Opinión

La CDMX: ¿Se agrietó el baluarte?

La CDMX: ¿Se agrietó el baluarte?

La CDMX: ¿Se agrietó el baluarte?

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

La Ciudad de México fue una especie de baluarte ante las batallas criminales por el control de los mercados ilegales. Resistió a los momentos más álgidos del pasado, cuando las escaramuzas y batallas de los delincuentes eran cosa común en el país, como vuelven a serlo.

Esta suerte, de inmunidad relativa, se logró por diversos factores y entre ellos los de la alta presencia de instituciones de seguridad en la capital del país.

Es decir, el despliegue operativo de la Secretaría de Seguridad Pública, la policía más grande del país, sumado a la presencia de los agentes de investigación de la Fiscalía General, los elementos de la Policía Federal (hoy Guardia Nacional), Ejército y la Marina Armada, hacían muy complejo que las padillas y las células criminales locales pudieran escalar en los niveles de violencia.

Las operaciones logísticas también resultaban complicadas para los bandidos, por el elevado tránsito en calles y avenidas y porque cualquier convoy puede ser detectado con facilidad por las cámaras conectadas al C5, que en los hechos permiten un monitoreo permanente y en tiempo real de lo que ocurre.

Aunado a ello, las políticas públicas de seguridad logaron contener la entrada de los cárteles y mantuvieron, aunque no sin dificultad, un esquema de organizaciones locales, pero sin control territorial.

Era, sin embargo, una batalla diaria de las autoridades y los policías para evitar una evolución criminal que aumentara la incidencia delictiva y que significara una acechanza para la propia ciudadanía.

Esto no quiere decir que no existieran delitos ni problemas, sino que la situación se mantenía en otra frecuencia, también complicada y riesgosa, como se puede apreciar en la historia de la Unión Tepito o de la banda de El Ojos, en Tláhuac.

¿Qué cambió para que el Cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) decidiera atentar contra Omar García Harfuch, el jefe de la policía capitalina? ¿Qué los alentó a montar un ataque de semejante riesgo y consecuencias?

Es probable que se trate de una represalia por las acciones que, de mano de la DEA, se han desarrollado contra esa organización, entre las que destacan la extradición a Estados Unidos de Rubén Oseguera El Menchito, (hijo de Nemesio Oseguera “El Mencho”); el aseguramiento mil cuentas bancarías de la organización y los golpes policiales posteriores a los asesinatos ocurridos en plaza Artz.

También puede ser que sea el anuncio de la entrada y consolidación de ese grupo criminal, en diversas alcaldías, de la mano de la Anti-Unión Tepito, con el propósito de establecer control territorial.

Lo más probable es que sea una mezcla de ambas cuestiones: Represalias y expansión del negocio. Por supuesto que son malas noticias y en particular porque se pudo haber marcado un antes y un después desde el momento en que se accionaron los fusiles Barret contra un jefe policial, y en una zona emblemática, Las Lomas de Chapultepec.

De la respuesta que den las autoridades dependerá el futuro de la propia ciudad y al menos de cómo la conocimos hasta ahora, porque no valorar el reto que implica el ataque contra García Harfuch puede ser un error de consecuencias desastrosas.

Es un desafío, como no había ocurrido y así debería de ser la respuesta, más allá de discursos o explicaciones coyunturales.

Por lo pronto, las capturas de decenas de implicados muestran que no existirá impunidad, que se contará con información para apretar al CJNG, aunque todo ello debería ira aunado a un mensaje de aliento hacia las corporaciones policiales.

Por supuesto, no se trata de ir a la guerra, pero sí de dejar muy claro que prevalecerá el estado de derecho y que la seguridad ciudadana no pude ser vulnerada, como un baluarte, en efecto, aunque ahora esté agrietado.

Twitter: @jandradej