Cultura

Izquierda y derecha lloran por un pasado que observan glorioso, que ya no existe: Roger Bartra

El investigador emérito de la UNAM presenta su libro "Melancolía y cultura. Las enfermedades del alma en la España del Siglo de Oro"

Izquierda y derecha lloran por un pasado que observan  glorioso, que ya no existe: Roger Bartra

Izquierda y derecha lloran por un pasado que observan glorioso, que ya no existe: Roger Bartra

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

En términos políticos, tanto la izquierda como la derecha lloran por algo perdido, lloran un pasado que observan glorioso y que ya no está. Sin embargo, una consecuencia de eso es el surgimiento de nacionalismos donde la melancolía es un elemento vital de identidad y como ejemplo está el mundo prehispánico representado en la maqueta monumental inaugurada en el Zócalo de la Ciudad de México el pasado 13 de agosto.

Así lo afirma, en entrevista, Roger Bartra (Ciudad de México, 1942), antropólogo e investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM a propósito de su reciente libro Melancolía y cultura. Las enfermedades del alma en la España del Siglo de Oro, editado por Anagrama.

“El tema de la melancolía sigue intrigando e inquietando mucho, no es una cosa que se haya perdido en el pasado, no es una especie de trasto viejo mítico que ya no se utiliza, no, es un sentimiento, una enfermedad, un mito que está muy el presente en la vida de las sociedades actuales”, señala el también Premio Internacional Eulalio Ferrer 2016.

Bartra explica que la melancolía fue retomada por los médicos del siglo XIX quienes le cambiaron el nombre a depresión.

“Melancolía era un término que usaban los médicos desde la antigüedad griega, desde Hipócrates hasta Galeno, para describir una enfermedad mental. En el periodo romántico, finales del siglo XVIII y siglo XIX, se resaltó a la melancolía pero los psiquiatras se sintieron incómodos y buscaron un término que les pareciera más científico, tomado de la geología, la depresión”, comenta.

El autor afirma que la melancolía está muy ligada a la exaltación de las identidades nacionales y en muchos lugares sigue viva, por ejemplo, en México.

“En todos los momentos históricos en donde algunas corrientes políticas tienden a intensificar los sentimientos nacionalistas y a exaltar el nacionalismo recurren involuntariamente, y a veces voluntariamente, a la idea de melancolía. Hay que mirar las expresiones actuales, lo voy a poner en términos políticos: hay una melancolía de izquierda por lo que pasó en 1968 que fue una revolución frustrada con estudiantes derrotados, también hay una melancolía por la caída del socialismo, del Muro de Berlín…”, indica.

Pero también hay una melancolía de derecha, asegura Bartra. “Es aquella que piensa que todo tiempo pasado fue mejor, de alguna manera, una especie de edad de oro”.

Basta mirar al viernes 13 de agosto cuando se inauguró el espectáculo de luces y sonido sobre una maqueta monumental de Templo Mayor en el Zócalo de la Ciudad de México, agrega.

“El gobierno está estimulando una actitud de melancolía por un tiempo imaginario pasado, prehispánico, indígena, que fue más o menos una edad de oro pero llegaron los españoles y vinieron a destrozarlo. Ahí hay un estímulo de sentimiento de melancolía por un gran pasado de nuestro país como si México hubiese existido en tiempos prehispánicos”, advierte.

Algo propio de la melancolía es inventar un pasado dorado, completamente imaginario, explica el investigador emérito de la UNAM.

La melancolía es llorar por algo que se ha perdido, por el objeto amado perdido que puede ser el pasado inca, el pasado azteca, pero también pueden ser los padres que ya murieron, la mujer amada que se ha perdido o el novio que ha sido traicionero, señala Bartra.

–¿Hoy, la melancolía guía a la sociedad a comportarse de alguna manera?

–Tradicionalmente desde el Renacimiento, desde la antigüedad del Siglo de Oro y a lo largo de la larga historia del mito de la melancolía, se le asoció de manera preferente en sus dimensiones negativas a las mujeres.

“¿Por qué tantas mujeres se ‘volvían brujas’? Las pobres seguramente eran personas ya de edad, mujeres que ejercían la curandería y se suponía que el diablo las manipulaba porque podía esconderse en un humor negro, se aprovechaba de esa oscuridad y dominaba a las mujeres que eran consideradas inferiores, más débiles y por eso hubo terribles persecuciones a lo largo del siglo XVI y XVII de brujas”.

La idea de que las mujeres tienden más a la tristeza y a la depresión es sin duda un mito, indica Bartra.

“En muchas sociedades, como en México, persiste la idea de que las mujeres son más débiles y, por tanto, más propensas a caer en las garras de la melancolía y de la desesperación, lo cual lleva a la discriminación, a considerar a las mujeres inferiores. Hay remanentes de esa antigua creencia melancólica que se manifiesta hoy en expresiones machistas”, apunta.

Algunos autores que crearon obras sobre la melancolía, cuando los médicos del siglo XV, XVI y XVII buscaban la causa de esa enfermedad, fueron: Sor Juana Inés de la Cruz, Miguel de Cervantes Saavedra, Lope de Vega, William Shakespeare y Fernando de Rojas, por mencionar algunos.

–¿Qué influencia melancólica tiene estos clásicos en la actual creación literaria?

–Inevitablemente esa melancolía que permeó al Siglo de Oro español permeó también la Nueva España y posiblemente de ahí surgió esta idea tan propia de comienzo de la primera mitad del siglo XX: la melancolía era uno de los fundamentos de la identidad nacional.

“El ejemplo son las expresiones literarias en la exaltación de la identidad nacional con Octavio Paz o con la poesía de Los Contemporáneos. Ahí también se utilizaban términos un tanto racistas porque ¿quiénes eran los melancólicos en la tradición literaria mexicana? pues los indios, el campesino, el habitante de las zonas rurales que supuestamente vive en la soledad, en tristeza y en el abandono.

“Se tiene esa imagen del indio agachado, triste, melancólico que contrasta con el ser que vive en las ciudades, avanzado y progresista. Esa dualidad que podría ser una versión de la polaridad, melancolía-manía, está presente en nuestra literatura y está presente desde luego en el arte y a nivel popular en esas expresiones que se dan en torno al fenómeno nacionalista”.

–¿Le interesa estudiar el desarrollo de las consecuencias trágicas de la melancolía: la soledad, incomunicación y angustia, que se viven hoy con la COVID?

–A nivel mundial, la COVID ha ocasionado un cambio enorme en nuestra manera de relacionarnos con el entorno, muchísima gente ha tenido que aislarse y, por lo tanto, reducir los contactos de cuerpo a cuerpo, presenciales, y reducirlos a relaciones digitales por medio del teléfono o en pantalla con el círculo cercano, con la familia, con los hijos, padres, con los amigos.

“Mucha gente dejó de ir al trabajo como prevención y más gente dejó de ir al trabajo porque fue despedida y eso, desde luego, genera una gran melancolía, una depresión indudable, perder el trabajo en un mundo que está en dislocamiento, en transición, no se sabe a qué, pero el mundo está cambiando, el entorno social está cambiando, las relaciones entre los jóvenes y todos los procesos de cortejo y noviazgo están cambiando…en fin: la pandemia está generando cambios sociales y todavía no sabemos las consecuencias de eso”.

Lo que sí se sabe, añade Bartra, es que han aumentado las depresiones, las enfermedades mentales y las agresiones a las mujeres.

“En este encierro, al parecer, una gran cantidad de machos deciden vengarse de agravios reales o imaginarios y les pegan a las mujeres y las agreden, eso ha aumentado muchísimo y es alarmante”, señala.

LIBRO. En Melancolía y cultura, Bartra narra la teoría de los cuatro humores que recorrían el cuerpo provocando enfermedades. En el caso de la melancolía era un humor negro que, incluso decían, daba a las personas la habilidad de predecir el futuro.

“La melancolía era la expresión de uno de los cuatro humores: el humor negro; los otros eran la sangre, la flema y la bilis. Esos humores, con excepción de la sangre, simplemente no existían, más o menos las inventaban, creían verlas tal vez en las heces fecales o en los vómitos, un mundo imaginario”, explica Bartra.

El autor señala que hoy se habla de sustancias en el cerebro que regulan, entonces se utilizan fármacos y aunque ya no se practican sangrías a lo salvaje con sanguijuelas o con bisturí como en el Siglo de Oro, sí se utilizan fármacos para regular los neurotransmisores. “Son los nuevos humores”, indica.