Un confuso incidente cerca del estratégico estrecho de Ormuz, por donde pasa el 30 por ciento del tráfico mundial de petróleo, disparó ayer la tensión en el golfo Pérsico, en medio de las amenazas bélicas de Estados Unidos con Irán en los últimos días.

Ayer, el reino saudí denunció que dos de sus petroleros fueron atacados en aguas del emirato de Fujairah (uno de los siete que componen los Emiratos Árabes Unidos) cuando se disponían a entrar en el golfo Pérsico, uno de ellos para cargar los tanques con crudo con destino a Estados Unidos. Horas antes, las autoridades emiratíes alertaron de un sabotaje a cuatro barcos en sus aguas territoriales, también cerca del estrecho de Ormuz.

Aunque Riad y Abu Dabi evitaron lanzar acusaciones ni explicaron cómo fueron atacados los buques, todas las miradas se dirigieron de inmediato al enemigo natural de ambos en la orilla norte del golfo Pérsico: Irán.

El gobierno de Teherán se apresuró a negar la autoría y exigió una investigación que aclare “las dimensiones exactas” del incidente en el mar de Omán, que calificó de “alarmante y lamentable”.

El portavoz de la cancillería iraní, Abas Musaví, advirtió contra “los complots de los malhechores para perturbar la seguridad regional” y pidió “la vigilancia de los estados regionales frente a cualquier aventura de elementos extranjeros”, en una probable alusión a Israel, que presiona para que Estados Unidos actúe con puño de hierro contra Irán.

“Error muy grave”. Poco después de ser informado del confuso incidente, el presidente Donald Trump advirtió a Irán de que “sufrirá mucho” si actúa contra los intereses de Estados Unidos, en un momento de fuertes tensiones entre ambos países y de roces entre el régimen chiita de Teherán y las monarquías sunitas en el golfo Pérsico.

“Si hacen algo, será un error muy grave. Será un problema muy malo para Irán si ocurre algo, eso puedo decírselo. No van a estar contentos”, dijo.