Escenario

José José: Una voz para la eternidad

La trayectoria que alcanzó el éxito a costa de la vida de una de las voces masculinas más emblemáticas de México

La trayectoria que alcanzó el éxito a costa de la vida de una de las voces masculinas más emblemáticas de México

José José: Una voz para la eternidad

José José: Una voz para la eternidad

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

"No tengo miedo al futuro. Mi vida ha valido la pena”, dijo José José en una de las últimas entrevistas que dio, y que fue publicada en septiembre del 2017 por la revista Vanity Fair. El hombre de la voz prodigiosa, fue conocido como El Príncipe de la Canción, pero cuando nació no era príncipe, ni tampoco José José, era simplemente José Rómulo Sosa Ortiz, proveniente de una familia humilde y apasionada por la música.

Nació en Azcapotzalco, el 17 de febrero de 1948. Su padre fue José Sosa Esquivel, quien también tuvo reconocimiento como tenor de ópera durante los años 50; su madre, Margarita Ortiz Pensado, también se dedicó a la música como concertista de piano. Desde niño creció en un ambiente que mezclaba las travesuras y juegos con sus primeros pasos en la cantada como parte del coro del colegio, donde entonaba el Himno Nacional, pero también bajo algunas reglas.

En su casa su papá no le permitió ni a José, ni a sus hermanos José Octavio (historiador musical) y Héctor (contratenor y pianista), el acercamiento a la música popular. Soñaba con que sus hijos se educaran en el bell canto, lejos de las canciones de Chuck Berry y de los Beatles, “pésimos artistas” que, según él, “pervertían a la juventud con su rebeldía desaforada”.

Don José sólo trabajaba dos veces al año en la ópera, por lo que por mucho tiempo se ganó la vida tocando el órgano en la Iglesia de un barrio rico. Años más tarde, José José confesó que a su papá le atormentaba ver su talento desperdiciado en una parroquia, entre sotanas y crucifijos, así pasó que sus frustraciones provocaron una neurosis que lo llevaron a refugiarse en el alcohol. Esa vez, José José dijo que los únicos momentos de paz con su padre tuvieron lugar en un jardín junto a la iglesia, donde jugaban beisbol.

“No hay manual para ser niño ni para ser padre ni para ser adulto. Generalmente te equivocas…”, expresó en una entrevista, y cobra otro sentido si uno recuerda que José José eligió su nombre artístico en homenaje a su padre: dos veces José. Su padre, que le permitía todo con la condición de que no abandonara los estudios de Mecánica de Aviación.

José Rómulo cultivó su estilo musical con éxito, gracias a su mentor, el cantante Pepe Jara. Cuando su padre abandonó el hogar, en marzo de 1963, José formó un trío de jazz y bossa nova con su primo Francisco Ortiz y su amigo Alfredo Benítez, dando así inicio a su carrera como cantante a los 15 años de edad. Las serenatas en el repertorio de los éxitos románticos de aquellos años, fueron los inicios de una carrera. Además de cantar, tocaba el bajo y contrabajo.

Era fanático de Frank Sinatra y Johny Mathis, quienes sonaban en las estaciones de radio. De ellos adoptó un estilo que le permitió hacer llegar, en 1965, su sencillo “El mundo” y luego “Ma vie, mi vida”, que presentó en la televisión a través del canal 2, durante el programa Orfeón A Go Go.

Pero hubo dificultades con la continuidad de su carrera, así que volvió a conformar un trío, esta vez con músicos poco conocidos llamados Enrique Herrera y Gilberto Sánchez, pero bajo el nombre artístico de Los Peg. Se presentaron en El Café Semiramis, en marzo de 1966, con éxito intermitente.

Tocaron también en lugares populares de la capital como Tropicana, La Llave de Oro, El Cazador y Apache 14; fue en este último lugar donde lo escuchó cantar el compositor y productor discográfico Rubén Fuentes, quien le ofreció un contrato con la filial mexicana del sello mundial RCA Víctor (hoy Sony-BMG), con la condición de dejar de presentarse en sitios nocturnos. Como era el sustento de su familia, para él era imposible, pero su madre abrió un restaurante para apoyarlo.

Casi terminaba la década de los 60 cuando lanzó su primer disco Cuidado, bajo la supervisión de Fuentes y Armando Manzanero. A pesar de que este LP contenía excelentes temas (que luego serían grandes éxitos) como “Pero te extraño” y “Sin ella”, la disquera no le dio la suficiente promoción, pues consideraba que no era comercial sino muy fino. Había pasado un año desde que su papá falleció de alcoholismo y fue a partir de ahí que adoptó el doble José en su identidad. El primer éxito llegó antes de acabar ese año, pues el compositor argentino Dino Ramos, le dio la canción “La nave del olvido”, con la que comenzó a saborear las mieles del éxito.

Uno de los momentos inmortales de su carrera se dio el 15 de marzo de 1970, cuando participó en la segunda edición del Festival de la Canción Latina (hoy conocido como OTI), representando a México. Cantó “El triste”, de Roberto Cantoral García, y “Dos”, de Wello Rivas. El público protestó esa noche, ya que el jurado optó por dar el triunfo a la brasileña “Cançao de Amor e Paz”, y relegó al tercer lugar a José José. Pero la historia respondió y ése fue el punto de partida de sus grandes glorias. Aún se recuerda el rostro de sorpresa de Marco Antonio Muñiz por la interpretación de “El triste”, que le dio proyección internacional con ediciones en Rusia, Japón e Israel.

El impacto de su canto lo llevó a Los Ángeles a recibir un Disco de Oro, y comenzó así su primera gira internacional por toda América. Regresó a la televisión al lado de Topo Gigio, como el nuevo símbolo de la música romántica. En ese entonces conoció a Ana Elena Noreña, de quien se separó meses después para casarse con Natalia Herrera Calles (20 años mayor que él), nieta del presidente Plutarco Elías Calles, de quien se divorció en el año 1976. Ella falleció en un accidente automovilístico en la capital del país, el 11 de noviembre de 1983.

La rápida llegada de la fama y el éxito le hacen caer en el alcoholismo. En 1972, sufrió de un caso grave de neumonía, y su diafragma torácico sufrió una parálisis; la enfermedad casi deteriora por completo su voz, su carrera y su vida. Gracias a su madre, que lo hizo internar en un centro de adicciones, supera este trance difícil, para retomar en 1971 su actividad. Incursiona en la actuación con la película Buscando una sonrisa, con Nadia Milton, que es el nombre del álbum que graba en consecuencia en 1971.

Graba las películas Un sueño de amor con Verónica Castro y Sasha Montenegro, en 1972, y La carrera del millón, con Nubia Martí, en 1973, y continuó así su paso por el cine de la década de los setenta. Mientras tanto, su disquera RCA Victor ya no lo apoya como antes, por lo que José José no renueva su contrato.

En 1974, luego de separarse de su esposa, vuelve a relacionarse con Anel, ella queda embarazada, y se casan en 1976. Con ella tuvo dos hijos: José Francisco Carmelo Augusto (conocido como José Joel) y Marysol Estrella Margarita Elena. Su matrimonio con Anel terminó en divorcio en 1990, debido a problemas derivados de los manejos fraudulentos de sus ganancias como cantante por parte de su mánager y cuñado.

Gracias a Anel se recupera de la lucha con las adicciones y así regresa a la música. Con canciones como “Es que te quiero”, “Vive”, “El Príncipe” y “Todo es amor” es que se mantiene en la cima del éxito. Debido a uno de esos temas se le bautiza como El Príncipe de la canción.

Llegarían después otros, como “Gavilán o paloma”, “Buenos días amor”, “El amar y el querer”, “Volcán”, “Lo pasado, pasado”, “Almohada”, “Si me dejas ahora”, “Insaciable amante” y “Amor amor”, todos de la mano de su nueva compañía Ariola, en los que se incluyeron temas de Camilo Sesto y Juan Gabriel. Los recitales, durante dos años consecutivos, que ofreció en el Teatro de la Ciudad, quedaron registrados como apoteósicos; miles de personas quedaron fuera porque el recinto se llenaba en cada concierto.

La canción “Seré”, en su voz, parece un presagio de lo que años después viviría: “Un día llegará que ya, de tanto que canté, de tanto, mi voz ya no será mi voz, mi canto no será mi canto”, dice el tema. El presagio se cumplió en los 80.

En 1983, graba en España su más exitoso álbum, Secretos, bajo la producción y realización del afamado compositor español Manuel Alejandro. Se trata de la producción más vendida en la carrera del cantante, del compositor y de la historia de la música en México, este material logró vender más de 2 millones de copias en las primeras semanas de su lanzamiento y hasta la fecha se cuentan más de 11 millones de discos vendidos.

Fue el primer cantante latino en hacer videos de las canciones de sus álbumes, como “Lo dudo”, “Cuando vayas conmigo”, “Voy a llenarte toda”, “A ésa”, “Quiero perderme contigo” y “Lágrimas”, por mencionar algunos. En 1984, después del éxito de su disco anterior, grabó Reflexiones, otro álbum millonario.

En 1985 estrena su película autobiográfica Gavilán o paloma. El lanzamiento de la cinta coincidió con el terremoto de México (19 de septiembre de 1985), por lo que el filme no tuvo el éxito esperado. En 1986 graba la canción “Saliendo adelante”, en homenaje a las víctimas del terremoto de México.

En estos años José José se presentó en el Madison Square Garden y el Radio City Music Hall de Nueva York, en los casinos más importantes de Las Vegas y ­Atlantic City, inclusive en 1987 hizo una gira por países tan lejanos como Arabia Saudita e Israel, donde visitó las ciudades de Jerusalén y Abu Dhabi.

A finales de 1980, fue sometido a varias operaciones en sus cuerdas vocales como consecuencia de la utilización excesiva de cortisol, alcohol y la falta de descanso después de sus conciertos. José tuvo graves consecuencias de su problema con el alcoholismo, ya que su salud fue deteriorándose durante la década de los noventa.

“Cuando perdí la voz por primera vez, pensé en el suicidio. Hubo una vez en que me metí la pistola en el paladar y no funcionó. ¿Qué más señal pude haber pedido de que no era mi momento y de que algo más hermoso venía?”, dijo en entrevista para el programa Primer Impacto.

Nuevamente rompe récord de ventas con su álbum En las buenas... y en las malas (1990), y logra ubicar el tema principal, “Amnesia”, de Dino Ramos; pero eran muy notorios los problemas con su voz,  como si hubiera cumplido al pie de la letra la historia de la canción: “Anduve por ahí de bar en bar, llorando sin podérmela olvidar, gastándome la piel en recordar su juramento”, bebió más de la cuenta.

En 1991 se divorcia por segunda vez, y recae en el alcoholismo durante 1992 y 1993. Durante estos años alcanzó una vez más la cima del éxito con el álbum 40 y 20, y entra nuevamente con fuerza a competir por el primer lugar, de la mano del compositor argentino Roberto Livi.

En 1993, después de tocar fondo en el tema del alcoholismo y con ayuda de grandes amigos como el periodista Ricardo Rocha y Tina Galindo, se interna voluntariamente en el Centro de Rehabilitación y Universidad Heizelden en Minnesota, Estados Unidos, con la ayuda de su última esposa, Sarita Salazar (hija del actor Abel Salazar). Desde ese momento no volvió a beber alcohol.

Por “enclenque, pusilánime, inocente, ignorante, débil de carácter… por imitar a mi padre que murió a los 45 años por alcoholismo y por no saber decir no, porque mi mamacita era una mujer abnegada”, confesó El Príncipe de la Canción, allá por 2008, haber terminado con su carrera.

En 2001, aún con fuertes problemas de salud, graba la producción discográfica Tenampa, disco completamente producido por el cantante y compositor Juan Gabriel, que a nivel mundial logró vender más de 500 mil copias. Dos años después se le otorga la Estrella en el Paseo de la Fama en Hollywood.

El 6 de junio de 2007 sufre una parálisis facial que lo mantuvo alejado varios meses de los escenarios. El 24 de marzo de 2017, a través de un comunicado en video, José José informó a la comunidad internacional que padecía un tumor cancerígeno en el páncreas y que iniciaría el tratamiento de éste, con base en quimioterapias.

Así, José José cerró su vida. El cantante que llegó a tener que alistarse con 16 horas de sueño antes de su concierto, debido a los problemas de salud. La voz barítono lírico con un timbre ligero y agudos que tocaron el corazón de la sociedad mexicana. Una voz para la eternidad.