Opinión

La farsa fracasada

La farsa fracasada

La farsa fracasada

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

A lo largo del día de hoy muchas personas serán “acarreadas” a manifestarse afirmativamente en torno de la consulta sin materia. Esa impresentable vaguedad jurídica planteada por la Suprema Corte de Justicia, cuya supremacía queda apenas en el nombre.

Nunca habíamos tenido una corte de tan escasos méritos jurídicos y sumisión ante el Ejecutivo, o mejor dicho, la habíamos padecido en los tiempos cuya corrupción política se nos prometió erradicar, sólo para ahondarla hasta grados de espantoso cinismo.

La orden presidencial para ampliar el lapso de responsabilidad del “indispensable” Arturo Záldivar en el tribunal constitucional, por ejemplo, es una afrenta ante la cual nadie ha elevado siquiera --internamente--una protesta contundente.

Todos calladitos, como silenciosos estuvieron al momento de aprobar esta cantinflada sin humor; un verdadero galimatías cuya naturaleza oscila entre la cobardía y la falsedad. Estas líneas serán para mucho tiempo por venir, la prueba de la rusticidad de esta corte digna de un país bananero.

"¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes (1) con apego al marco constitucional y legal (2), para emprender un proceso de esclarecimiento (3) de las decisiones (4) políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos (5), encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles (6) víctimas?".

He querido enumerar la estulticia para hacer evidentes las inconsistencias:

1.- ¿Cuáles son las acciones pertinentes? ¿A cual pertinencia se refiere? Hasta donde se sabe las leyes y su aplicación no son pertinentes o impertinentes. En todo caso son normas vigentes o derogadas.

2.-¿Con apego al marco constitucional y legal? ¿El marco? Primero en cuáles materias, y segundo, ¿es posible escoger? No tiene sentido este parvulario de incompetentes.

3.- “De las decisiones políricas”¿Ahora se juzgan las decisiones; no las acciones a las cuales esas opciones llevaron? ¿Queda la decisión por encima de la consecuencia?

4.-“…tomadas en los años pasados por los actores políticos? No puede admitirse tal vaguedad. ¿Cuales son los años pasados y quienes los actores políticos?

5.- “…Derecho de las posibles víctimas…”. ¿Si no se precisan las acciones (delitos) cómo se puede definir a las “posibles” víctimas. Esto significa una ambigüedad. Si hay posibles víctimas, posiblemente no hay víctimas.

No puede haber peor matrimonio. La unión perversa entre la demagogia y la incompetencia.

El doble juego presidencial entre el disimulo y la venganza no tiene siquiera el componente real de todo este juego de espejos: el fomento de una popularidad basada en ficciones.

¿De veras el presidente busca la justicia, pues entonces procure justicia. Estimule a la Fiscalía senil, con denuncias concretas, sobre hechos reales, no con vaguedades, las obras de sus antecesores. Y si es necesario llenarse de sangre las manos, pues adelante. En sentido figurado.

Nadie le pide pasar a la historia como Robespierre, pero menos como “Cepillín”.

Pero el colmo de toda esta carnestolenda es la anticipada condena al papel del Instituto Nacional Electoral. Pareciera, en verdad,un intento de enjuiciar no a los expresidentes (cuyo nombre ni siquiera se atrevieron a mencionar los cobardones (as) y obsecuentes (as) ministros (as) de la Ínfima Corte de Justicia, sino el órgano constitucional encargado del sistema electoral.

La embestida del presidente y sus troles y caricaturistas orgánicos (para intelectuales orgánicos no les alcanza; se conforman con moneros), no es casual: es la preparación para el carnaval del año próximo: la revocación del mandato, recurso absurdo disfrazado de participación democrática, cuyo resultado favorable (un ensayo de la contienda electoral del 24), ya preparan desde ahora los “morenos” y sus acarreados de la gratitud gástrica.

El secreto de este gobierno entre consultas, encuestas, informes trimestrales y conferencias “mañaneras”, es simple: aturdir, declamar, sermonear, confundir, distraer, en un ejercicio de gobierno palabrero e ineficiente, mientras las verdaderas plagas nacionales (enfermedad, violencia, pobreza, cesantía,etc), avanzan sin valladar alguno.

Pura demagogia a la cual --por fortuna-- hoy pocos harán caso.