La administración amlista ya calculó el temaño de la crisis económica que viene después de la contingencia del COVID-19 y, además, dio su brazo a torcer en el tema del superávit. A través de Hacienda, la Presidencia de la República estimó que el PIB en 2020 decrecerá en el peor de los casos hasta 3.9 por ciento y en el mejor de los escenarios habrá de crecer solamente 0.1 por ciento, calculo consistente con proyecciones de organismos internacionales y analistas del sector privado,

“Las estimaciones de las finanzas públicas para 2020 se realizan bajo un escenario prudente que considere un balance de riesgos acorde con la elevada incertidumbre que existe sobre la actividad económica”, concluye Hacienda en los documentos de precriterios para conformar el Paquete Económico para el próximo año.

Hacienda prevé que el escenario global resulte desfavorable nuevamente para el país y que los requerimientos financieros del Sector Público ascenderán a 4.4 por ciento del PIB. El gobierno amlista se aleja por estas causas de su intención de mantener balances positivos en indicadores que suele valorar mucho y acepta que el balance público registrará un déficit de 3.3% del PIB, mientras que el balance primario se ubicará en -0.4% del PIB.

Hacienda está planeando medidas de apoyo adicionales a Pemex, otra de las piezas de la economía mexicana que está sufriendo una guerra de precios internacional. “Pemex buscará realizar economías, así como fuentes alternativas de ingresos para enfrentar los efectos sobre sus finanzas de la reducción en el precio del petróleo”, señala el comunicado de Hacienda.

Después, la secretaría de Hacienda se permite ser ligeramente optimista y calcula que en 2021 el país sea capaz de dejar de decrecer y se logre un aumento en el golpeado PIB en el rango de 1.5 y 3.5 por ciento.

Este “rango (está) sustentado en la mejoría en la actividad económica que se espera desde el tercer y cuarto trimestres de este año, una vez que concluya la contingencia sanitaria”.