese eventual "brexit" duro.

El mandatario conservador mantendrá en la cumbre de Biarritz (Francia) su primera reunión como jefe de Gobierno con el presidente estadounidense, Donald Trump, con quien ha demostrado una buena sintonía durante su primer mes en Downing Street.

Medios británicos han avanzado que Trump, ferviente defensor del "brexit", valora la posibilidad de reunirse con Johnson antes que con cualquier otro asistente a la cumbre del Grupo de los Siete países más desarrollados (G7) -incluido el anfitrión, el presidente francés, Emmanuel Macron- como gesto simbólico para subrayar la relación espacial que une a EE. UU. y el Reino Unido.

En sus contactos con Macron, con la canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro dimisionario italiano, Guiseppe Conte, Johnson insistirá previsiblemente en suprimir del acuerdo de salida de la UE la polémica cláusula diseñada para evitar que se levante una frontera entre la República de Irlanda y la región británica de Irlanda del Norte.

Bruselas ve esa salvaguarda como una medida fundamental para proteger el proceso de paz del Úlster, mientras que Londres lo interpreta como un impedimento para desarrollar su propia política comercial tras el "brexit" y un recurso para mantener al Reino Unido alineado con la UE en contra de su voluntad.

Los líderes europeos se han mantenido firmes hasta ahora en su negativa a reabrir la negociación del acuerdo de salida que ya cerraron con la anterior primera ministra británica, Theresa May, por lo que Johnson tiene pocas opciones de que la cláusula de salvaguarda sea suprimida.

Ante el escenario cada vez más plausible de un "brexit" sin acuerdo, el Gobierno de Estados Unidos ha dado señales en los últimos días de que está dispuesto a respaldar al Reino Unido en ese escenario.

El asesor de Seguridad Nacional de Trump, John Bolton, visitó Londres durante dos días la semana pasada para reunirse con Johnson y con los principales miembros de su Ejecutivo.

Para sorpresa de los analistas políticos, Bolton no solo abordó asuntos de seguridad, como las relaciones con China e Irán, sino que dedicó buena parte de su tiempo a dialogar sobre un acuerdo comercial con el Reino Unido, una competencia aparentemente alejada de sus funciones.

La visita de Bolton disparó las especulaciones sobre la posibilidad de que Washington y Londres tengan listo un tratado provisional que entraría en vigor el 1 de noviembre, un día después de la fecha del "brexit".

En ese supuesto, el Reino Unido evitaría parte de los trastornos de una salida desordenada de la UE, que amenaza con colapsar los puertos debido a nuevos controles aduaneros, provocar un desabastecimiento de alimentos y medicinas provenientes del continente europeo, y empujar a la recesión a la economía del Reino Unido.

El G7 es una oportunidad para que Johnson y Trump avancen hacia ese acuerdo trasatlántico, e incluso existe la posibilidad de que ambos firmen en Biarritz una hoja de ruta en esa dirección.

Los problemas que plantea ese escenario, sin embargo, no han tardado en emerger. La presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, la demócrata Nancy Pelosi, se ha apresurado a advertir de que el Congreso no aprobará un acuerdo comercial con Londres que contravenga el tratado de paz de Irlanda del Norte.

El acuerdo de Viernes Santo, firmado en 1998, exige que no haya una frontera entre el Úlster británico y la República de Irlanda. Por ello, el compromiso de paz quedaría técnicamente roto si el Reino Unido sale de la UE sin haber aceptado la cláusula de seguridad que exige Bruselas.

El peso de los políticos de ascendencia irlandesa en el Congreso estadounidense puede bloquear, por lo tanto, las relaciones comerciales entre Washington y Londres en caso de un "brexit" duro.

Otro obstáculo es la falta de tiempo para negociar un acuerdo comercial comprehensivo en tan solo dos meses, por lo que se ha puesto sobre la mesa la posibilidad de forjar un tratado parcial que evite el colapso de sectores clave, como la agricultura y la industria automovilística.

Ese convenio podría contravenir, sin embargo, las normas de la Organización Mundial de Comercio (OMC), que estipulan que los acuerdos de libre comercio deben cubrir "substancialmente todos los intercambios" entre dos países, una definición que se suele entender como el 90 % de ellos.

Respecto a las respuestas a la crisis climática, uno de los temas centrales del G7, Downing Street ha asegurado que Johnson llegará con propuestas sobre medioambiente y biodiversidad, aunque la postura de su Gobierno en ese terreno está envuelta en incertidumbres.

El equipo de Johnson no ha desmentido hasta ahora las especulaciones que apuntan a que el Reino Unido planea reducir el precio de las emisiones de dióxido de carbono tras el "brexit" para atraer a la industria y competir con la Unión Europea.