Opinión

La marcha ciudadana

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La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Se nota en el entorno inmediato y en la plática cotidiana: entre familiares, amigos, colegas, alumnos, taxistas, tenderos, despachadores de gasolina, vendedores de periódicos: muchos de ellos votaron por AMLO; ahora se arrepienten. Hay descontento y decepción. Andrés Manuel López Obrador durante su campaña prometió muchas cosas y dijo que las iba a cumplir de inmediato. Eso despertó grandes expectativas, atrajo votos. Sin embargo, conforme ha ido tomando decisiones se observa, por una parte, que no es tan fácil modificar los grandes retos que enfrenta el país como la violencia, la corrupción y la falta de oportunidades económicas; por otro lado, se advierte que hay una tendencia a concentrar el poder en su persona. Eso es, a mi parecer, lo que explica el que hayan salido a las calles—el domingo 5 de mayo—miles de mexicanos en, por lo menos, 16 ciudades y localidades del país. Protestaron contra López Obrador, sus artilugios, sus falsas promesas y su peligrosa tendencia autoritaria.

La llamaron “marcha del silencio”. Dicho sea de paso: para alguien como yo, que participó en el Movimiento Estudiantil de 1968, es inevitable el recuerdo de aquella “marcha del silencio” del 13 de septiembre de ese año; en ella, por cierto, algunos de los participantes llevaban tela adhesiva en la boca.

Siendo objetivos, la manifestación del domingo pasado no fue silenciosas: se lanzaron todo tipo de consignas. Entre ellas: “¡Fuera AMLO!” “¡México, México!”

Oí decir a alguien que no había ido a la manifestación porque no sabía quién la había convocado y con qué propósito. Hay que informarse mejor. El llamado se difundió, sobre todo, en las redes sociales.

Entre las organizaciones convocantes se encuentra Nosotros somos chalecos México. Pidieron manifestarse en todo el país “por la defensa del progreso, la libertad, la legalidad y el estado de derecho.”

Ahora bien, en la Ciudad de México, la manta insignia decía: “La convocatoria es de ciudadanos independientes ajenos a partidos políticos, asociaciones o grupos protagónicos.” Algunos estiman que fueron 8 mil personas, otros calculan que asistieron 15 mil. Sea como fuere, lo cierto es que se reunieron más personas de lo que se esperaba. Y, claro, como era de esperarse, las mantas, pancartas y carteles se referían a las cosas más diversas.

Sobresalieron unas de gran tamaño que decían “¡POR MÉXICO!”. En otras se leía: “Urge seguridad”, “No más obras sin licitación”, “Su objetivo, controlar a México”, “No eres Robin Hood”, “Basta de buscar culpables, asume tu responsabilidad”, “Andrés Manuel, Ladrón de nuestras esperanzas” (en alusión al reciente libro de Francisco Martín Moreno), “¿Dónde quedaron tus promesas?”, “Chairos y fifís, todos somos México #AsíNoAMLO”, “Un buen Presidente UNE no divide #SomosMéxico”, “Queremos seguridad #AsíNoAMLO”, “Obrador ya pasaste a la historia como el peor traidor de México.”

Hay algo que vincula a las dos marchas del silencio, la del 13 de septiembre de 1968 y la del 5 de mayo de 2019: la conquista de las libertades de reunión, manifestación, pensamiento, expresión y prensa, que en el 68 fueron salvajemente reprimidas y que, tras décadas de lucha a brazo partido los mexicanos conquistamos. Y con ellos avanzamos en la educación cívica: el respeto a las ideas ajenas.

Por eso, el que desentonó e hizo el ridículo fue el secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, quien puso en Twitter: “Nunca pensé que todos los que están contra AMLO fueran a la marcha pero sí…¡FUERON TODOS!” Se trata de una expresión inadmisible de intolerancia. Y más viniendo de un universitario que recibió una gran influencia del Ing. Javier Barros Sierra, quien fue rector de la UNAM en el 68.

Ni siquiera López Obrador se refirió de esa forma majadera a la marcha. Por el contrario, el titular del Poder Ejecutivo expresó su respeto a quienes el domingo salieron a las calles; agradeció que los ciudadanos ejerzan su derecho a la libre manifestación pues “la democracia son contrapesos”. Agregó: “No soy monedita de oro” y afirmó que él seguiría su plan de trabajo.

Aquí radica el punto fino de la discusión porque, es de celebrarse que AMLO no haya denostado a la manifestación ciudadana, es decir, respetó a la disidencia; pero, la democracia no consiste tan sólo en reconocer a la disidencia, sino en sumar los puntos de vista de quienes están en desacuerdo; incorporarlos a la acción gubernamental.

Por eso el hashtag #AsÍNoAMLO significa la necesidad de un cambio de rumbo. Por ejemplo: reconsiderar el cierre del aeropuerto de Texcoco, la cancelación de la ayuda a las estancias infantiles, el despido masivo de trabajadores del gobierno federal, el recorte al gasto público, la centralización del mando, la injerencia en el poder Judicial.

Dicho de otro modo: la democracia no es tan solo el gobierno de la mayoría, sino es el gobierno de la mayoría que respeta y toma en cuenta a las minorías; incorpora sus puntos de vista. Así, la democracia se convierte en el gobierno de todos, mayoría y minorías incluidas.

Alguien preguntó ¿qué proponen los participantes de la marcha? La respuesta es sencilla, ser tomados en cuenta.

Twitter: @jfsantillán
jfsantillán@tec,mx