Opinión

La paradoja de la libertad

La paradoja de la libertad

La paradoja de la libertad

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

La educación, dice Kant, es un aprendizaje progresivo de la libertad. La libertad, por su parte, es una pasión humana fundamental que se manifiesta como instinto desde que el niño, al nacer, lanza su primer grito.

La libertad del Hombre es una construcción: es un proceso de aprendizaje que transcurre, progresivamente, a través de la familia y de la escuela y sólo se logra cuando el hombre se hace dueño sus actos y representaciones.

Pero la libertad siempre supone límites, constricciones y condicionamientos. Incluso en una pedagogía libertaria como la de Summerhill, la libertad de los alumnos se hallaba limitada y condicionada. Semejantes condicionamientos se encuentran asimismo en los planteamientos de pedagogos libertarios (de orientación anarquista) como los de Francisco Ferrer Guardia.

Hay pensadores actuales que consideran que el énfasis en las aspiraciones libertarias y emancipadoras en educación, conduce a veces a resultados que están en conflicto con la realidad en la que vivimos. Mucho más cuando se omite el respeto por las reglas (no olvidemos que las reglas —morales o jurídicas—constituyen el fundamento de la vida en comunidad).

“En la actualidad, dicen David Reyero y Fernando Gil, de la Universidad Complutense de Madrid, es más común encontrar relacionado el concepto de educación con términos como emancipación, autonomía o libertad, que con las palabras normas, disciplina, autoridad, sometimiento o límite”.

Lo que estos autores se proponen demostrar es que “los límites, las normas, las reglas, incluso las limitaciones físicas resultan fundamentales en la educación” porque “forman parte esencial de la realidad y de la condición humana”. La tesis principal que defienden es que las reglas no sólo ordenan o regulan desde fuera una actividad humana, sino que son expresión de la racionalidad peculiar del ser humano y su forma de estar en el mundo. En todos los asuntos humanos conocer los límites tiene una importancia crucial.

La ventaja de conocer los límites reside, precisamente, en que nos permite acotar las posibilidades de desarrollo de una determinada acción, además nos permiten intuir, vislumbrar a su vez, otro tipo de acotaciones, otras posibilidades, no siempre mejores, del de­sarrollo humano con sus correspondientes normas.

Y concluyen: “Por eso hemos indicado también, desde un punto de vista más cercano a la antropología pedagógica, que las posibilidades futuras de un sujeto en su forma de estar y vivir el mundo se expanden, acrecientan y surgen si durante su crecimiento familiar, escolar y social ha vivido en un espacio acotado de límites y normas que le permiten sentirse lo suficientemente seguro para iniciar un proceso de asimilación crítica de la herencia recibida. Se entiende mucho mejor la realidad y sus diferentes posibilidades de valoración cuando se ha partido desde un punto de vista relativamente cerrado, con sus límites y normas, sobre la tradición recibida”.

Gilberto Guevara Niebla