Opinión

La prudencia de AMLO

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La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Parto por señalar que el personaje Donald Trump no me simpatiza en lo más mínimo y mis sentimientos hacia él se describirían perfectamente en la frase de Luis Eduardo Aute cuando señalaba “más que nausea da tristeza su parásita ambición”, pero tampoco me compro el cuento de que Biden es la solución, es otro personaje que podría caber en la frase de Aute.

Así mismo, mi formación como politólogo me obliga a hacer un análisis frío de los acontecimientos que me permitan tener una opinión lo más asertiva posible, en el que debo procurar no mezclar mi deseo, emoción o interés personal con una lectura clara de la realidad.

Lo que está sucediendo con el sistema electoral de los Estados Unidos podría tener consecuencias nunca antes vistas, de acuerdo a los últimos reportes, existen estados como Georgia y Pensilvanya en los que la duda sobre la certeza en la contabilidad de los votos podría tener el efecto de anular los votos electorales totales de dichos estados con lo que Biden no alcanzaría el mínimo necesario en el umbral de los 270 votos electorales.

Esto pondría en jaque al sistema democrático de los Estados Unidos y llevaría al congreso a tomar medidas emergentes, un congreso aún con mayoría republicana. Ante esta circunstancia los intereses internacionales han venido presionando desde un principio a las instituciones democráticas norteamericanas (asunto que no debe agradarles mucho), el primero fue el ministro de Canadá, Justin Trudeau quien no sólo felicitó a Biden sino que reforzó su frontera sur con Estados Unidos y así le siguieron otros países.

Al respecto señaló que no soy quien para asegurar sobre la confiabilidad de las instituciones democráticas norteamericanas, a juzgar de la experiencia mexicana, son organismos que no han logrado cumplir con sus objetivos y principios fundamentales, pero tampoco se puede minimizar la idea que las circunstancias que hoy se viven hayan sido una narrativa planeada desde un principio por el presidente Trump. Es decir, de una o de otra forma, la moneda sigue en el aire.

Por lo que es de reconocer la prudencia del presidente Andrés Manuel López Obrador al no pronunciarse a favor de nadie, sino a favor de una buena colaboración entre México y los Estados Unidos. Por mucho que el personaje Donald Trump pueda generar náuseas, odios o tristezas, lo cierto es que aún le quedan dos meses y por muchas ansias que hayan de verlo fuera, lo inteligente para nuestro país es una postura institucional, mesurada y paciente.

Imponer el pragmatismo con Estados Unidos, sea quien sea el presidente, no es con el partido. Eso es lo que genera la supremacía de las naciones, independientemente de la expresión política. Contrario a ello los 10 gobernadores de la vieja escuela buscan el beneplácito del exterior, lo que nos hace vulnerables para ser invadidos, no soberanos, la misma actitud de Miramón al ir a buscar quién venga a gobernar a México, como una historia cíclica.

Hoy más que nunca, son momentos de cerrar lealtades con México.