A un cuando la globalización se encuentra en el siglo XXI suspendida en lo político y económico, ésta nunca se ha interrumpido en términos culturales, ya que mestizaje, sincretismo, hibridación cultural, migración y diáspora van de la mano con la creación de conocimiento en ciencia y arte.

En las artes visuales actuales, herramientas como video, instalación, performance, la adaptación artística de archivos, el Minimalismo, Arte Conceptual, Arte Digital, Arte Povera, etc. son estándares globales que provienen del primer mundo y que fungen como estrategias de penetración cultural, legado que entornos culturales de todo el mundo han subvertido, parodiado, modificado e incluso les han añadido innovaciones estéticas y formales.

El ecosistema del arte del primer mundo posee la más influyente tradición de mercado del arte conectada con instituciones e investigación historiográfica y teórica; entorno del primer mundo que requiere, para preservarse de artistas y especialistas innovadores de todas las culturas y geografías; siendo que su gran poder de visibilidad y legitimación convierte a galerías y museos de occidente en el centro legitimador del arte global encargado de re-introducir artistas a sus países de origen, pero con mayor valor y cotización gracias al poder del mercado, historia, instituciones y dominio cultural de occidente.

¿Qué hacer contra este influjo?, ¿anhelar la fantasía posperiférica de sacar a patadas a europeos y norteamericanos de su propia tradición artística?, ¿resistir desde la pasividad de la crítica académica antineoliberal y anticapitalista de izquierda?. Lo que está sucediéndo, es que además de la acción de los artistas, los ecosistemas poslocales se han fortalecido a través del auge actual en el redescubrimiento de artistas veteranos del siglo XX, y museos posperiféricos curan exposiciones de potencial global que se articulan con ferias de arte, simposios, etc. Desde nuestra condición posperiférica, ¿sólo podemos combatir al capitalismo convirtiéndonos en capitalistas?

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