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Jóvenes: los planes a futuro se acabaron, son los nuevos desempleados

No conocen una crisis de verdad en carne propia, esta es su primera y ya están inmersos en ella: los echaron del trabajo en cuanto pegó el COVID-19. Lo mismo una contable, que una artista o un mesero que creyó que por fin se iría de la casa paterna, a independizarse

Jóvenes: los planes a futuro se acabaron, son los nuevos desempleados

Jóvenes: los planes a futuro se acabaron, son los nuevos desempleados

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Son jóvenes, no conocen en carne propia una crisis económica de verdad, como la que vivió este país de los 60 a los 90 del siglo pasado; tenían planes a futuro, consolidarse en el mundo del arte, estudiar una maestría o independizarse, por fin, de la familia paterna, pero desde hace unas semanas son desempleados, viven de sus ahorros que se evaporan rápidamente y los planes se reducen ahora a sobrevivir en el día a día.

“La magia se terminó y la cruda verdad es que, si no me mata el coronavirus me voy a morir de hambre”, comenta Erica; ella es miembro de una compañía de teatro en la Ciudad de México. Tiene 23 años así que tenía 13 años en el atorón económico de 2008 y no conoce una crisis económica profunda, como la que se vaticina para cuando pase el COVID-19.

Después de trabajar durante 3 años en un teatro local, la joven se topa con una situación que describe como horrible, el “teatro era mi vida, ser parte del staff y poder hacer posible la magia era lo que más disfrutaba, ahora mi sueño quedó frustrado con la llegada del coronavirus”. Desde ahora su principal problema es la falta de trabajo.

“Quedarse en casa nunca antes se había convertido en algo tan difícil, sin ningún tipo de ingresos y viviendo al día con los ahorros de mi vida”; angustia, depresión y falta de sueño se han vuelto parte de su rutina. “Mis planes a futuro se han desmoronado, todos mis proyectos están estancados y esa realidad es incluso más abrumadora que cualquier virus en el mundo, ¿Cómo voy a sobrevivir maña?”, comenta Erica.

El home office no aplica para todos. Nelly, originaria de Guerrero, dejó su pueblo “en busca de encontrar algo mejor en la ciudad”. Lejos de su familia se enroló en un despacho jurídico, pero la pandemia llevó a los directivos a tomar la decisión de terminar las actividades de la empresa.

“Lo que comenzó como algo temporal, ahora es permanente, pues pasé de hacer work at home a quedarme sin trabajo; el único ingreso que tengo es el poco dinero que mi papá me manda”.

A pesar de dividir los gastos con sus compañeras de piso, esto no aminora los problemas financieros, sus ahorros disminuyen cada vez más. Ya no hay espacio para terminar la maestría.

“Mis planes para seguir estudiando derecho fiscal ya son cosa del pasado, mi objetivo ahora es sobrevivir y esperar que las cosas mejoren”, comenta la joven.

Y su calidad de roomie baja aceleradamente: “Desde que ya no pude aportar tanto como antes, su actitud cambió y temo que me saquen del departamento que rento por Oceanía".

Ante la presión, la joven ha buscado alguna fuente de ingreso extra desde pasear perros, hasta vender postres aun que ninguna de las alternativas le ha sido suficiente. “Cada día le pido a dios que todo esto termine y solo quede como un mal recuerdo”.

Lejos de allí, en la colonia Obrera, Juan, quien era mesero en un restaurante local de la zona, pasa sus días de cuarentena aislado en su casa y sin ninguna fuente de ingresos.

“Ser optimista es importante ante estos momentos de crisis, quiero que mis padres se puedan apoyar en mí, a pesar de que por dentro me estoy desmoronando”, comenta.

La cuarentena para Juan ha representado todo un reto, la falta de ingreso y su asma hacen imposible sobrellevar la cuarentena.

“Lo que obtenía de las propinas lo usaba para pagar mi medicamento, ahora sin ninguna fuente de ingresos los planes que tenia de independizarme tendrán que posponerse”.