Opinión

La última frontera del machismo: el sufrimiento de los hombres

La última frontera del machismo: el sufrimiento de los hombres

La última frontera del machismo: el sufrimiento de los hombres

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

¿Qué hombre no escuchó alguna vez de pequeño aquello de que los niños no lloran? O que “si te golpean, tu regrésala más fuerte”. No en todas las familias, desde luego, pero en un lugar u otro escuchamos esta clase de cosas. Yo escuché esta clase de cosas. No es ningún secreto que la inmensísima mayoría de hombres en este planeta ha recibido una educación que los empuja a sentir la necesidad de sentirse más fuertes y más chingones que los demás; a estimular sus instintos violentos y dominantes. Al fin y al cabo, se nos ha dicho que somos el sexo fuerte; no en estas palabras, pero sí diciendo que las mujeres son el sexo débil.

Quisiera citar dos ejemplos de por qué esto es grave. Hace pocas semanas, recibí en Whatsapp un intento de meme que decía, citando la decisión del príncipe Enrique de Inglaterra de renunciar a la corona británica y mudarse a Canadá con su esposa, Meghan Markle, que “La historia de Megan (sic) y Harry nos enseña que puedes ser el hijo de la princesa y el nieto de la reina, pero al final tienes que hacer lo que dice tu mujer”. En el grupo se desató la discusión sobre el subtexto profundamente machista del meme, que otros defendían con el común argumento de que “solo es una broma”.

También hace pocos días, una buena amiga mía me mostró como la noticia del arresto en México de una mujer que había acosado sexualmente a un hombre había provocado inmensidad de risas y burlas en Facebook. Estos dos ejemplos sirven perfectamente para hacer entender cómo esta educación que casi todos recibimos es profundamente dañina. En el primer caso se pretendía humillar al ya expríncipe por no haber impuesto su autoridad, su dominación esperada como hombre, ante la débil mujer. En el segundo, la burla radica, aunque sea inconscientemente, en el hecho de que el hombre acosado decidiera denunciar y no usar su fuerza bruta para intentar resolver la situación.

Debemos ser claros en esto: Aunque por supuesto son casos minoritarios y no representan un problema social, como lo es para las mujeres, también hay casos de acoso sexual a hombres y debemos garantizarnos el derecho a denunciarlos, igual que debemos garantizarlo para las mujeres. Yo mismo he sufrido acoso, en mi caso por parte de otros hombres; en bares y en fiestas privadas. Y me permitirán ser malsonante, pero no hay otra manera de expresarlo: Se siente de la verga.

No es fácil hablar de esto, pero necesitamos tomar consciencia de que a todos nos puede llegar a ocurrir, y no hay vergüenza en ello. Si acaso, puede servir para que logremos ser mucho más empáticos con la tortura social que viven las mujeres, expuestas ininterrumpidamente a sufrir de un modo u otro la violencia en que nos han educado a los hombres.

Por ello, entender que el machismo también nos daña gravemente a los hombres en un momento u otro de nuestras vidas es esencial para erradicarlo, es la última frontera del machismo. Comprendo perfectamente que las mujeres consideren que solo ellas pueden ser feministas, pero yo como hombre necesito compartir su lucha porque entiendo que el machismo también me afecta a mí. Me afecta cuando se espera que yo me imponga, cuando se espera que yo pague una cuenta, o cuando se espera que yo esconda mis emociones, o cuando se espera que yo ignore una situación de acoso.

Deconstruir la masculinidad tóxica que impregna la educación de muchos hombres, en México y en cualquier país del mundo, es complicado, porque implica necesariamente un enfrentamiento con los valores de nuestros padres, algo que emocionalmente puede llegar a ser muy complicado y doloroso. Pero realizar este proceso es parte esencial de la ecuación para lograr un futuro en que no exista discriminación de sexos, y por tanto, para garantizar una sociedad más justa y menos violenta.

marcelsanroma@gmail.com