La pandemia del Covid-19 ha impactado en todas las actividades humanas poniendo en jaque a la economía global y, tristemente, amenazando a incontables familias que antes de esta epidemia ya vivían en una precaria situación.

Millones de personas viven al día en el mundo, y el encierro de la gente en sus casas, una medida necesaria para restablecer el orden en la salud pública, deja sin comer a incontables personas, y a muchas de ellas sin empleo.

La experiencia demuestra que en momentos difíciles la gente encuentra consuelo y esperanza en la vida espiritual, pero también en este rubro hay afectaciones que han llevado a la Iglesia a buscar soluciones para adaptarse a estas difíciles circunstancias, y desde la misma ciudad del Vaticano han salido pronunciamientos y memorándums que en otro momento y circunstancias hubieran parecido impensables.

El papa Francisco ha concedido la indulgencia plenaria a todos los enfermos de coronavirus y a las personas que los cuidan y que estén en peligro de muerte, bajo la condición de un arrepentimiento sincero y el rezo de tres oraciones: el Credo, un Padre Nuestro y un Ave María. También ha dejado a criterio de los obispos la posibilidad de perdonar los pecados de manera masiva, ante la imposibilidad de contar con sacerdotes suficientes en lugares como son los hospitales.

A criterio de los obispos locales queda la decisión sobre la celebración de las misas en los templos, de acuerdo al tamaño de las iglesias y el número de fieles que habitualmente acuden, pero se pide que estén abiertos en la medida de lo posible para que la gente pueda acudir con libertad a orar.

Algunas actividades religiosas se han visto opacadas, como fue el caso del séptimo aniversario de la entronización del papa Francisco, que tuvo lugar el Día de San José, el 19 de marzo, y las propias misas que celebra el Pontífice en privado en la Iglesia de Santa Martha, en el Vaticano, ahora son transmitidas por televisión.

En la Arquidiócesis Primada de México se realizó la consagración episcopal de tres nuevos obispos auxiliares, en la Basílica de Guadalupe, a donde asistieron muy pocos fieles, bajo invitación directa. Ellos son: Héctor Mario Pérez Villareal; Francisco Daniel Rivera Sánchez y Luis Manuel Pérez Raygoza, quienes rezaron al lado del cardenal Carlos Aguiar a la Virgen de Guadalupe, para que pronto termine esta pandemia.

Todas las reuniones y eventos previstos para los próximos días fueros suspendidos o pospuestos, y aun los oficios y rituales costumbristas de la Semana Santa están tambaleándose en vías de evitar concentraciones masivas de personas, a fin de evitar de manera responsable los contagios.

Algunas procesiones se pospondrán, aprovechando la semejanza de alguna fecha litúrgica; sin embargo, todo el panorama es impredecible y dependerá de varios factores.

En tanto, las plegarias van dirigidas a la salud de los enfermos, y a que Dios dé fortaleza a los médicos y enfermeras, y sabiduría a la gente de ciencia.

Carlos Villa Roiz