Opinión

La esperanza de trascendencia

La esperanza de trascendencia

La esperanza de trascendencia

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

La mejor prueba de que todo tiene una razón de ser y un equilibrio en la creación, la tenemos al observar en el cielo, el magnífico, inacabable, e inexpugnable universo.

Las galaxias, las estrellas y planetas suspendidos en el espacio sideral, revelan un orden cósmico indescriptible, en donde no existe el caos. Todo fluye en armonía y en vida.

Observamos la creación por segmentos y por eso frecuentemente perdemos de vista su grandeza. Sólo viéndola en su conjunto y sintiéndonos parte de ella es como podemos experimentar la sabiduría de quien nos creó.

Cuando el ser humano voltea a ver la inmensidad del cielo suele minimizar su persona repitiendo: no somos nada ante todo eso. Sin embargo, la realidad es que todo eso que observamos requiere de un testigo de conciencia para existir. Y ese testigo somos nosotros. Entonces nuestra pequeñez se convierte en grandeza, pues el universo entero está esperando a ser descubierto por nosotros.

En el fondo el ser humano siempre busca la trascendencia, no quiere morir y ser olvidado. Aspiramos a dejar nuestra huella en esta vida para nuestros seres amados y para los demás. Deseamos realizar obras que trasciendan, es decir que vayan más allá de nosotros mismos. Desgraciadamente muchas personas no inician este camino de búsqueda de la trascendencia hasta que ya es demasiado tarde y no hay tiempo para dejar sembradas las semillas de su presencia en el futuro.

Pero quien con conciencia camina guiándose por valores logrará la trascendencia, aunque no piense directamente en ella, pues sus pasos por la tierra habrán sido semillas fecundas para la posteridad.

Estamos integrados en un cuerpo físico, una mente y un espíritu. Cuando desarrollamos apropiadamente estas tres facetas y tomamos conciencia de nosotros mismos, utilizamos nuestra inteligencia, voluntad y libertad en la búsqueda de nuestra felicidad, planteándonos metas dignas de valor y labrando formas de trascendencia en nuestro propio espacio y tiempo. Entonces nos convertimos en forjadores de nuestro propio destino, del actual y del venidero.

Siempre nos estamos construyendo a nosotros mismos, tenemos la potestad de hacernos y rehacernos cotidianamente, de renacer todos los días a una nueva existencia.

La opción de trascender es de cada uno de nosotros, libre y sin cortapisas. Quien no opte por ello, pasará por esta tierra sin dejar huella; quien opte por esto y de buena fe, habrá de dejar sus simientes para el beneficio de las generaciones futuras.

Muy dentro de nosotros sabemos que somos la consecución de la vida, que venimos desde muy atrás y vamos hacia muy adelante, y experimentamos con cierta melancolía la intuición de la vida después de la muerte, así como de la propia eternidad porque en realidad, ya hemos estado ahí.

Soy de los que cree que nuestro cuerpo termina cuando deja de ser útil, pero que la vida continúa en otros espacios, en otros confines, en otras pruebas, en otras dimensiones, pero siempre al abrigo del mismo Creador.

corzoalma17@yahoo.com