Opinión

La Academia de Letrán sobrevivirá mientras exista México

La Academia de Letrán sobrevivirá mientras exista México

La Academia de Letrán sobrevivirá mientras exista México

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

a Academia de Letrán representa la infancia de las letras mexicanas y, por ello es clave para el desarrollo de la literatura en México. En su discurso de ingreso, a El Colegio Nacional, el 10 de julio de 1986, José Emilio Pacheco describe con detalle las circunstancias sociales, culturales y políticas en que se gestó y evolucionó esa institución, habla de sus integrantes, cuyos contextos eran muy diversos, y señala cuáles fueron sus modelos e influencias, análisis que se encuentra en el libro A 150 años de la Academia de Letrán, título de la colección Discursos de ingreso de El Colegio Nacional, disponible en su segunda edición en formato digital.

El autor de Las batallas en el desierto (1982), Miro la tierra (1987) y Ciudad de la memoria (1990), entre otras obras, analiza en la reciente publicación de El Colegio Nacional, la producción literaria de la Academia de Letrán, la contrasta con la de otras naciones de América y de Europa, y señala las contribuciones de sus miembros en otras áreas, como la ciencia y la política. En el libro que incluye las palabras de salutación de Julián Adem y la respuesta de Jaime García Terrés, concluye Pacheco: “En medio de la ruina y la catástrofe la Academia de Letrán sigue en pie y sobrevivirá mientras exista México”.

Destaca en las palabras de salutación de Julián Adem (1924-2015), quien fuera miembro de El Colegio Nacional, la capacidad de entregar a otros lectores la riqueza obtenida por Pacheco en su largo estudio, así como la importancia de su trabajo crítico, su labor como investigador de las letras mexicanas, desde sus juveniles estudios del modernismo y el incalculable valor de su obra periodística.

José Emilio Pacheco, quien recuerda en las páginas de A 150 años de la Academia de Letrán, la versión infantil de la novela Quo Vadis? de Henryk Sienkiewicz, que le regalaran sus abuelos, narra que quiso continuar más allá de donde lo dejó su autor y diez años más tarde publicó sus primeros textos, lo que muestra hasta qué punto uno continúa siempre lo que otros iniciaron.

“En cualquier otra actividad me hallaría a punto de jubilarme. Elegí ser escritor y a estas alturas aún soy un aprendiz que no sabe nada de su trabajo y para quien cada página es de nuevo la primera y puede ser la última”, afirma el poeta en su discurso en el queda de manifiesto su agradecimiento por la generosidad a la que debía su llegada a El Colegio Nacional.

En un recorrido en el que se refiere a calles y edificios en torno a la Academia de Letrán, al contexto histórico de su creación y a las aportaciones de sus integrantes, Pacheco alude también al edificio de El Colegio Nacional, entre el Zócalo y la Plaza Santo Domingo. “Su ubicación nos recuerda que un escritor es en primer término un escribano, un ‘evangelista’: pone en la página lo que otros le dictan, da forma a lo informulado, siente que trabaja también para quienes no van a recompensarlo ni a castigarlo, ni siquiera a leerlo, porque no saben leer ni escribir”.

El poeta recuerda a Joaquín Fernández de Lizardi (1776-1827), a quien se refiere como otro “evangelista”, “cuyo polvo flota aún por las calles que fueron escenario de sus novelas”.

Destaca asimismo las aportaciones de autores como Guillermo Prieto, Ignacio Ramírez, Ignacio Rodríguez Galván y Fernando Calderón, entre otros, y señala que desde el comienzo, las revistas mexicanas han sido patrióticas sin cerrarse a la curiosidad del resto del mundo. Menciona que “El mosaico mexicano”, Colección de amenidades curiosas e instructivas”, primera revista editada por la Academia de Letrán, se encontraba “a la altura tipográfica de las que se publican en Europa y Estados Unidos”.

En relación al cuento, “el más antiguo y el más nuevo de los géneros” el colegiado se refiere a importantes autores tanto mexicanos como extranjeros y enfatiza: “Junto a sus relatos de imaginación, Prieto y Payno desarrollan otro género del momento, el cuadro de costumbres, piedra de fundación del realismo hispanoamericano y uno de los primeros recursos que encontró nuestra sociedad para observarse, criticarse y dejar memoria de sí misma”.

“Letrán permitió los intercambios y apropiaciones sin las cuales no puede existir la literatura. Con antecesores tan importantes como Lizardi y el poeta cubanomexicano José María Heredia (1803-1839), sus miembros fundaron una tradición literaria que llega hasta nuestros tiempos. Escribieron muchos de los primeros poemas, dramas y narraciones que podemos llamar mexicanos y, sobre todo en su actividad periodística y editorial, establecieron una línea que, con los naturales cambios y variaciones, se mantiene en pie”, asevera Pacheco en su discurso.

A 150 años de la Academia de Letrán, título de la colección Discursos de ingreso de El Colegio Nacional, está disponible en libroscolnal.com