Opinión

La pandemia y el medio ambiente en El Colegio Nacional

La pandemia y el medio ambiente en El Colegio Nacional

La pandemia y el medio ambiente en El Colegio Nacional

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Comparto algunas notas y reflexiones de estos días de debate:

La pandemia de la COVID-19 podría ser sólo el inicio de un proceso más dramático si no tomamos medidas sustentables y sólidas para la protección del medio ambiente. Sin embargo, ésta contrasta con el hecho de que el presupuesto actual del gobierno mexicano para sus programas medioambientales es el más bajo desde 2001.

¿Cuál es la relación entre la primera pandemia del siglo XXI y el deterioro de los ecosistemas planetarios ¿Qué relación guarda la continua deforestación del planeta, la defaunación —es decir, la extinción o disminución de la fauna silvestre—con lo que estamos viviendo? ¿Cuál es y cuál ha sido el papel de las políticas públicas de las últimas décadas, en especial en el caso mexicano, para crear un marco favorable a la protección del medio ambiente?

Las respuestas a estas y otras cuestiones se discutieron a lo largo de cinco debates transmitidos en línea y con la asistencia remota de más de 1500 personas en cada sesión.

Como parte de la reflexión surgió un hecho por demás dramático y científicamente comprobado: vivimos la era del Antropoceno, un concepto que refiere a una nueva edad geológica, en la que la actividad y la presencia de la especie humana ha logrado modificar e impactar desfavorablemente en los sistemas ecológicos del planeta.

La deforestación, la defanuación, la contaminación global, y el cambio climático, son algunas de las marcas evidentes del Antropoceno. En ese sentido es posible afirmar que es el ser humano el principal detonador de las pandemias, como parte de este mismo fenómeno en el que, por primera vez en la historia de la vida en la tierra, una sola especie ha logrado modificar las condiciones del planeta entero.

También durante las mesas se hizo hincapié en la ignorancia y la histeria colectiva detrás del ataque a los murciélagos como responsables de lo que vivimos. Los murciélagos, y sus más de mil 400 especies, contribuyen de forma decisiva a combatir las plagas de insectos en el planeta, a la dispersión de semillas para frutos de todas las especies, o a la polinización de la flora del planeta. Son nuestros grandes aliados, en modo alguno nuestros enemigos,

En el caso del virus responsable de la actual pandemia y los más de seis millones de contagiados al día de hoy, en todos los casos ha sido una transmisión entre seres humanos. Acaso el primer contagio pudo ser a través de un animal, cuya procedencia aún la desconocemos, pero lo que sabemos con toda seguridad es que es una pandemia que ocurre y se expande entre nuestra propia especie.

Entre la comunidad científica subsisten las dudas sobre el futuro que nos espera tras la pandemia. Las cosas van a cambiar, con toda seguridad, pero no podemos asegurar todavía que será hacia un mejor lugar. Los humanos no nos vamos a ir, y hagamos lo que hagamos van a existir consecuencias.

Frente a todo esto. ¿Cuál es papel de las instituciones de gobierno mexicanas responsables de nuestras políticas medioambientales? Para ello Julia Carabias hizo un recuento de las luces y sombras de dichas políticas desde la década de los noventa, hasta nuestros días. Un periodo en el que se han creado instituciones fundamentales para el país, se ha realizado investigación de vanguardia, y donde se han legislado y creado diversos programas y políticas públicas adecuadas.

Sin embargo, ha faltado continuidad, profundidad y, sobre todo, resulta alarmante la caída continua del presupuesto público destinado a las políticas medioambientales. La Semarnat tuvo en 2019 el presupuesto más bajo en veinte años, mientras que instituciones señeras como la CONABIO se enfrentan a una severa crisis que amenaza su existencia por el recorte de su presupuesto.

El futuro inmediato de un mundo pos- COVID-19 luce poco promisorio: mayor pobreza y marginación, caída y pérdida masiva del empleo, reducción de los recursos públicos —nacionales y multilaterales— para proteger la biodiversidad, retroceso en los consensos alcanzados y en las medidas adoptadas para la conservación y protección de un medio ambiente sano, como un derecho humano fundamental.

Frente a este panorama desolador cabe preguntar: ¿Deberán replantearse los 17 principios para el Desarrollo Sostenible de la Agenda 20/30 de las Naciones Unidas a raíz de la pandemia que vivimos? ¿Tiene México trazada una ruta para reorientar su desarrollo una vez que pasemos a una “nueva normalidad”?

¿Cuáles son los efectos que la pandemia de la COVID-19 está provocando en la vida en las grandes ciudades, y cuál el impacto negativo en la economía del mundo y de los ciudadanos? Incluso, como lo señaló el economista Gustavo Gordillo ¿No es acaso optimista en exceso pensar por ahora en el “después de la pandemia”? ¿Realmente hay un “después” a la vuelta de la esquina?

Frente a los inmensos retos que presentará la recuperación económica del país, no hay otra salida que orientar dicha recuperación por la puerta de un nuevo modelo para el desarrollo. La pandemia ya modificó nuestra noción actual de desarrollo sustentable, y si bien los objetivos asentados en la Agenda 20/30 parecerían vigentes, lo que veremos de aquí en adelante es una revaloración de aquellos esfuerzos que orientaban la discusión hacia considerar el desarrollo como un derecho de las naciones menos favorecidas. Una nueva política distributiva de la riqueza, tanto a nivel nacional como global.

Se requiere una transformación profunda de las estructuras productivas, pero también transformaciones en las estructuras de la política y del poder, frente a gobiernos alejados de los ciudadanos, y la brecha creciente entre el Estado y la sociedad.

La pandemia está afectando al espacio social en todos sus órdenes. El confinamiento prolongado ha puesto demasiada presión en la manera en que lo social se registra y verifica en la escuela, el trabajo, la vivienda, o los espacios públicos de convivencia urbana, y esto podría generar procesos disruptivos: más violencia, menos disposición a cumplir las normas; más impunidad, más injusticia.

Otras crisis que ya enfrentábamos, como la migratoria, la violencia, o la crisis ambiental, están pasado a segundo plano frente a la emergencia sanitaria que enfrentamos. En cualquier caso, la pandemia podría también generar procesos virtuosos: nuevos y mejores liderazgos, ciudades más habitables, construcción de acuerdos para construir un nuevo curso de desarrollo.

Siendo el de la pandemia actual un fenómeno con un impacto mucho mayor en los grandes centros urbanos, es de enorme preocupación que existan 800 millones de personas en situación de hacinamiento en las grandes ciudades del mundo, y 2 mil 100 millones de pobladores urbanos sin acceso a servicios urbanos básicos como el agua potable. Las 215 millones de personas que, según estimaciones de la CEPAL, ingresarán a las estadísticas de la pobreza a consecuencia de la pandemia, serán, en la inmensa mayoría de los casos, pobladores de grandes centros urbanos.

Con todo, se perciben otras señales positivas para la vida de las ciudades a consecuencia de la pandemia: una revaloración del uso de medios de transportes alternativos, un regreso de los ciudadanos a los parques, un aire más limpio, menos contaminación, nuevos valores comunitarios, y la reivindicación del trabajo desde casa gracias a las herramientas de la comunicación digital.

Para el caso de México, hay un consenso entre los científicos y especialistas convocados por El Colegio Nacional: el peligro que supone la disminución de entre 60 y 70 por ciento en el gasto del gobierno federal destinado a políticas medioambientales, entre 2015 y 2019.

edbermejo@yahoo.com.mx
Twitter: @edgardobermejo