Opinión

La elección británica

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La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Esta semana, el jueves doce, mientras México celebre los rituales ancestrales de la devoción guadalupana, Gran Bretaña (GB) acudirá por tercera vez en menos de cinco años a elegir un gobierno nacional y, por segunda ocasión en menos de cuatro años a decidir el futuro del brexit.

No es que se haya convocado a un nuevo referéndum, pero la realidad es que lo que debería ser una elección parlamentaria se ha convertido en un referéndum indirecto sobre el referéndum de 2016 acerca del brexit. Aunque abundan las encuestas, la realidad es la que inmensa mayoría de esas encuestas son partidistas, están hechas con muestras extremadamente pequeñas que, dada la ausencia de la representación proporcional en GB, hace muy difícil el oficio de pronosticar.

Además, casi todas las certezas de la política británica, luego de la segunda Guerra Mundial, se han evaporado. Distritos que, incluso antes del brexit, votaban por los laboristas o los conservadores, ahora son marginales, es decir, los márgenes de victoria se han evaporado y están en disputa distritos que antes no lo estaban.

Esto ocurre mientras Boris Johnson exhibe su conducta irresponsable, machista y abusiva, pues mientras él denuesta en entrevistas de campaña a las madres solteras por tener hijos fuera del matrimonio, él cohabita en la residencia oficial con la más reciente de sus amantes sin haberse divorciado de su segunda esposa. Lo hace amparado por la garantía que le da que las fuerzas favorables al brexit están unificadas, mientras que las que se oponen están más desarticuladas que nunca.

Ello es así, en parte, porque el brexit ha acelerado los debates acerca del futuro del Reino Unido como una entidad política coherente. Escocia cuenta ahora con un poderoso partido nacionalista que podría ganar todos los representantes en el Parlamento y, de hacerlo, es casi inevitable pensar en un nuevo plebiscito para decidir si Escocia sigue o no en GB. En Irlanda del Norte las fuerzas que desde mediados del siglo XIX buscaban la independencia de Irlanda, siguen presentes y el brexit ha hecho más apetecible la unificación de Irlanda del Norte con la República de Irlanda como un mecanismo para preservar las ventajas de pertenecer a la Unión Europea. Incluso en Gales, donde hace 20 años difícilmente había movimientos independentistas importantes, hay ahora organizaciones que se plantean la separación del Reino Unido.

En lo que hace a los partidos tradicionales, los liberales-demócratas, el tercer partido de GB, ha hecho campaña abiertamente a favor de cancelar del todo el brexit, pero los laboristas están atrapados en una paradoja. 61 por ciento de los representantes laboristas en Westminster proviene de distritos que votaron por el brexit, pero 68 por ciento de los electores laboristas se manifestó en 2017 a favor de permanecer en la Unión Europea. Esta paradoja ha hecho que la posición oficial de Jeremy Corbyn planteé que, si los laboristas ganan, convocarán a un nuevo referéndum para decidir entre la salida pactada por Boris ­Johnson en noviembre de 2019 y permanecer en la Unión Europea.

Es una situación en la que la unidad de las fuerzas conservadoras y pro-brexit y las diferencias en el campo contrario deberían ser suficiente para que Johnson ganara, pero no es así. Las encuestadoras más serias evitan hacer anuncios y los expertos evitan dar por sentada una victoria conservadora, pues la ventaja reportada en algunas encuestas no le alcanza para tener una mayoría capaz de formar gobierno, por lo que Johnson tendría que formar alguna coalición y eso, como lo demuestra la historia reciente de GB, la de Italia, España y más recientemente Canadá, no siempre es fácil.

Manuel Gómez Granados

manuelggranados@gmail.com.