Opinión

La plaga de Tebas, la tragedia de la línea 12 del Metro y los presuntos culpables

La plaga de Tebas, la tragedia de la línea 12 del Metro y los presuntos culpables

La plaga de Tebas, la tragedia de la línea 12 del Metro y los presuntos culpables

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Siempre que hay una tragedia se busca a un culpable. El dolor, la indignación se convierten en un reclamo de la sociedad. Y digo la sociedad, porque, desde los griegos, la tragedia es un mal que envuelve a todo un grupo social. Por eso la plaga de Tebas compete a todos, la sufren todos los tebanos. Y el pobre Edipo que vivirá su expiación trágica, deberá actuar para liberar a su gente de mal que los aqueja. Él es el culpable y como rey debe restituirle la paz a la comunidad. Cuando se entera que, víctima del destino, ha matado sin saberlo a su padre y luego se desposó, ignorante, con su madre, se saca los ojos y solicita el exilio. Yocasta, la madre y esposa de Edipo, al enterarse de la terrible verdad, se suicida. Con estos actos se regresa el equilibrio en Tebas y se termina la peste que ha cargado con varias muertes, sin ninguna piedad. Para los antiguos griegos, nadie puede eludir a su destino.

En el trágico suceso de la línea 12 del metro, ocurrido por la noche del lunes del 3 mayo, cuando un tramo donde pasaba ese transporte se colapsó, surgió un clamor social que exige explicaciones, ante más de veinte muertos, varios heridos, el sufrimiento de los deudos, y la tragedia lacerante de varias familias.

¿Qué habrá sido morir durante el desplome de los convoyes? ¿Se apoderó de las víctimas el terror o no les dio tiempo más que de caer y morirse? No sabemos, pero mejor no ahondar en esto sino en evitar, a toda costa, que algo así vuelva a suceder.

Como sabemos, muchos usuarios de esa línea habían avisado del estado precario de la estructura de cemento de eso paso elevado por el que transitaba el Metro: columnas agrietadas, pisos endebles. Según Luis Rojas Nieto, presidente del Colegio de Ingenieros Civiles de México, una construcción como esa se diseña para preservarse en buenas condiciones por los menos 50 años. ¿Fue un atentado entonces? Desde luego que no, eso quisieran las autoridades que han gobernado por veinte años la ciudad de México: PRD y MoReNa después, cuando Andrés López Obrador se salió del Partido de la Revolución Democrática para crear el Movimiento de Regeneración Nacional, que hoy preside Mario Delgado, el gran defensor de Félix Salgado Macedonio, un hombre acusado de violación y de acoso por varias mujeres y que aspiró a la candidatura de gobernador del estado de Guerrero. Ante la negativa del Instituto Nacional Electoral de mantenerlo como candidato, por no haber presentado el estado de sus gastos como pre candidato, ha impuesto a su hija Evelyn, aprobada por el partido de Morena, y que carece de todo conocimiento para administrar y lidiar con un estado bronco, acosado por los narcos.

Nice! Vivan Morena, sus afiliados y sus actos nepotistas.

Volviendo al accidente, el problema es quién tiene la responsabilidad de lo que ocurrió el 3 de mayo por la noche: La directora del Metro, Florencia Serranía; Marcelo Ebrard, que gobernaba la Ciudad de México cuando se construyó la Línea 12; la empresa CICSA ,que construyó el tramo que se desplomó; Claudia Sheinbaum, la actual gobernadora de la enorme y atribulada ciudad; el inmediatamente anterior jefe de gobierno, que cambió el nombre de Distrito Federal por Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera; el presidente Andrés Manuel López Obrador, creador del lema y del látigo “Austeridad Republicana”. Hay otros actores más, como Mario Delgado, que aprobó el financiamiento de la Línea 12 y quien avaló el sobrecosto de la construcción y también se encuentran todos los que estuvieron involucrados en semejante tarea. “Todos a una”, pero al revés de la Fuenteovejuna de Lope de Vega, donde la unión del pueblo se levanta contra la opresión y el atropello, aquí se reúnen varios funcionarios que pudieron cometer un error, en el que el pueblo resultó atropellado.

Es probable que se escoja a un chivo expiatorio para una obra mal hecha en la que participaron tantos. Así ha sido siempre. Ya nos enteraremos, después de la acuciosa investigación que se hará del siniestro, como si los usuarios de esa línea del Metro no hubiesen reportado varias veces desperfectos. Incluyo un fragmento de un artículo publicado en su columna de El Universal, hace siete años, por la escritora Mónica Lavin, profesora de la Universidad de México, que decidió dejar las inconveniencias de conducir su auto hasta Tláhuac y se decidió por viajar en la Línea Dorada, la 12, de ida y vuelta a su casa en Coyoacán:

… Me sucede que tengo la sensación que estuvimos en peligro sin notarlo (…) que la vida peligraba y me hacía mensa, yo y todos. Todos los que seguíamos celebrando que ahora nos pudiéramos mover en un tiempo más corto y grato a nuestros sitios de trabajo o a la casa. Porque bien que noté que el tren se paraba de más en las estaciones (los pasajeros fuimos testigos) (…) Y luego tomando aquella curva bien despacio como si el precipicio acechara y uno ya incomodándose”.

Desde 2013, algunas estaciones de la línea 12 tuvieron que cerrar por fallas en la estructura y un año después dejaron que operar, hasta que en 2015 los traslados se reiniciaron en todas las rutas. De esta época es el artículo de Mónica Lavín.

¿Qué pasó después? ¿Se atendieron con cuidado las fallas? ¿Se repararon las grietas entre las columnas y el piso superior? ¿Le dedicaron tiempo y dinero? ¿Le importaba al presidente López Obrador el Metro desde 2018 o desde entonces sólo piensa en las elecciones medias de junio de este año, sus propias obras como el aeropuerto, la refinería y el tren Maya, dar dineritos a los posibles votantes de Morena, mientras que, con la pandemia encima, ha olvidado por completo que la mayoría de la clase trabajadora se transporta en Metro, sobre todo en las noches, de regreso a casa?

Creo que todos los nombres de funcionarios mencionados antes, la empresa constructora, todos y cada uno, son causantes, de una o de otra manera, aunque sea por omisión, de la tragedia del 3 de mayo. Pero ninguno se sacará los ojos ni se suicidará como en la obra de Sófocles. Sería absurdo. Basta con elegir a un posible infractor o infractora, hacerla de Pilatos y continuar, como en el caso del presidente de la república, pegándole al INE y a los otros organismos autónomos, con la mirada puesta en las elecciones y en el poder.