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La esperanza de vida de un adulto mayor con COVID-19 disminuyó de 52 a 40%

El sistema hospitalario en México está prestando atención insuficiente a personas de más de 60 años, debido al mayor número de jóvenes contagiados por SARS-CoV-2

La esperanza de vida de un adulto mayor con COVID-19 disminuyó de 52 a 40%

La esperanza de vida de un adulto mayor con COVID-19 disminuyó de 52 a 40%

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El doctor Roberto Gutiérrez Rodríguez, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), unidad Iztapalapa, alertó que debido a la tercera ola de contagios de COVID-19 que se registra en el país, nuestro sistema hospitalario en el país presta atención insuficiente a personas de más de 60 años.

Ello, debido a que en estos momentos se registra un importante incremento en la demanda de servicios médicos por parte de jóvenes contagiados por SARS-CoV-2, con lo que, la esperanza de vida de un adulto mayor con esta enfermedad era de 52 por ciento, en promedio y ahora es de menos de 40 por ciento.

Ante la tercera ola de contagios, el profesor sostuvo que la llamada inmunidad de rebaño es otro convencionalismo, ya que no necesariamente aplicable para este padecimiento; argumentar que 50 por ciento de la población ya se contagió y creó anticuerpos “es demasiado optimista por parte de las autoridades de salud; debe considerarse que en otros países ya se está vacunando a jóvenes de menos de 18 años y que nuestros intentos por reabrir las escuelas siempre han estado acompañados de malas experiencias”.

En este sentido, sostuvo que la letalidad ha aumentado de manera considerable en la población de 50 años y más: entre quienes tienen de 95 a 99 años, en 23.6 puntos porcentuales, y de 75 a 79, en 22.4 puntos, lo cual “contradice lo que se ha manifestado hasta ahora en círculos oficiales y evidencia que por una parte mueren menos adultos mayores debido a la pandemia, pero por otra la proporción de fallecidos respecto de la de infectados es más alta”.

El jefe del Departamento de Economía de la UAM Iztapalapa, mencionó que alrededor de 60 por ciento de las personas fallecidas por COVID-19 tiene 60 años o más, y el promedio ponderado de edad se ha movido muy poco, de 63.6 años hasta el 4 de abril de 2021, a 62.9 años a partir de esta última fecha, además de que sorprende la mortalidad de infantes de entre cero (nonatos) y cuatro años –383 hasta el 13 de julio de 2021, un promedio de casi uno diario– y hasta el momento aparece en cero la estadística para el rango de cinco a 14 años de edad.

Estos resultados son parte del Informe de Seguimiento de la COVID-19-UAM-I, elaborado por el doctor Gutiérrez Rodríguez que compara las características de los mexicanos contagiados y fallecidos entre el 27 de febrero de 2020 y el 13 de julio de 2021, dividido en dos subperiodos: desde el inicio de la pandemia, hasta el 4 de abril de 2021, y desde esa fecha hasta el 13 de julio, en coincidencia con la gestación de una tercera ola.

El profesor explicó que desde que comenzó la aplicación masiva de vacunas y aparecieron nuevas variantes del virus –en particular la B.1.1.59 mexicana, la Alfa y la Delta– las infecciones de menores a 40 años han aumentado de manera sensible, ya que la edad promedio de enfermos “se redujo de 33 a 28 años; si se hace un corte de cero a 39 años, se observa que hasta el 4 de abril de 2021 este rango concentraba 44 por ciento y de esa fecha al 13 de julio subió a 55 por ciento.

El doctor Gutiérrez Rodríguez consideró que la política de distanciamiento social, uso de cubrebocas y asepsia personal se debe reforzar con el reconocimiento de que la tercera ola podría escalar a niveles peores en todo sentido, respecto de las dos anteriores.

De cara al incremento en los contagios de COVID-19, sobre todo de la variante Delta, aseveró que ante este escenario sería necesario hacer más pruebas; rastrear las cadenas de contagio; aplicar un presupuesto suficiente para mejorar las medidas de control de las instituciones públicas; deducir impuestos a las escuelas y centros de trabajo privados que cumplan con medidas sanitarias adecuadas, e implantar, así sea de manera temporal, un seguro de desempleo, no sólo para trabajadores formales, sino también informales.

Asimismo, se pronunció porque las cifras de pacientes y fallecidos dadas a conocer a diario por la Secretaría de Salud “debieran ser objeto de una actualización sistemática y no sólo de ajustes ocasionales e insuficientes, pues el número de muertos reportados entra en contradicción con la información sobre exceso de mortalidad difundida en la propia página electrónica y los reportes oficiales”.