Opinión

La recuperación

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La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El impacto de la pandemia sobre la educación ha sido devastador. La pandemia de COVID-19, dicen expertos de UNESCO, constituye el peor golpe a los sistemas educativos en un siglo, ya que las escuelas han estado cerradas durante más tiempo que nunca, a lo que se ha unido la peor recesión de los últimos decenios (Giannini, Jenkins y Saavedra, 2021).

Recesión en economía y regresión en educación son las dos realidades que se empalman en este momento crítico. En la educación se ha experimentado una regresión y no debemos cerrar los ojos ante este hecho evidente. Sería un grave error que los profesores juzguen que su tarea se reduce a regresar a clases para, simplemente, retomar la lección en el punto donde se quedó hace un año.

Regresión significa retroceso. Es de importancia crucial preguntarnos: ¿Qué tan grave ha sido ese retroceso? ¿Qué tanto perdieron en aprendizajes y en su desarrollo personal niños y adolescentes con este año de confinamiento? La primera tarea de los maestros es buscar respuesta apropiada para esta pregunta a través de una evaluación minuciosa del desarrollo cognitivo, ético y emocional que han tenido sus alumnos a lo largo del tiempo transcurrido.

Es verdad que el regreso a clases trae consigo un conjunto abigarrado de tareas: preparar los protocolos sanitarios, proveerse de materiales indispensables, definir la intervención de la tecnología educativa, restablecer el vínculo personal con los alumnos, localizar a potenciales desertores, re-organizar la clase con base en las nuevas circunstancias, contactar a los padres de familia de cada alumno, recibir información de las experiencias educativas que el alumno tuvo en el hogar, reordenar la situación escolar de cada estudiante, etc.

Pero sobre todo esto, urge que el Estado mexicano ponga en acción un vigoroso programa para apoyar a las escuelas con equipos digitales y con programas de capacitación de maestros y alumnos en habilidades digitales, se necesita además invertir recursos económicos extraordinarios para atender la emergencia. Las escuelas deben prepararse no para regresar al pasado, eso es imposible, sino para enfrentar una nueva realidad.

Esto implica elaborar una estrategia de recuperación que oriente la actividad educativa en el siguiente ciclo escolar. UNESCO, UNICEF y Banco Mundial proponen políticas educativas de recuperación con tres prioridades que nos parecen correctas:

1) lograr que todos los niños vuelvan a la escuela,

2) recuperar el aprendizaje perdido y

3) preparar y apoyar a los docentes.

Pero la premisa de esta estrategia es esta: evaluar para conocer el tamaño del retroceso en cada una de las esferas de formación del alumno (cognitiva, ética y emocional). El regreso a clases, por lo mismo, exige una cuidadosa e inteligente planeación educativa que debe recaer en el colectivo docente de cada escuela.

Las autoridades locales y federales, desde luego, también deben participar, pero no para imponer una ruta única (oficial) de trabajo, sino para solo orientar y apoyar el trabajo de las comunidades escolares. Con base en esto, la CEPAL ha propuesto que este año sea principalmente un año de apoyo a los docentes en su tarea evaluadora.

Lo que se busca, sobre todo, es reducir el daño que la pandemia (el confinamiento) ha causado en el proceso de transmisión cultural intergeneracional y compensar los efectos desastrosos que ha tenido sobre las poblaciones más pobres. Se pretende asegurar el bienestar para cada uno de los alumnos y, al hacer eso estaremos, al mismo tiempo, velando por el bienestar de la nación. Lo que está en juego es este momento es, sin duda, el futuro de México.