Opinión

La bomba ha sido lanzada. Falta que le estalle a Trump

La bomba ha sido lanzada. Falta que le estalle a Trump

La bomba ha sido lanzada. Falta que le estalle a Trump

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El botón nuclear que inicia un proceso de destitución de un presidente en Estados Unidos es un bendición (o una maldición) que la Constitución de ese país concede al presidente de la Cámara de los Representantes, en esta caso presidenta, Nancy Pelosi. Pues bien, ayer decidió apretarlo y lanzó la bomba política más peligrosa. Ahora sólo falta que impacte en el objetivo: Donald Trump.

Pelosi no se atrevió (con razón) cuando se lo pedían a gritos los legisladores demócratas más radicales por la trama rusa. Alegó entonces que el informe del fiscal independiente, Robert Mueller, no pudo probar (más allá de toda duda) que la campaña del republicano conspiró con hackers rusos para derribar a Hillary Clinton. Además, decía entonces Pelosi, “un impeachment dividirá a la nación. No vale la pena”.

Por tanto, la cuestión urgentes es: ¿Por qué ahora considera que sí vale la pena abrir un proceso de destitución por la trama ucraniana? ¿Por qué no esperó a conocer la transcripción íntegra de la conversación de Trump con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelinsky, en la que, supuestamente, le presionó para que investigara a una hijo de Joe Biden, su rival más peligroso de cara a las elecciones de 2020?

Una hipótesis a la que podría haber llegado Pelosi es: Si The ­Wall Street Journal, un periódico nada sospechoso de simpatizar con los demócratas y cuyo prestigio se basa en la veracidad de sus fuentes, se atrevió a publicar semejante bomba, nada menos que contra el presidente de Estados Unidos, por qué no debería ella hacer lo mismo.

Otra hipótesis sería que Pelosi ha tenido acceso a la transcripción de la conversación entre Trump y Zelensky y ha comprobado que el presidente estaría cometiendo al menos dos delitos: Cohecho, al intentar sobornar a un líder extranjero con ayuda militar de EU a Ucrania (que casualmente congeló justo antes de la llamada telefónica) y fraude electoral, al conspirar para perjudicar a un potencial rival en las urnas.

No parece, sin embargo, que Pelosi haya tenido en sus manos la transcripción, ya que la habría mostrado ayer durante su anuncio, para agarrar desprevenidos y sin argumentos a los legisladores republicanos y forzarlos a votar por la destitución del “presidente traidor”.

Por tanto, para que la bomba lanzada por Pelosi no le explote en las manos (y perjudique gravemente a los demócratas a las puertas del año electoral) es urgente que se haga pública la transmisión sin cortes de la conversación entre Trump y Zelensky. De seguro el republicano ya ha mandado a sus hombres a intimidar al espía soplón y ha puesto a sus abogados a buscar una treta legal para que no se pueda publique íntegramente la conversación telefónica.

Y aunque el impeachment sea aprobado por la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes, podría quedar bloqueado por la mayoría republicana en el Senado. Esto es en lo que Trump espera de sus sumisos legisladores republicanos; y si no lo logra, dejará su suerte en manos de los votantes. No se equivoca. Si ganó en 2016, pese a las querellas de mujeres por abuso sexual, sus insultos racistas y pidiendo que metieran en la cárcel a Hillary, como dijo en campaña, por qué los estadunidenses no volverían a darle la victoria, sólo por una llamadita a un súbdito de un país que nadie sabe dónde está, y porque así lo pidan los “socialistas” demócratas y la prensa liberal.

Esta es su última baza: No imitar al cobarde de Richard Nixon, cuando renunció sin ofrecer batalla, y confiar en el veredicto de los votantes el año que viene, que sin duda verán en él al “líder patriota” que tanto ansían.

fransink@outlook.com