Opinión

La criminal industria de los delfinarios

La criminal industria de los delfinarios

La criminal industria de los delfinarios

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Basta ya con el disimulo y la suciedad con la que Blanca Alicia Mendoza, titular de la Procuraduría Federal de Protección al

Ambiente, ha venido manejado el caso del oso negro 34 de

Chipinque, del que desde su absurda castración y dizque

posterior liberación no se ha sabido NADA, pese a que por

diferentes vías, todas públicas, muchos ciudadanos interesados

y preocupados por ese animal se lo hemos estado solicitando. Es

hora, entonces, de que de una vez por todas dé a conocer con

exactitud y a detalle la condición que guarda ese úrsido y el lugar

donde se encuentra o, si como ha trascendido, se les murió.

Es cuanto al respecto, a la espera de la respuesta O-BLI-GA-DA.

Terminé el texto de la semana pasada señalando que este miércoles, habiéndomelo permitido Dios y las circunstancias, claro, continuaría con el tema final del mismo. Es por eso que voy de nueva cuenta sobre lo expuesto en el docu-testimonial EL SECRETO DETRÁS DE SU SONRISA que, patrocinado por la World Animal Protection, descubre crudamente el lado oscuro de la “industria de los delfinarios”, razón por la que personalmente estoy en contra de que cualquier mamífero marino se mantenga bajo cautiverio. Son dueños del mar. A él se deben y los océanos los necesitan. Punto. Y es que…

Justo por haber tenido la oportunidad de conocer directamente del asunto desde las dos caras más conocidas que presenta, es que no puedo entender que todavía haya gente desinformada (especialmente turistas estadounidenses) que siga haciéndose taruga o la muy ecologista y nice adquiriendo boletos para espectáculos en “delfinarios” o apartando tiempo de nado con tales cetáceos y peor aún, cayendo en la sinvergüenzada de la “delfinoterapia”, favoreciendo de esa manera el crecimiento inconmensurable de estas empresas y como así, fomentando la reproducción forzada y la crianza indiscriminada de los animales, su esclavitud y explotación eternas; no omitiendo insistirles en que se trata de seres inteligentes, con concepto de sí mismos, cultura propia e hipersensibles, cuya “conservación”, además, no requiere de apoyo humano puesto que no están clasificados en peligro de extinción.

De acuerdo a lo expuesto en el documental, mientras los tanques que los ¿resguardan? miden en promedio 444 m2, lo que equivale al tamaño, asimismo promedio, de una pantalla IMAX para que se den idea, estas criaturas acostumbran recorrer de 100 a 400 km2 diarios, por cierto, nunca movilizándose sobre su cola. Igualmente y esto por favor ¡grá-ben-se-lo!… aunque su cara nos resulta amable, los delfines NO ESTÁN SONRIENDO. Sépase también que de los 3 mil que tiene documentados la WAP, 250 se ubican en México, mayormente en los lugares paradisiacos de nuestro sureste, compitiendo fuertemente con las instalaciones de el Caribe, Bermudas y las Bahamas, ya que el producto monetario que producen por ejemplar es de enorme atractivo. De un solo delfín pueden obtenerse al año de 400 a 2.2 millones de US dólares, sin tomar en cuenta todos los productos que se comercializan a su alrededor y que suben la cifra a 5 mil 500 millones. Es por ello que aunque se encuentren enfermos o con daño emocional se falsea su atención y en cuanto se puede los ponen en circulación para “ganarse” el pescado de cada día que, para peor, se les condiciona. Ha de saberse indistintamente…

Que en cautiverio los delfines no tienen oportunidad de huir cuando hay desacuerdos entre ellos o acoso de algún macho dominante y por eso muchos ejemplares lucen rasguñados de la piel o con lesiones más delicadas. Están obligados a vivir toda la vida con su violentador dentro de un reducidísimo espacio y sin posibilidad de huir o aguantarse cambios de grupo que los afectan. Por otra parte están las quemaduras de piel y ojos que les provocan los químicos para mantener el agua limpia de cara al público, ya que son aspectos manejados por técnicos capacitados para ello más no para entender el daño que una mala aplicación de las sustancias puede causar a los animales. Aparte de Nick, Yolanda y Lorena…

También participó en el documental Cecilia Vega, Vocal de Fundación Antonio Haghenbeck y de la Lama, IAP, quien mete el dedo en la llaga al asegurar que se dan muchísimas muertes en estos lugares pero que son ocultadas, lo que sumado a todo deja la impresión de estar ante un manejo similar al de la trata humana puesto que estos delfines son vendidos y/o rentados, como igualmente es comercializado su semen.