Opinión

Jóvenes y futuro

Jóvenes y futuro

Jóvenes y futuro

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Afinales de los 80 llegó a mis manos el texto titulado “Demandamos Futuro” escrito por Pietro Folena un joven dirigente estudiantil de Italia que argumentaba como causa principal de lucha de los universitarios del meridiano italiano era la posibilidad de contar con empleo y desarrollo en las siguientes décadas.  En esa época también los universitarios mexicanos habíamos emprendido la defensa de la educación gratuita y sentíamos amenazado nuestro futuro profesional por las reformas emprendidas por el rector de la UNAM, Jorge Carpizo McGregor que ponían a los estudiantes como los únicos y principales responsables de tener una carrera universitaria, desde cumplir con el tiempo programado para concluir sus estudios de bachillerato y licenciatura hasta sufragar el costo real de su educación mediante cuotas y pago de derechos.

Si aquel paradigma neoliberal se hubiera consolidado. ¿Que futuro tendríamos ahora? ¿Dónde estaríamos ahora la mayoría de los jóvenes de entonces? Tal vez seríamos una nación con una élite ilustrada y orgullosa de ser una minoría decantada por el esfuerzo personal y la capacidad económica de sus familias. Por otra parte habría una masa pauperizada por su falta de compromiso personal y un sistema social debidamente estratificado entre individuos exitosos y sujetos irresponsables.

Como sabemos, en nuestro país no pasaron esas reformas en las instituciones públicas por la resistencia de estudiantes y académicos. Sin embargo, la filosofía de reducir la intervención del estado en la educación y promover el mérito individual continuo como premisa, se prestigiaron y fomentaron universidades privadas haciendo que sus egresados tuvieran mejores oportunidades de los que obtenían títulos y grados en universidades públicas. En América Latina tenemos ejemplos emblemáticos de privatizaciones o retiro de la responsabilidad gubernamental en materia educativa como el caso Chileno dónde, desde la época de la dictadura, se abandonó por completo toda clase de inversión o subsidio estatal a instituciones de educación media superior y superior.

Pero esa filosofía no se expresó únicamente en el ámbito educativo, se extendió a todas las relaciones sociales y muchas personas están convencidas que el futuro es una construcción individual. En esa lógica encontramos extremos ideológicos, como el nuevo presidente de Brasil, quien considera productos de actos individuales la pobreza, la violencia y la inseguridad, por lo que propone  autorizar a sus ciudadanos la portación y uso de armas para la defensa y contención de delincuentes.

Sabemos que individuo y sociedad son categorías de análisis que se complementan. Podemos distinguir problemas estructurales y coyunturales, al igual que para cada caso corresponden estrategias, políticas y líneas de acción. Por lo que hoy sería inadecuado pensar desde una sola perspectiva teórica o enfoque analítico. En ese sentido necesitamos abrir las perspectivas y hacer planteamientos con una visión que integre y a la vez ponga los límites entre la responsabilidad individual, social y estatal.

El futuro lo construimos todos por lo tanto nadie debe ser excluido de antemano. Los adultos de ahora íbamos a ser excluidos de la UNAM por una serie de supuestos criterios académicos. Sin embargo, los exámenes de admisión e ingreso a instituciones de educación media superior y superior significó cancelar las opciones a millones de jóvenes a lo largo de tres décadas y la falta de estudios se convirtió en el presente en otra forma de exclusión de un futuro de bienestar.

La Secretaría de Educación Pública debe contar con una prospectiva para un mejor país que le apuesta a sus jóvenes y a la inclusión.