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La tartamudez no se cura, pero puede controlarse

Iñaki tiene 19 años, llegó a la universidad con esa condición y encontró un programa exitoso… hoy, confía en que hasta puede “conseguir novia”. El 1% de los mexicanos es tartamudo y vive entre temores, estrés e impotencia

Iñaki tiene 19 años, llegó a la universidad con esa condición y encontró un programa exitoso… hoy, confía en que hasta puede “conseguir novia”. El 1% de los mexicanos es tartamudo y vive entre temores, estrés e impotencia

La tartamudez no se cura, pero puede controlarse

La tartamudez no se cura, pero puede controlarse

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Iñaki Intriago e Iván Morales en dos semanas aprendieron una técnica para superar una condición común entre ambos y fueron capaces de abrazarse y amarse a sí mismos, a valorarse y enfrentarse al mundo sin miedo.

Y es que quien no ha sufrido tartamudez, no puede imaginar lo frustrante y estresante que puede resultar intentar comunicarse con sus interlocutores y hacerlo sin que el miedo a hablar, el temor al qué dirán o a las burlas, los lleven a empeorar esta condición y no ser capaces ni siquiera de poder decir su nombre sin trabarse.

El empeño y ganas de superarse, llevó a Iñaki y a Iván a Proyecto Ernest, asociación en donde se conocieron y que se dedica a atender a personas con condición de tartamudez, con un exitoso programa diseñado por su fundadora, Perla Ernest, quien les cambió la vida.

Hoy, Iñaki, Iván y Perla sonríen y platican y resulta prácticamente imposible imaginar que algún día ellos tres padecieron por esta condición. Los tres han aprendido a vivir con el “fantasma” de la tartamudez, pero también saben que ellos mandan y deciden si quieren seguir tartamudeando o nunca más volver a hacerlo.

Iván Morales es diseñador y a sus 40 años confiesa que toda su vida ha sido tartamudo y probó de todo: psicólogos, psiquiatras, foniatras, técnicas alternativas y aunque tuvo ciertas mejoras, nunca logró hablar de manera completamente normal.

“Al ingresar a la universidad ya me había dado por vencido. Asumí que así hablaba y así seguiría hasta que mi muerte y en realidad (era) algo que a la gente parecía no importarle”.

ABRAZANDO SUS FANTASMAS. Consciente de que pertenece a ese uno por ciento de la población en el país que es tartamuda y del que no se ha logrado identificar qué la origina, Iván decide “abrazar” su condición, dejar de tener miedo. “Creo que cuando tú alimentas tus fantasmas, tus miedos, éstos crecen, así que yo decidí dejar de tener miedo y llevar una vida normal”.

EL RESPETO EN EL TRABAJO. Durante la entrevista, Iván muestra una amplia sonrisa de confianza en sus palabras, de quien se siente satisfecho consigo mismo, con esa satisfacción que la experiencia de los años deja. Confiesa que en la educación preescolar, y en la preparatoria, fue objeto de burlas a sus espaldas, de manera indirecta, con gestos, apodos…

Sin embargo, el momento de poner un “hasta aquí”, fue en su primer trabajo, en donde le pusieron apodos por su forma de hablar “cuando me enteré fue todo un tema con mi compañero, incluso terminamos en recursos humanos”, jamás, bajo ninguna circunstancia, permitiría que una situación similar se repitiera.

“Incluso, en mis otros trabajos, mi tartamudez siempre fue algo muy evidente, no necesitaba decirlo, a veces no podía decir una frase o una palabra completa, pero siempre dejé muy en claro, yo no tenía problemas con horarios, con hacer cosas, pero, eso sí, que no se metieran con mi condición”.

ERNEST, UN ESTILO DE VIDA. Iván llega a Proyecto Ernest por consejo de una chica, en una cita, “y como ya había probado prácticamente de todo, me di una oportunidad más, total, no tenía nada qué perder”, de eso ya hace un año, aunque tuvo que regresar, porque la primera vez, no dio tanta prioridad a los ejercicios que debía hacer.

“Proyecto Ernest se ha convertido en un estilo de vida: una de las primicias es confiar en ti mismo y plantearte quién quieres ser en cada aspecto de tu vida y no ir por la vida viendo a ver qué te pasa, se trata de lograr objetivos, se trata de comunicarte con lo que quieres decir y no lo que puedes decir. No sólo aprendemos ejercicios, es un cambio de mentalidad que se refleja en el hablar”.

HACE 2 SEMANAS SU VIDA CAMBIÓ. Iñaki Intriago tiene 19 años y cursa la carrera de ingeniería industrial, hace dos semanas, concluyó su curso en Proyecto Ernest, el cual le ha permitido notables avances, ya que antes, confiesa, a veces no era capaz de decir ni siquiera su nombre.

Iñaki también comenzó con esta condición desde la primaria, tomó muchos cursos, y aunque logró cierto control al hablar, el estrés por entrar a la universidad le provocó una recaída. Al tomar en curso “intensivo”, con la fundadora de Proyecto Ernest, Perla Ernest, observó los extraordinarios avances, lo cual lo motivó a duplicar la “dosis”, de sus ejercicios y comenzó a hacerlos dos veces al día, en lugar de una vez.

“Hace dos semanas tomé el curso y me ha ayudado bastante. Antes evadía situaciones de miedo para no entrar en angustia, pero ahora, con las herramientas del curso, he tomado mayor confianza en mí mismo para hacer las cosas que antes no me atrevía”.

La confianza es tal, añade, que ahora procura hablar con cualquier persona, le gusta interactuar con extraños, antes sólo hablaba lo indispensable con la gente de confianza, incluso, con sus papás, siempre busca platicar con ellos, “para seguir practicando y mejorar la técnica”.

“Por lo que me cuentan mis papás, la tartamudez viene por el hecho de querer decir las cosas rápido y el estrés de querer decirlas, además, de la frustración de no ser escuchado por los demás. Hoy mi vida es diferente, me doy mi tiempo para hablar, si me trabo, hago uso de las técnicas que tenemos para superarlo, digamos, un pequeño bache, y seguir adelante”, luego de que en secundaria, recuerda, el estrés llegó a tal grado, que Iñaki era incapaz de decir su nombre sin trabarse.

Próximo a su ingreso a la universidad, Iñaki busca un programa más eficiente y se dio a la tarea de buscar en internet, fue así como encontró Proyecto Ernest “se veía prometedor, creí que podría ayudarme bastante y que no era como las terapias con los foniatras, fue lo que me llamó la atención”.

CONSTANCIA Y DETERMINACIÓN. “Los resultados que estoy viendo en estas dos semanas son increíbles, son más de lo que yo hubiera podido imaginar que lograría durante toda mi vida, es como un sueño hecho realidad, porque este curso me dio herramientas y ejercicios que de verdad me han ayudado”.

Consciente de que la tartamudez no se cura, ni es una condición que se resuelva de un día para otro, Iñaki sabe que sólo requiere constancia, determinación y mucha motivación para obtener los resultados esperados.

Me dieron ejercicios una hora en las mañanas para que esto se vuelva un estilo de vida, pero yo como soy muy ambicioso y quiero mejorar también los hago en la tarde y me siento muy motivado.

De momento, revela, se siente más a gusto entre sus compañeros de clase y aunque de momento no tiene novia, advierte que sí se lleva bien con sus compañeras, con la confianza de seguir practicando y entablando conversación, confiado en que con la constancia que ha tenido muy pronto logrará hablar de manera más fluida de lo que ya lo hace ahora.

Como si fuera un verdadero ángel de la guarda, Perla Ernest aguarda a que termine la entrevista y se queda con sus dos pupilos, para charlar, con la absoluta confidencia de que ese trío ha logrado superar una condición, hoy imperceptible para el resto de las personas.