Cultura

La labor del poeta es la incomodidad profesional, el escozor permanente, dice Hernán Bravo

No podemos disociar cosas mundanas al ejercicio de la poesía, por ejemplo, la corrupción en un país donde sigue rampante e indetenible, pese a lo que el presidente opine y defienda.

La labor del poeta es la incomodidad profesional, el escozor permanente, dice Hernán Bravo

La labor del poeta es la incomodidad profesional, el escozor permanente, dice Hernán Bravo

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

No podemos disociar cosas mundanas al ejercicio de la poesía, por ejemplo, la corrupción en un país donde sigue rampante e indetenible, pese a lo que el presidente opine y defienda. Lo cierto es que eso que es un cáncer o un ácido de la sociedad, también lo es en la poesía, señaló el escritor Hernán Bravo Varela, quien presenta Malversaciones sobre poesía, literatura y otros fraudes, un libro de ensayos literarios bajo el trazado de las cuatro edades del crítico.

“¿Por qué siempre pensamos que la poesía busca la sublimidad absoluta que se encuentra más allá de las palabras? No, la poesía está en constante contacto y transfiguración de todo aquello que le da pie, sentido, patria y, también, que le da la espalda. Una sociedad que le ha dado la espalda a su arte y específicamente a la poesía, como lo es la sociedad contemporánea de ese pequeño país llamado mundo, afecta en más de un sentido el quehacer del poeta. ¿Por qué en un país particularmente corrupto como éste, no va a tener sentido hablar de las relaciones que existen entre la poesía y la corrupción?”, dijo en entrevista con Crónica.

La labor del poeta, explicó, es la incomodidad profesional, el escozor permanente, como lo señala Saint-John Perse, es la mala conciencia de su época porque apunta hacia realidades y perspectivas, desde el lenguaje, que de otra manera no haríamos. “El poeta no pretende ser despiadado ni el maldito de la Francia del XIX, pero sí la mala conciencia de su época estando siempre al pendiente de ser el abogado del diablo de la realidad. Esto es fundamental en una época en que la hipocresía se ha institucionalizado, en el que el valor del arte es mucho más mercadológico”.

“Tradicionalmente el poeta es el cantor de la maravilla del mundo, sí, pero también es el cantor de sus ruinas, el relator de sus desastres, sus caídas; dice el poeta Raúl Zurita que estamos en la época de la agonía del lenguaje, y decirlo nos permite apreciar el lado formidable que aparece con ello. La poesía está en punto máximo y extremo de su libertad y creo que el crítico que participa en la lectura de poesía también contrae esa misma obligación, esperanza y responsabilidad”.